Jesús Ollarves Irazábal
El 7 de diciembre de 2024, decenas de personas se concentraron, a modo de escuadrón militar, frente a la sede del posfacista Movimiento Social Italiano (MSI), en Roma, y realizaron el saludo nazi. ¿Hay algo de qué preocuparse?
Si bien esta concentración se realiza anualmente en conmemoración del asesinato de tres militantes del MSI hace 47 años, en esta oportunidad se incorporaron las consignas utilizadas hace un siglo, cuando emergió el fascismo en Europa.
El saludo romano (extensión ascendente del brazo derecho al grito de “presente”) no es una expresión de amabilidad, respeto y buena voluntad hacia personas o grupos. Es conocido como el saludo fascista y está prohibido en muchos países debido a su asociación histórica con el régimen fascista italiano liderado por Benito Mussolini.
El fascismo se caracteriza por la exaltación del supremacismo. Los líderes fascistas promueven la idea de que su origen nacional o étnico es superior a los demás y que deben recuperar o mantener su grandeza mediante la dominación y la expansión territorial. Ello implica el odio y, en casos extremos, la aniquilación física y simbólica de quienes son diferentes. El racismo y xenofobia están en la esencia del fascismo.
Otro componente del fascismo es el militarismo: disciplina, obediencia y subordinación. Se pretende que la ciudadanía siga las directrices del líder sin cuestionarlas y se castiga con la mayor severidad posible cualquier forma de disidencia o crítica. La libertad de expresión y, en general, los derechos civiles y políticos son sacrificados en aras de la supuesta estabilidad y unidad de la nación.
Los líderes fascistas glorifican la guerra y utilizan la intimidación y la represión para mantener el control sobre la sociedad. Los regímenes fascistas establecen un estado policial, donde se vigilan y reprimen las actividades de los ciudadanos y ciudadanas considerados como enemigos.
El saludo nazi en Roma, este 7 de diciembre, implica un desafío que va más allá de Italia, e incluso de Europa, pues el fascismo desembocó en las peores atrocidades contra la dignidad humana cometidas durante el siglo XX. Al mismo tiempo, la defensa de la democracia y de la paz es una tarea permanente, pues ambos valores están constantemente amenazados por extremismos que afectan a todo el mundo, como lo vemos en la actualidad con las confrontaciones bélicas en Ucrania y en Gaza.
En los últimos años, hemos sido testigos de un resurgimiento preocupante de movimientos y partidos políticos que promueven ideologías fascistas en Europa. Estos grupos buscan aprovechar la insatisfacción y la incertidumbre económica y social para difundir su mensaje de nacionalismo extremo, autoritarismo y exclusión.
Cuatro ejemplos sobresalen de este resurgimiento del fascismo en Europa:
1. Movimiento CasaPound en Italia, un partido político que se autodenomina fascista y que ha ganado adeptos. Promueven políticas nacionalistas, antiinmigración y anti-UE, y han sido acusados de incitar a la violencia contra inmigrantes y minorías étnicas.
2. Alternativa para Alemania (AfD), un partido político de extrema derecha que también ha sumado apoyos. Han promovido políticas antiinmigración y han expresado ideas xenófobas e islamófobas. Aunque niegan ser fascistas, han sido acusados de tener vínculos con grupos de extrema derecha;
3. Jobbik en Hungría, un partido político que ha sido clasificado como ultranacionalista y de extrema derecha. Han promovido políticas anti-Roma y anti-judías, y han utilizado un lenguaje xenófobo y racista en su discurso político:
4. Amanecer Dorado en Grecia, un partido político que ha sido descrito como neonazi y fascista. Han promovido políticas antiinmigración y han sido acusados de llevar a cabo ataques violentos contra inmigrantes y minorías étnicas en Grecia.
Aunque hay otros movimientos y partidos políticos en Europa que también han sido calificados como fascistas o de extrema derecha, el saludo nazi en Roma no debe pasar inadvertido.
Mayor preocupación causa la permisividad del gobierno liderado por la primera ministra de tendencia ultraderechista, Giorgia Meloni.
Para evitar la promoción de ideologías fascistas y proteger la democracia y la paz, muchos países han establecido leyes que prohíben el uso y la exhibición pública del saludo romano, junto con otros símbolos y gestos asociados al fascismo. Estas prohibiciones buscan prevenir la glorificación de movimientos totalitarios y sus nefastas consecuencias.
En todo caso, las leyes contra el fascismo deben cumplir con las exigencias de los principios de legalidad y tipicidad a efectos de prevenir y sancionar los discursos de odio, sin menoscabo de la libertad de expresión. Porque es necesario aclararlo, en algunos países con déficits democráticos la legislación contra el odio se ha utilizado como mecanismo de represión de la disidencia.
El resurgimiento del fascismo en Europa es motivo de preocupación mundial, ya que representa una amenaza para los principios democráticos y los derechos humanos, y ello importa a todas las personas sin distinción de nacionalidades y fronteras. Es por lo que resulta fundamental trabajar en la promoción de la tolerancia, la inclusión y el respeto por la diversidad para contrarrestar estos movimientos y proteger los valores cívicos, democráticos y los derechos fundamentales de las personas.