Por LEÓN SARCOS
Tras esa huella, un grupo de distinguidas señoras encabezadas por la inolvidable poetisa Mercedes Bermúdez de Belloso, una tarde de esas calurosas de agosto, en que el té ni los buenos cocteles ayudan a mitigar la sed, a una de ellas –entre las que se encontraban Isabel García Garza, Alfonsina Castillo de Plaza, Rosario de Urdaneta, Irma Barboza, Catherine Hill, Carmen de Nagel, Romelia Arias y Lía de Bermúdez– se le ocurriría la novedosa idea de fundar un espacio para promover la participación de los marabinos en acciones de apreciación y creación artística y literaria para potenciar su realización espiritual y humana.
Las mencionadas promotoras, haciendo gala de su desinteresada vocación de servicio a la comunidad, reunidas en asamblea, fundaron el 23 de marzo de 1953 el Centro de Bellas Artes Ateneo de Maracaibo (CBA). Creaban formalmente la institución que haría posible edificar a futuro el escenario sin el cual no es posible la representación del arte: un teatro. Complementaban, al hacerlo, la arquitectura para hacer real la máxima de Gilles Deleuze: El arte es lo que resiste: resiste a la muerte, a la servidumbre, a la infamia, a la vergüenza. Y a los 71 años de existencia, ya cumplidos, continúa, sin ayuda gubernamental ni subsidio de ninguna institución pública, marcando la pauta en creación y promoción de la cultura.
Un esfuerzo colectivo
La tarea de las iniciadoras no sería nada fácil: había que buscar un espacio donde construir el edificio que sirviera de sede definitiva a la institución, que ya tenía diez años de fundada. En 1963, gracias al esfuerzo y persistencia del grupo de damas y a la llegada a la directiva del artista plástico, promotor cultural y bien recordado Oscar D’Empaire, se lograría que la compañía transnacional Shell cediera en donación el terreno de la casa donde funcionaban y los arquitectos Humberto Vera Barrios (1928-2011) y Tubal Faría González (1924-2011) proyectaran la obra Centro de Bellas Artes Ateneo de Maracaibo.
Mientras se desarrollaba la construcción, una niña de nombre Liliana Blanco, hoy de Montero, desde muy temprano enamorada del arte, a quien han tocado los años más difíciles de resistencia (2017-2024) a la infamia y a la indolencia –del gobierno nacional y de la mayoría de los distintos gobiernos regionales con el sector cultural–, se saltaba desde la casa de una tía que hacía fondo con la obra que se levantaba, para representar en la platea en proceso de construcción alguna escena de teatro inventada por ella y sus primos.
Desde que la conocí a la actual directora general, bastante tiempo atrás, siempre me atrajo la calidad de sus trabajos fotográficos –siendo estudiante–, su ingenua belleza y su profesionalismo, como lo demuestra la excelente evaluación hecha por sus empleadores en los trabajos que le ha tocado desempeñar desde su pasantía y ya graduada de licenciada en Comunicación Social, mención audiovisual, egresada de la Universidad del Zulia en 1983.
Liliana tuvo una larga pasantía, antes en el Centro Venezolano Americano (CEVAZ) entre los años 2010-2017, donde ocupó la Dirección de Cultura. Fue también coordinadora de relaciones externas y comunicaciones de Petrobras Energía Venezuela entre los años 2005-2009.
Se inaugura el Centro de Bellas Artes
Los zulianos tuvimos que hacer un gran esfuerzo –cuenta Liliana– para la culminación del Centro de Bellas Artes, a partir de una iniciativa del señor Luis García Nebot quien, bajo el lema “Maracaibo necesita un teatro”, dio inicio a una larga y fructífera campaña de venta de butacas, a 1.000 bolívares cada una, que se pagaban en cómodas cuotas de 100 mensuales.
Todo el mundo colaboró. El Zulia entero compró ese bono. La implementación de esa noble idea, lo que producía la escuela de idiomas, las donaciones de los sectores público y privado y un aporte especial que hizo la Presidencia de la República de esa época hicieron posible la puesta en marcha del teatro.
