Una serie de grabados monumentales tallados hace miles de años para representar serpientes, ciempiés gigantes y figuras humanas arrojan nuevas pistas sobre los grupos humanos que habitaron lo que hoy es la frontera entre Colombia y Venezuela hace miles de años. El hallazgo, realizado en una zona conocida como los Rápidos de Atures, en el Orinoco Medio, la región donde el cauce del tercer río más caudaloso del mundo separa ambos países, incluye al menos 14 nuevos sitios con grabados rupestres en rocas, cuyo tamaño de entre 25 y 40 metros de largo los convierte en los más grandes registrados en el mundo.
La mayoría de los diseños grabados en las rocas monumentales representan animales de la región, además de figuras humanas y formas geométricas. Los más grandes, sin embargo, incluyen diseños mayoritarios de alguna especie de boa o de anacondas, las míticas serpientes sudamericanas que habitan tanto en las cuencas del Orinoco como en la Amazonía. El motivo no es fortuito: las serpientes de la región forman parte de la cosmovisión indígena local y tienen un papel clave en los mitos y creencias que rodean la Orinoquía.
“Las serpientes generalmente se interpretan como bastante amenazantes, por lo que el lugar donde se encuentra el arte rupestre podría ser una señal de que estos son lugares que demandan respeto”, explica Phil Riris, principal autor del estudio publicado en la prestigiosa revista Antiquity. “Creemos que los grabados podrían haber sido utilizados por grupos prehistóricos como una forma de marcar el territorio, hacer saber a la gente que allí es donde viven y que se espera un comportamiento adecuado”, precisa Riris en un comunicado.
La región donde se encuentra la mayoría de grabados, algunos descubiertos desde 2015, constituía una ruta clave comercial y de tránsito. Tratándose de un punto del Orinoco especialmente apto para la navegación, la hipótesis de los autores del estudio apunta a que la zona fungió como un punto de encuentro clave, de modo que “dejar huella allí podría haber sido aún más importante por eso: para marcar una identidad local y hacer saber a los visitantes que allí está usted y su grupo”, asegura José Oliver, coautor del estudio. La disposición y el tamaño de los grabados, tallados sobre la superficie de granito para crear un contraste claro entre la composición de las rocas, sugiere a los especialistas que se trataba de señales creadas para ser vistas a distancia.
A pesar de la dificultad para establecer una fecha aproximada de su realización, los motivos tallados en la piedra coinciden con restos de cerámica de la región que datan de hace unos mil años, aunque no se descarta que puedan ser más antiguos. El hallazgo, realizado por un equipo multidisciplinario integrado por la Universidad de los Andes, la Universidad de Bournemouth y la University College de Londres, aumenta la comprensión del entorno en el que vivieron los grupos humanos en Sudamérica hace miles de años; y de una faceta poco explorada del arte rupestre, comúnmente asociado con la representación de grandes mamíferos como mamuts, venados y bisontes en Europa y Asia.
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