“Llegó por fin la hora esplendorosa,
sufrida y noble Patria Venezuela,
en que tu bravo pueblo se rebela,
y rompe la coyunda ignominiosa”…
Poemas, Vorágine y Remanso
de Néstor González del Castillo Heinemann;
(Caracas, 8 de abril de 1920-Caracas, 23 de mayo de 1996).
En un artículo que publiqué el pasado 8 de febrero, en este mismo diario El Nacional, dedicado a María Corina Machado Parisca, quise hacer un “reconocimiento a su personal y titánico esfuerzo”. Señalé, con pretensión de ser claro y definitivo, a un mes de su secuestro y liberación exprés, que lo ocurrido el 9 de enero de 2025, un día antes de la toma de posesión ilegítima de Nicolás Maduro, había sido por decisión de esa propia narcotiranía castromadurista, y sin duda bajo presiones de la que sería pocos días después, a partir del 20 de enero, la segunda administración del presidente Donald J.Trump.
Se devolvía a María Corina, aquel mismo 9 de enero de 2025, la líder del momento, a su suerte de macabro cautiverio. Rehén de la tiranía, y no es cierto que «se la liberó» para que regresara a la clandestinidad, no. Esas no son más que palabras de falsa retórica. Forma no aconsejable con la cual algunos pretenden seguir manipulando verdades, que aun siendo duras son verdades que el pueblo tiene derecho a saber y a discutir. Se la devolvía a su enclaustramiento, en resguardo de su integridad física, bajo protección de la mirada de los Estados Unidos de América, aliado que se manifiesta como quien puede y decide.
Con dicho cautiverio, e inhabilitación previa en que se ha colocado a María Machado, de una forma u otra, todos estamos en una posición de rehenes, de una saga asfixiante y en situación de sobrevivencia, frente a un régimen narcoterrorista y genocida con sede en Miraflores, Caracas, en tanto que se presiona a los que están en Estados Unidos a regresar a Venezuela.
Prisioneros todos, en diversas formas y versiones, se nos trata de acuerdo con los intereses primero del lugar en que nos encontremos, dentro o fuera de nuestro territorio, y al límite de nuestras posibilidades propias, de cada individuo o familia. Por ello pedí a María Corina salir del territorio y a Edmundo que se juramentase.
Somos rehenes todos de tan espantosa realidad, a la que nos ha conducido la tiranía de terror con cara de Maduro. Pero así, también, rehenes de malas prácticas políticas de la seudodirigencia, que de continuarlas no nos representan más. Se nos aplican técnicas para dividirnos y desmoralizarnos desde la acera de enfrente, ante el llamado, por ejemplo, a elecciones de Asamblea Nacional y de gobernaciones. Una treta repetida del régimen, mal disfraz democrático que el mundo ya no les compra; sin embargo, nosotros no estamos siendo capaces de dialogar para asumir una decisión mucho más consensuada e inteligente de actuación conjunta.
¿Cómo se debe enfrentar o no al régimen tiránico, nuevamente en este momento dilemático y fangoso del terreno de fingimiento electoral? La ocupación de espacios de cierto poder formal limitado, ¿en qué nos beneficia y en qué nos perjudica? Sin duda, sabemos que estarán supeditados a la dictadura central, pero lo que es más grave realmente es la división a la que nos está logrando someter; más allá de los que dicen defender la abstención como necesaria, lo que por la inercia misma de las circunstancias conocemos que será muy alta, lo que sabemos favorece a quien detenta el poder.
Todos terminamos bajo el dominio de la red criminal internacional que, principalmente, se ha “sostenido en lo profundo del eje criminal principal, Moscú-La Habana” y sus cómplices, nacionales e internacionales. Debemos entender la geopolítica y cómo se va dejando ver los intereses de cada país frente al padecimiento y drama venezolano.
En 1810 el acta que suscriben los patriotas es en defensa de Fernando VII , para un año más tarde, el 5 de julio de 1811, declarar nuestra independencia. Son los hombres y sus circunstancias. Observo, no sin tristeza, que esta repetición de los mismos graves errores de percepción y manejo de la realidad, nacional e internacional, por parte de quienes se autoproclaman detentores, sin caducidad, de un mandato popular eterno, siguen habitando en las falacias que cada uno ha esgrimido en su momento, para su beneficio partidista, y siguen siendo los mismos actores “de reparto”, que han venido siendo puestos en la escena política desde finales del pasado siglo XX, hacia 1998; ya hace más de un cuarto de siglo.
De la decepción del no cobro de Henrique Capriles en 2013, abanderado presidencial electo en primarias con su partido Primero Justicia, pasamos a aquella entrega de Leopoldo López, y al no cobro de su escogido Juan Guaidó después de juramentarse un 23 de enero, sin asumir cabalmente el 23 de febrero de 2019, cuando debía hacerse entrar la ayuda humanitaria. Para seguir en la saga del no cobro, con la última de Edmundo y María Corina, el 29 de julio de 2024; quienes por instrucciones distintas al mandato de juramentarse y presionar su ejercicio de la Presidencia y Vicepresidencia, la misma que ganaron el 28 de julio de 2024, se encuentran en una especie de limbo político a la espera de una acción política liberadora.
Los que se consideran causahabientes del mando sobre nuestro país, al que ya han dejado perder tres veces por temerle a la reacción de la tiranía, siguen sin embargo erigiéndose en poseedores de un mandato del pueblo, pero por sobre el pueblo, para el manejo de su destino. De todo cuanto ocurra, o pueda ocurrir sobre la realidad venezolana, se consideran con derechos dirigentes otorgados, lo que los hace comportarse desde su prepotencia en parte de la misma tragedia novelesca anunciada, que se repite y repite como trama de una agenda política desgastada, para sostenimiento de toda una gran farsa de supuesta lucha decidida, que nada tiene que ver con realmente liderar la lucha clandestina y abierta desde donde se pueda, organizándose y abriéndose a la participación del pueblo en su sí legítima lucha para superar el secuestro del que ha sido víctima por más de veinte años.
Hoy, con ocasión de recordar lo que aconteció un Jueves Santo , el 19 de Abril de 1810, hace 215 años, en el lugar donde se dirimen cuestiones de gobierno de la Capitanía General de Venezuela, escribo con la mirada esperanzadora puesta en la rebeldía de las nuevas generaciones para el porvenir de Venezuela, y de la América toda.
La realidad nos muestra en el caso de Venezuela que no estamos frente a la urgencia de nadie; más que de los propios familiares de los presos de conciencia. A estos les han infligido daños físicos y mentales irreparables. Días, semanas, meses y años de sometimientos a torturas, a sufrimientos, chantajes y amenazas, bajo cadenas con las que el oprobioso régimen ha logrado mantenerse en el poder.
Ni serviles, ni espías, ni traidores,
manchen tu amado suelo Patria mía,
endiosando caudillos y tiranos,
para ganar prebendas y favores,
a costa de tu mal y tu agonía,
mientras gimen y sufren sus hermanos.
catedrainternacionallibertad@
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