José Félix Tezanos, el propagandista del PSOE y fabricante oficial de encuestas favorables para Pedro Sánchez, acaba de equiparar a Trump con Goebbels en una revista socialista, porque, escribe, Trump sigue el principio goebbelsiano de que las mentiras, cuanto más grandes, mejor, y cuanto más repetidas, más eficaces. Sí, esto lo dice Tezanos, el del CIS, y el de Sánchez, el presidente más mentiroso de la democracia. Y es una muestra de la brutal manipulación de la izquierda europea sobre el debate político en Estados Unidos. Que es exactamente la misma manipulación que se practica desde los demócratas americanos.
Y creo que si Trump gana finalmente las elecciones, y eso indican las encuestas a estas horas, lo va a hacer en buena medida como protesta y movilización de los votantes ante las técnicas progresistas de deslegitimación de la derecha. Y esta es una lección que debe aprender también la derecha europea: hay una creciente indignación ante las mentiras y la demonización de la derecha practicadas por esa izquierda que controla los medios de comunicación y las esferas universitarias y culturales. Y eso explica también parte del voto de protesta de la derecha en Europa.
Tomemos como ejemplo el caso de los insultos demócratas: mientras que Trump es retratado como un tipo agresivo, intolerante y peligroso para la democracia, Biden llama «basura» a los votantes republicanos y Kamala Harris lleva días afirmando que Trump es un «fascista». No una vez, sino varias. Al estilo Tezanos, que es el estilo de la campaña de Kamala Harris. Llamar fascista al adversario es una manera de negar su legitimidad democrática, que es lo que hace la izquierda americana con Trump. Lo que retrata el tremendo grado de intolerancia del progresismo americano hacia los republicanos.
Obviamente, la base de ese concepto de fascista es nula. Tanto como la de llamar comunista a Kamala, por su autoritarismo, por las posiciones de extrema izquierda de un sector de los demócratas, o por sus simpatías hacia líderes de izquierdas con tendencias autoritarias. Pedro Sánchez, sin ir más lejos. La diferencia entre el insulto de fascista a Trump y el de comunista a Kamala, es que el primero es sostenido y construido por esa inmensa legión de medios y universidades de izquierdas que trabajan para los demócratas. Por lo que la descalificación se reproduce por todas partes.
¿Cómo se construye la manipulación? Primero insulta Harris, y después, algunos medios justifican el insulto consultando a expertos. ¿Pero qué expertos? Obviamente, expertos de izquierdas y con un brutal sesgo ideológico contra la derecha. Como la periodista Emma Bowman preguntando en NPR si Trump es fascista a los profesores «expertos» como Jason Stanley, que en 2020 escribió que un posible triunfo de los republicanos era un triunfo del fascismo, o a Robert Paxton, que ya en 2016 llamó fascista a Trump, o al británico Roger Griffin, que es de los que dice que el populismo de derechas es muy malo, pero hay uno bueno de izquierdas como es el Me Too.
Mitchell Langbert publicó en 2017 un estudio en el que demostraba que la inmensa mayoría de los profesores de Letras y Ciencias Sociales de las universidades estadounidenses son demócratas. Esos son los «expertos» que después, como Tezanos en España, dan barniz académico y científico a la propaganda política. Es la gran manipulación y es fundamental desmontarla.
Artículo publicado en el diario El Debate de España
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