La viuda del destacado crítico del Kremlin Alexei Navalny, Yulia Navalny, participa en una reunión de Ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea en Bruselas, Bélgica, el 19 de febrero de 2024. – Navalnaya acusó al presidente ruso de matar a su marido y prometió continuar su trabajo, tres días después de su muerte. en una prisión rusa del Ártico. (Foto de YVES HERMAN / PISCINA / AFP)
La oposición rusa tiene rostro de mujer. Yulia Naválnaya se convirtió de la noche a la mañana en una figura política independiente tras la muerte en prisión de su esposo, Alexéi, el enemigo número uno del Kremlin.
“Es como Navalni, pero sin defectos”, comentó hace años uno de los amigos de la familia a la revista Vanity Fair.
Amor de la juventud
Nacida en julio de 1976, Yulia se graduó en economía, hizo estudios de postgrado y llegó a trabajar en un banco antes de aparcar su carrera para dedicarse a la familia.
Conoció a su futuro marido en 1998, durante un viaje a Turquía. Desde entonces, la pareja fue inseparable.
En 2000 Yulia y Alexéi se casaron y un año después tuvieron a su primogénita, Dasha, que actualmente estudia en la Universidad de Stanford (EE.UU.).
Su segundo hijo, Zajar, nacería en 2008, cuando Navalni ya era un conocido activista anticorrupción con aspiraciones políticas.
“Gracias por 26 años de felicidad absoluta. E incluso durante los últimos tres años de felicidad (cuando Navalni estuvo en prisión). Por tu amor, por tu apoyo, por hacerme reír incluso desde la cárcel, por pensar siempre en mí”, escribió Naválnaya tras la muerte de su marido, de la que acusa directamente al Kremlin.
La roca de Navalni
Pese a mantenerse siempre en un discreto segundo plano, Yulia fue durante todos estos años el principal apoyo de su marido.
La esposa de Navalni le ayudaba con sus sonadas investigaciones contra la corrupción, leía todos sus textos e incluso hacía de su portavoz en los inicios de la carrera de su esposo. A su vez, Yulia nunca descuidó la familia.
En una de las entrevistas, la mujer del opositor número uno de Rusia reconocía que se esforzaba para que, pese a todo, nada cambiara en su familia, que “los niños siguieran siendo niños, y la casa, un hogar” normal.
El público en general la conoció en 2013, cuando Yulia por primera vez tomó el micrófono durante un acto de campaña de su marido para la alcaldía de Moscú.
Yulia estuvo al lado de su marido durante detenciones, registros, manifestaciones y el envenenamiento de Navalni en 2020, cuando precisamente ella arrancó al Kremlin la autorización para trasladar a su marido a una clínica en Alemania, algo que le salvó la vida.
“La familia es la fortaleza de cada persona normal, y más aún cuando se trata de un verdadero político”, proclamó Naválnaya desde la tribuna en 2013.
En opinión de los compañeros de Navalni desde su Fondo de Lucha contra la Corrupción, todos estos años Yulia era “la roca de Alexéi”.
Mientras, el propio Navalni reconoció en una entrevista que en ciertos temas, su mujer era más firme y radical que él mismo.
La única heredera
Tras la muerte de Navalni, Yulia anunció que continuaría su causa y fue aceptada por gran parte de la oposición rusa como la única heredera legítima del legado de su marido.
El politólogo estadounidense Francis Fukuyama, quien trabajó con el equipo de Navalni, describió a Yulia como a una mujer de mucha fuerza, posiblemente capaz de recoger el testigo del fallecido líder opositor.
La propia Yulia, a la que Navalni dedicó su último mensaje desde la cárcel, dos días antes de morir, ha clamado venganza.
“Al matar a Alexéi, (el presidente ruso, Vladímir) Putin mató la mitad de mí, la mitad de mi corazón y la mitad de mi alma. Pero me queda la otra mitad y esta me dice que no tengo derecho a rendirme”, dijo Yulia en un reciente mensaje, en el que prometió sacar a la luz a todos los responsables de la muerte de su marido.
Los expertos comparan a Yulia con otras conocidas mujeres que continuaron la lucha de sus esposos asesinados, como la presidenta filipina Corazón Aquino e incluso la princesa Olga, conocida como la Santa Olga de la Rus de Kiev, quien vengó en el siglo X la muerte de su marido. EFE