La inauguración tuvo lugar el 17 de noviembre de 1970, con la presencia del expresidente Rafael Caldera y un Concierto de Gala de la Orquesta sinfónica dirigida por Pedro Antonio Ríos Reina, actuando como solista la Pianista Judith Jaime. Eran tiempos de bonanza y de una pujante democracia en fase de institucionalización. El CBA sirvió de base fundamental para tomar conciencia sobre el interés que debe tener la actividad artística y cultural en la vida y el cultivo de las sociedades y el desarrollo integral del ser humano.
Un patrimonio de los zulianos
Según la directora general desde 2017 hasta la fecha, la gerencia administrativa del teatro se ha caracterizado, a lo largo de su historia, por un criterio amplio y universal, abierto y equilibrado de la orientación cultural, que abrió las puertas a todos los grupos regionales, nacionales e internacionales y que cubrían temáticas desde el folklore hasta las manifestaciones de arte contemporáneo de más actual relevancia. Ello le dio versatilidad a su programación, lo que hizo sentir al marabino que el Centro Bellas Artes, también es parte de su patrimonio.
Dadas sus características arquitectónicas, con un área total de 350 m2 y una embocadura de 15 m de ancho por 7 de altura, con una profundidad de 14 y altura total para la tramoya de 28 m, estas dimensiones, propias de cualquier gran teatro del mundo, le permiten amoldarse a los requerimientos de casi cualquier espectáculo, incluso de un ballet con tres escenografías diferentes, tal como lo hiciera en un espectáculo inolvidable en la década de los ochenta, el Ballet de Maracaibo, cuando realizaron la magistral presentación de El Lago de los Cisnes, donde Sasha Vojkic exhibió sus finos, agraciados y virtuosos dones de Prima Ballerina.
El teatro servirá de anfitrión de grandes festivales internacionales de teatro que se lograrán a través de convenios con el Ateneo de Caracas quienes gestionaron su realización y que permitió traer a Maracaibo grupos de varias partes del mundo: Brasil, Canadá e Italia. Igualmente, tales acuerdos hicieron posible traer a las estrellas del Ballet Soviético, al maestro del flamenco Antonio Gades, al Ballet Nacional de la India, y al bailarín ruso Alexander Goudonov y a Starr Danias.
Ayudar a formar nuevos artistas
Además –dice Liliana– de presentar grupos locales, nacionales e internacionales, el Centro de Bellas Artes se propuso estimular la presencia de grupos residentes de teatro, ballet, danza y música, que impartieran clases para los niños, jóvenes y adultos. Es decir, no solo se trata de ofrecer una programación variada y de calidad, sino también de ayudar a formar nuevos artistas y sensibilizar al público a través del aprendizaje de esos géneros.
La Orquesta Sinfónica de Maracaibo, fundada en 1958 y adscrita a la Gobernación del estado, con un bonito legado –dejado especialmente por sus maestros Eduardo Rahn y Havid Sánchez, y hoy dirigida por el hijo del primero, David Rahn– declarada patrimonio histórico de la nación desde 1983, tiene su sede en el teatro desde el momento de la fundación del CBA.
La directiva, en 1977, dará apertura a su propia escuela de ballet clásico, para formar bailarines profesionales para la docencia, investigación y extensión. A lo que seguirá la fundación de la Escuela de Danza Contemporánea en 1986. Entre 2007 y 2009 sufrirá la primera restauración gracias a la iniciativa de la Gobernación del estado. Se restauraron las 614 butacas y la alfombra, se restauró el piso del escenario, se cambió todo el sistema de iluminación, y se colocaron nuevos aires acondicionados.
Compactar sinérgicamente un equipo
No fue nada fácil –comenta Liliana, con su parsimonia característica– salir adelante en la coyuntura política-económica de febrero de 2017, cuando recibí la dirección general. Me encontré un país revuelto, polarizado y semiparalizado, donde por supuesto la cultura estaba más relegada que en tiempos de normalidad democrática. Fue un momento muy retador para alguien que asume las responsabilidades con ilusiones y mucha vocación de servicio. Llegó 2018 y se hizo manifiesta la crisis eléctrica, lo que constituyó un verdadero desafío para lograr concretar eventos y proyectos de relevancia o significación.
