Algunas en grupo, otras solitarias, las letras están distribuidas por todo el parque.
Es una mañana de finales de otoño cuando partimos de Ereván, la capital de Armenia. Después de conducir durante aproximadamente media hora por las tierras altas del país, el conductor detiene el auto y mi guía, Sofya Hakobyan, me hace una señal para que nos bajemos del vehículo.
Por: BBC
A mi izquierda, el macizo nevado de cuatro picos del monte Aragats se alza en la distancia, sus contornos confusos bajo el sol brumoso. Las tierras altas se extienden desde los bordes de la carretera hasta la base de la montaña más alta de Armenia.
El paisaje parece desolador: una extensión de tierras azotadas por el viento, de color marrón arenoso, salpicadas de arbustos marchitos.
Pero una serie de esculturas de piedra de tamaño humano sobre las laderas le dan un toque misterioso al desolado terreno.
“Estamos en el Parque del Alfabeto. Fue construido en 2005 para conmemorar el 1.600 aniversario de nuestro alfabeto armenio”, me explica Hakobyan.
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