A pesar de que algunos reconcomiados lo nieguen, el mundo entero estuvo en vilo con motivo de las elecciones de Estados Unidos. Las encuestas, las apuestas y las opiniones de expertos y hasta de inexpertos han circulado de manera incalculable -viralmente- a través de los medios y de las redes sociales hasta que, finalmente, y en menos de 24 horas, la candidata perdedora Kamala Harris aceptara su derrota frente al irremediablemente arrogante Donald Trump.
Ante ese resultado caracterizado por la rapidez y la transparencia, que sorprendió por la amplia diferencia de votos, resalta que el proceso electoral, a diferencia del que en 2020 condujo a Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos, se llevó a cabo sin mayores incidencias y que, sin retrasos ni trapisondas, los norteamericanos conocieron en pocas horas que Trump gobernará la gran nación del norte por los próximos cuatro años. Su eslogan “Hacer América grande de nuevo” quedará a prueba.
Ahora bien, ¿cómo funciona el sistema electoral norteamericano? Lo expondré a continuación.
En las elecciones presidenciales de Estados Unidos, el presidente no se elige directamente por el voto popular a nivel nacional. En su lugar, cada estado tiene un número específico de votos electorales determinado por su población, sumando un total de 538 votos electorales en todo el país. Para ganar, un candidato debe obtener al menos 270 votos electorales, lo que constituye una mayoría simple.
Los estados utilizan un sistema de “winner-takes-all” o “el ganador se lleva todo”, o sea, que el candidato que recibe más votos populares en ese estado se lleva todos los votos electorales de ese estado, aunque su ventaja sea muy pequeña. Esto puede llevar a que un candidato gane la presidencia sin tener la mayoría del voto popular en todo el país. Por ejemplo, si un candidato gana en estados grandes (con muchos votos electorales) por márgenes pequeños y pierde en otros estados con amplias diferencias, podría acumular los votos electorales suficientes para ganar, aunque el otro candidato haya ganado el voto popular total.
Sin embargo, los estados de Maine y Nebraska son la excepción a esta regla, pues asignan sus votos electorales de manera proporcional: algunos votos se otorgan al ganador general del estado y otros se asignan al candidato que gana en cada distrito congresional. Este sistema, a diferencia del winner-takes-all, permite una representación más equitativa a la distribución de votos dentro del estado.También es una excepción el Distrito de Columbia, donde la capital estadounidense -Washington- dispone de 3 votos electorales..
Como se observa, la característica fundamental de este sistema electoral de más de 200 años radica en los votos de los Colegios Electorales.
Respecto al proceso electoral, durante el día de las elecciones, los ciudadanos votan en sus respectivos estados, y sus votos determinan qué candidatos ganarán los votos electorales de ese estado. Después, cada estado certifica sus resultados y los envía al Congreso, donde los votos electorales se cuentan oficialmente en enero para declarar al nuevo presidente. No obstante, algunos estados permiten el voto anticipado y el voto por correo, modalidades que se han incrementado considerablemente en los últimos años y que pueden influir en la rapidez de los resultados.
Un aspecto particular del sistema electoral norteamericano es el gerrymandering, o manipulación de distritos electorales, una práctica que consiste en redibujar los límites de los distritos electorales para favorecer a un partido político. En Estados Unidos, los distritos de la Cámara de Representantes se redibujan cada diez años, después de cada censo, y esta tarea suele ser realizada por las legislaturas estatales, que en muchos casos están dominadas por uno de los dos principales partidos políticos.
De esta forma, el gerrymandering permite a un partido maximizar el número de escaños ganados mediante la configuración estratégica de los distritos, agrupando votantes de la oposición en unos pocos distritos para asegurar la victoria en otros. Esta práctica ha sido criticada por reducir la competitividad electoral y limitar la representación de la diversidad política, ya que permite a los partidos establecer distritos con mayoría de votantes a su favor, lo que lleva a resultados electorales menos representativos de la voluntad popular[1].
El sistema electoral norteamericano es marcadamente diferente del sistema de voto popular directo para elegir a un presidente. Este sistema, junto con prácticas como el gerrymandering, ha sido objeto de debate en el país debido a sus efectos potenciales sobre una representación más directa y equitativa. No obstante, es previsible que, respaldada por una estructura constitucional sólida, la democracia estadounidense pueda impulsar en el futuro reformas orientadas a lograr una mayor transparencia y representatividad en su sistema electoral.
[1] Rafferty, John P.. «What Is Gerrymandering? «. Encyclopedia Britannica, 12 Jun. 2017, https://www.britannica.com/story/what-is-gerrymandering. Consultado el 7 November 2024.
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