Estamos ante dos procesos de transición que se han puesto en marcha simultáneamente. Por una parte, el régimen ha implementado su propia transición, una suerte de “transición oficial”. Y por la otra, la transición no oficial de la oposición, que potencialmente también está en marcha, pero no se oficializa porque, obviamente no es gobierno.
Recordemos que el chavismo, con Chávez a la cabeza, respondió a la crisis de la política y de sus expresiones organizativas (los partidos políticos) que la república civil se había dado como resultado de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en 1958. Fue una repuesta a la crisis del modelo de sociedad que se había implementado.
Lo cierto es que ya había fracasado el estatismo de los socialismos autoritarios y del corporativismo desarrollado por la variante desarrollista-populista de Estado de Bienestar que se había implementado en los países de la periferia y, particularmente en Venezuela, desde 1958.
La emergencia y advenimiento en la escena política venezolana del chavismo, centró el debate político en los conceptos de Estado frente al de política, en el cuestionamiento de la democracia formal, que era burguesa, según el chavismo, y su sustitución por una “democracia popular” y volvió a centrar su narrativa en el concepto de clases sociales frente al concepto de actor social.
El chavismo nos devolvió a la década de los sesenta y terminó imponiendo y refundando un modelo que transformó la relación de la gente con la política y la forma que el Estado había asumido con la democracia.
Todavía no era una dictadura. Con tendencias autoritarias sí, pero gracias a la enorme renta petrolera, conservaba ciertos aspectos de competitividad política y, de esta manera, el nuevo régimen, fue llamado “forma iliberal del Estado”, que empezaba a crecer en el mundo, como propuesta populista autoritaria.
Veinte y tantos años después, es esta forma de organizar el Estado es la que el régimen, un poco antes del 28 de julio, cuando fue derrotado por la oposición, ha emprendido su transición.
¿Transición hacia dónde? Hacia una dictadura a escalada ampliada, dura y pura.
El régimen confronta una profunda crisis. El proyecto que Chávez verbalizaba como un proyecto que se proponía dirigir ética, intelectual y moralmente a la sociedad (en este aspecto Chávez citaba literalmente a Antonio Gramsci) terminó, aun con el comandante vivo, en su contrario y el proyecto con el que se pretendía dirigir a la sociedad se fue decantando paulatinamente hacia el dominio.
Hoy ese proyecto de dominio se ha profundizado con Maduro. Ha sido así desde su entronización en el poder en 2013, pero, después del 28 de julio, se ha producido una reestructuración del aparato represivo del Estado, para hacer frente a la crisis: la policía, la justicia, la reorganización de las fuerzas militares y su resultado ha sido la persecución, detenciones arbitrarias sin juicio violando el Estado de derecho, torturas, asesinatos, terrorismo de Estado, desmantelamiento de los poderes locales que estaban en manos de la oposición, etc.
Estimo, que la crisis que hoy socaba la dictadura terminará mas pronto que tarde, y su decantamiento por la fuerza y la represión anuncian no su fuerza sino su fragilidad.
II
Bien, al mismo tiempo, que la dictadura se hace más dura y represora, que es como ha puesto en marcha su propia transición, la oposición ha dado comienzo a su proyecto de transición.
Algunos que lean esta nota pensarán que esto es una ilusión y que estoy “orinando fuera del recipiente” (perdonen esa expresión, pero la pude decir peor), pues, dirán que, el poder es quien organiza el orden y que esto es así como lo comprueban todos los procesos de cambios que la historia registra y, concluirán, de esta manera, que no se organiza el orden sino es a través del poder, pero, esto no es totalmente exacto.
Por ejemplo, el mensaje de MCM dirigido los militares, jueces y a los maestros fue respondido inmediatamente por el régimen, produciendo los cambios en las Fuerzas Armadas y con seguridad habrá cambios en el llamado Poder ciudadano, así mismo, la asistencia de Maduro a la cumbre de los BRICS, buscando cierta relegitimación internacional, con la pretensión de ser integrado al bloque de las economías emergentes, ha sido vetado por Brasil. El motivo de tal veto, es la no presentación de las actas electorales que ha sido una demanda de Brasil, en realidad de casi todo el mundo, a la que el régimen no ha podido responder.
En fin, estamos en presencia, de una mayoría, que no siendo poder su acción ya tiene efecto estatal (René Zavaleta Mercado, 1979) de esta manera, sin estar en el poder, la oposición mediante su acción política ha producido cambios al interior del poder de Estado.
La transición, iniciada por fuerzas democráticas, es la repuesta a la crisis del modelo de sociedad que el chavismo instaló.
Es obligatorio señalar que el proyecto de transición democrática aborda niveles que exceden a las instituciones políticas (de todo el cuadro político institucional, incluyendo fundamentalmente los partidos políticos). Recordemos que el 22 de octubre, con las primarias, MCM no solo levantó su opción frente al régimen, sino que, al mismo tiempo, dejó a los partidos políticos en condición precaria al evidenciar cuán profundamente era su crisis de representación.
III
He escrito en varias entregas que la transición hacia la democracia desde el autoritarismo presente no va a ser una tarea tranquila, en paz, sin fisuras y sin problemas; al contrario, ya estamos viendo que va a ser altamente conflictiva, el régimen seguirá presentando obstáculos.
Además de esos obstáculos, la oposición enfrentará varios desafíos: primero, la crisis de la política, abierta desde finales de los ochenta y que el régimen, lejos de conjurarla, la ha profundizado; en segundo lugar, la reforma del Estado dirigida a la reinstitucionalización del país, que ha sido el efecto más perverso de más de 25 años del deslave institucional que el chavismo ha producido; y finalmente, dada la crisis de representación que viven los partidos políticos, recuperar por una parte la palabra partidaria, mediante una reforma profunda de los partidos políticos y al mismo tiempo visibilizar el papel de la sociedad civil en la reconstrucción de la esfera pública.
Por supuesto, estos desafíos, así como los cambios en la relación Estado-economía en la transición hacia la democracia, serán objeto de una discusión en otro espacio.
Bueno, no es fácil y estoy seguro de que lo perdido, como lo habíamos vivido, no será recuperado. Hemos vivido con miedo, desamparo, desencanto y con cosas “que duelen, que han abierto heridas y aun cuando cicatricen debemos empeñarnos en que no se nos olviden”. Creo que, hoy, hemos “recuperado la memoria política”.
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