El efecto Trump ya ha comenzado. En Venezuela la dictadura de Maduro está liberando presos políticos, en Nicaragua Ortega está desterrando sacerdotes y opositores aceleradamente, mientras en Cuba redoblan represión y vigilancia. El pánico es total.
Maduro tiene miedo. Ha felicitado a Trump por su victoria aplastante, elogiado el civismo de Estados Unidos e implora dialogar con su archienemigo. Con casi 2.000 presos políticos, el ungido de Chávez suplica clemencia, pero no abandona el poder.
Los dictadores no aprenden. Maduro ha escuchado a los mismos analistas y tankers de Washington que predijeron la derrota de Trump. Esos expertos juran que habrá negociación porque a Trump, según ellos, le gustan los hombres fuertes como Maduro.
El chavismo quiere repetir fórmula. Así como le levantaron sanciones, liberaron a sus narcosobrinos y le dieron en bandeja de plata a Alex Saab, ahora buscan un nuevo “deal” con Trump. Se equivocan. Los tiempos han cambiado y hay un nuevo sheriff en la ciudad.
Daniel Ortega también está en modo de pánico. Nicaragua es un Estado policial. Se ha redoblado la actividad de espionaje en todos los niveles. Dentro y fuera del Estado. Han comenzado a desterrar sacerdotes, músicos y cualquiera que diga esta boca es mía.
Ortega y su temor a Marco Rubio. En 2018, durante la rebelión de abril, el canciller Denis Moncada y el embajador Francisco Campbell llegaron de rodillas hasta la oficina del senador Rubio. Le juraron con pies y manos que querían diálogo y paz. Al final Ortega mintió. Jamás cumplió.
Cuba responde al temor con represión. El régimen con 1.200 presos políticos y 65 años en el poder sabe que se vienen días amargos. La administración Trump y particularmente su anunciado secretario de Estado conocen al régimen y no tendrán clemencia.
Cuba en tinieblas y en represión. El Estado no puede administrar la industria ni los servicios básicos. Han destruido la agricultura y la pesca. La única excusa sigue siendo un bloqueo internacional que hace rato que no existe y en el que ya nadie cree.
Michael Waltz, congresista republicano de Florida y el senador Marco Rubio son las dos pesadillas de las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Waltz en el Consejo Nacional de Seguridad y Rubio en el Departamento de Estado llevarán el tema de las dictaduras al escritorio de Trump en el West Wing.
La relación de Cuba, Nicaragua y Venezuela con Irán, Rusia y China son una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos. La nueva administración no apoya la política de diplomacia suave, el multilateralismo o el apaciguamiento de sanciones. Eso se acabó.
“Estas dictaduras, la de Venezuela, Nicaragua y Cuba, no sobreviven cuatro años de Trump” dijo acertadamente el Congresista Mario Diaz Balart. Sin embargo, serán los dos primeros años los que garanticen el respaldo total de Senado y Congreso para garantizar el fin de las tiranías comunistas.
Los opositores de Cuba, Nicaragua y Venezuela ya han comenzado acercamientos con la administración Trump. Ellos están convencidos que quizás esta sea la última oportunidad para salir de las dictaduras. El tiempo es el correcto y el liderazgo también. Manos a la obra.
El autor es periodista exiliado, exembajador ante la OEA y exmiembro del Cuerpo de Paz de Noruega (FK). Exalumno del seminario de Seguridad y Defensa del National Defense University y el curso de Liderazgo de Harvard y HarvardX.
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