Sin embargo, algunos analistas críticos del presidente y representantes de gremiales aseguran que la medida no tendrá efecto, pues la mayoría de los aranceles a los alimentos que se compran del exterior son cercanos a cero.
Ya desde los 90, El Salvador y otros países centroamericanos eliminaron o establecieron unos aranceles mínimos para los productos esenciales bajo los Tratados de Libre Comercio (TLC). Y la propia administración Bukele, en marzo de 2022, deshizo de impuestos de importación a 20 productos durante un año.
“El Salvador se está convirtiendo en un país meramente importador, y eso no es beneficioso para la economía nacional ni para la economía de las personas”, le dice a BBC Mundo Luis Treminio, el presidente de la Cámara Salvadoreña de Pequeños y Medianos Productores Agropecuarios (Campo).
Efectivamente, El Salvador importa más de lo que exporta, lo que le llevó al país el año pasado a tener un déficit de la balanza comercial de más de US$8.000 millones. Algo que por el momento se compensa con el ingreso de remesas; las transferencias que los salvadoreños reciben de sus familiares en el extranjero.
“Nos estamos alejando cada vez más de la seguridad alimentaria y de la soberanía alimentaria, porque estamos produciendo menos año con año”, concluye el dirigente de esta asociación de asociaciones, que representa a unos 125.000 productores del sector de los granos básicos.
Según Treminio, la solución pasa por estimular la producción local y por la elaboración de una política nacional agropecuaria que trascienda gobiernos.
La economista Julia Evelin Martínez concuerda con él en que tanto los agromercados como la eliminación de aranceles son una medida de caracter temporal, “más con fines de propaganda que con efectos reales sobre los precios de los alimentos”.
«Su eliminación bajo el supuesto de que con eso habrá más competencia en el mercado y, por efecto de la oferta y la demanda, los precios van a disminuir y con ello aumentará el poder adquisitivo de las familias es un error”, subraya Martínez, quien desde 1998 y hasta el año pasado fue catedrática e investigadora en el departamento de economía de Universidad José Simeón Cañas (UCA).
“Lo que provoca es la destrucción de la producción nacional y que la economía dependa de la importación y, como consecuencia, se encarezcan los alimentos”, concluye.
La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), en un informe reciente señala que el 52% de la población (3,3 millones de personas) se mantienen en una situación de estrés alimentario; es decir, enfrentan dificultades para satisfacer sus necesidades básicas de alimentos.
Y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), en su última investigación sobre los puntos críticos del hambre a nivel mundial, incluyó a El Salvador como país a monitorear.
Poca información del Plan Económico
Los agromercados y la eliminación de los aranceles constituyen lo que el gobierno llama la fase 1 de su Plan Económico, «Alimentación».
Como ya ocurrió con el Plan Control Territorial para mejorar la seguridad, el documento del programa general no es público y se conocen pocos detalles, más allá de que está compuesto por seis fases.
La tecnología es otro de los ejes, según dejó entrever Bukele durante la inauguración Altius Tech Park en Ciudad Arce, un municipio a unos 38 kilómetros de San Salvador, el 16 de julio.
Según explicó, se trata del primer parque industrial tecnológico en El Salvador, que costó unos US$70 millones y cuya piedra, el Data Trust, con una inversión privada de US$30 millones buscar convertirse en el “segundo centro de datos más grande de la región”.
Ya antes su gobierno apostó por la tecnología, adoptando el bitcoin como moneda de curso legal en 2021.
Dos años después, BBC Mundo pudo comprobar en terreno que el uso de la criptomoneda es anecdótico, a pesar de que los analistas y autoridades concuerdan que ha servido como reclamo sobre todo turístico.
El “bitcoin no ha tenido la adopción que esperábamos”, le confesó el propio Bukele a la revista Time durante una entrevista publicada hace unas semanas.
Sea como fuere, durante su investidura en junio ya advirtió que, en el camino de la recuperación económica, los salvadoreños tendrán que enfrentarse a algunas medidas difíciles.
Deberán tomar una “medicina amarga” y seguir las instrucciones “al pie de la letra”, para que los logros en esa materia sean como los obtenidos en seguridad en los últimos cinco años.
*Con reportería en El Salvador de Roberto Valencia.