Con sus más de 150 kilómetros de litoral, el Algarve se ha convertido en unos de los destinos más visitados del mundo, sobre todo, en la época estival. Sus playas paradisíacas de arena blanca y aguas turquesas, sus impresionantes paisajes acantilados y sus pueblos con esencia marinera son todo un deleite para el turista.
Aunque el Algarve no sólo se reduce a sus populares arenales y villas pesqueras, también esconde ciertas joyas que pasan desapercibidas y que se alejan de las rutas turísticas habituales. Uno de estos secretos es la ruta en tren que lleva a una espectacular playa del sur luso y la que probablemente se pueda colar entre las más bonitas.
La Praia do Barrill (Playa del Barril) es una atracción para los visitantes en todos sus sentidos, además de ser uno de los lugares más mágicos de todo Portugal, en el que la belleza de la naturaleza y la tranquilidad se juntan. Un pequeño paraíso para las personas que buscan alejarse de los arenales más bulliciosos.
Sin duda, los principales atractivos de este lugar, que bien podría ser del Edén, son su tranquilidad, sus aguas azules y su fina arena blanca. No obstante, hay un detalle que lo hace aún más especial y es su acceso, se realiza subiendo a un antiguo tren que cruza el Parque Natural de la Ría Formosa. El convoy es un ferrocarril clásico que recorre el ancho de la isla de Tavira para llegar hasta el arenal, un trayecto de 1,5 kilómetros que dura aproximadamente ocho minutos.
Para entender su origen, tenemos que remontarnos a su pasado marinero. Esta línea ferroviaria fue construida con el fin de transportar los atunes pescados en la almadraba cercana a Praia do Barril. La industria fue decayendo poco a poco y en la actualidad se ha recuperado la infraestructura como atracción turística para llegar a una de las playas más bonitas del Algarve. El viaje cuesta uno 2,5 euros. También hay un carril paralelo a la vía férrea para los que quieran acceder a la playa andando. A medida que el tren avanza, el paisaje va cambiando, se deja atrás una panorámica cálida y desértica y se abre ante los ojos del visitante un escenario de aguas azules y arena blanca.
Durante la primera mitad del siglo XX, desde este punto los pescadores se lanzaban al mar en busca de atunes. Cuando el negocio se acabó, los trabajadores abandonaron la zona y dejaron sus anclas (servían para asegurar las redes de pesca, no los barcos) en las dunas. Ahora el Cemitério das Ancoras, es un oxidado monumento de 1964 de 200 anclas en honor a la comunidad marina.
Las casas de este pintoresco pueblo, en el que un día llegaron a convivir más de ochenta familias que aprovechaban los meses entre abril y septiembre para pescar, fueron restauradas y reconvertidas en restaurantes y establecimientos.
Como todas las playas de esta zona, sus aguas son de un azul turquesa brillante y sus arenas de un color dorado casi blanco. Al igual el resto de arenales atlánticos, la temperatura del mar no es la más alta, sin embargo, la Praia do Barrill sí que puede presumir de tener unos grados de más. Este enclave mira hacia el sudeste, con lo que está alejado de las impresionantes olas del océano y de los fuertes vientos. Además, está galardonada con bandera azul desde 1987.
La isla de Tavira cuenta con casi 11 kilómetros de playa dividida en varios sectores: Praia da Ilha de Tavira, Praia da Terra Estreita, Praia do Barril y Praia do Homem Nu (nudista). Gracias a su peculiar ubicación, no es un arenal muy concurrido, por ello, se podrá disfrutar de un tranquilo día de mar alejado del turismo de masas.
Para llegar a Tavira desde Faro, tendremos que circular por la A-22, un trayecto de 38,3 kilómetros que no nos llevará más de 32 minutos.