Joe Pesci junto a su ex, Claudia Haro
Hay actores que parecen hechos a la medida de algunos personajes cinematográficos, tanto que ni siquiera deben pasar por un casting para llegar a encarnarlos. Uno de esos casos es, sin duda, el de Joe Pesci, ese tipo bajito, de voz no muy gruesa, a quien Martin Scorsese buscó siempre que necesitó un mafioso convincente en sus películas.
En “Goodfellas” lo convirtió en Tommy DeVito, el psicópata de gatillo fácil que no vacila en matar a Billy Batts, un protegido de la temible familia Gambino, simplemente porque se atrevió a faltarle el respeto sobre su pasado delante de un grupo de amigos.
También lo buscó – y debió convencerlo, porque no quería – para que se pusiera en la piel del Nicky Santoro de “Casino”, un personaje basado en un mafioso de la vida real llamado Anthony “The Ant” Spilotro, a quien sus jefes mandan a Las Vegas para asegurar que el dinero ilegal que producían sus casas de juego llegara a sus manos sin que nadie se quedara una parte en el camino.
Y mucho después volvió a buscarlo, cuando Pesci ya estaba retirado, para tenerlo junto a otros dos de sus actores fetiche – Al Pacino y Robert De Niro – en su megaproducción “El Irlandés” como Russell Buffarino, un implacable capo de la mafia.
Es así que, gracias a la tan mentada magia del cine, el rostro de Joe Pesci puede parecerle a millones de personas el de un despiadado asesino a sueldo o el de un mafioso implacable.
Tal vez hoy, el día que cumple 81 años – nació el 9 de febrero de 1943 en Newark, Nueva Jersey -, al hacer un repaso de su vida, Joseph Frank Pesci recuerde la ocasión en que la realidad pareció superar a la ficción y estuvo a un paso de ser detenido como sospechoso de un crimen por encargo.
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