Fue –según Liliana– esa inestabilidad e incertidumbre lo que nos llevó a reflexionar, a pensar, y a establecer una política para enfrentar de manera inteligente la situación y a establecer una línea de acción que nos permitiera una gestión sostenible y autosustentable en el tiempo, para enfrentar con éxito los años por venir.
Es cuando se acomoda en su silla ejecutiva y toma impulso para decirnos con la suavidad de sus gestos: me di cuenta que cada quien andaba por su lado y lo primero que debía lograr era cohesionar el equipo para que funcionara sinérgicamente. Y juntos emprendimos un proceso de reingeniería de nuestros métodos de trabajo para trazar una estrategia de negocios macro y micro, donde cada una de las direcciones se potenciara con las otras, con una política que a partir del esfuerzo colectivo nos permitiera promover en equipo nuestras iniciativas y subsistir por cuenta propia.
Es así como, desde entonces, cada actividad que ejecutamos, cada evento que programamos, nos exige por igual el compromiso y la participación de cada una de nuestras unidades de negocio trabajando como un sistema integrado que conjuga los esfuerzos de todos, donde ninguna de las partes puede avanzar sin las otras. Somos un equipo y debo manifestar que gracias a ello hemos podido sobrevivir a todas las vicisitudes creadas por situaciones tan delicadas como el Covid y la indiferencia oficial, la mayor parte de estos años.
Esta cohesión en un gran equipo –continúa– nos ha permitido tener un control de nuestros ingresos y gastos, adaptarnos con flexibilidad a la crisis y detectar las pocas oportunidades y amenazas a tiempo para corregir o aprovechar nuevas, según sea el caso.
Los desafíos que tuvimos que afrontar
Pero –confiesa Liliana– tener un team que funciona de manera armoniosa y eficiente no es suficiente para sobrevivir en estos años difíciles. Sabemos que tenemos que lograr alianzas estratégicas con las instituciones más representativas de la región. Para ello requerimos la participación activa mediante convenios o acuerdos con todas las instancias gubernamentales, las universidades públicas y privadas, cámaras empresariales y academias asociadas al entretenimiento y la gestión cultural.
El desafío más complejo que hemos tenido que vencer –añade– lo vivimos durante la pandemia de COVID en 2020. Fue realmente un trabajo duro y paciente persuadir a las personas de que podían asistir con confianza a los pocos espectáculos que presentamos ese año. La pandemia estimuló en la gente una forma de entretenimiento desde su casa, fundamentada en el mundo digital a través de Internet. Una buena política comunicacional de prevención sobre las garantías higiénicas, de espacio, tapabocas y vigilancia rigurosa y el mantenimiento de los espacios necesarios escrupulosamente cumplidos hicieron que la gente volviera de nuevo confiada a nuestras salas durante el periodo en que la pandemia descendía.
Un reconocimiento a Luis Montiel
Hay una actividad –nos refiere– digna de mencionar, que se ordenó en el año 2023, de alto valor simbólico para nuestro gentilicio. Fue el gesto de reconocimiento al maestro Luis Montiel, a quien el Zulia debe la creación del telón de boca del Teatro de Bellas Artes –un inmenso tapiz guajiro que recibe al público en cada evento, realizado por el artista wayuu en el taller de arte guajiro Mali-Mai.
La dirección pidió al músico y compositor Enrique Rincón Canaán, la realización de una pieza musical que, acompañada de una secuencia de imágenes proyectada sobre el telón, destacara cada uno de sus detalles. Este espectáculo audiovisual lleva el nombre de Obertura Mali-Mai, a través del cual el público disfruta con la música, compuesta para ser interpretada con instrumentos wayuu, piano y algún sintetizador, y sobre el telón se despliegan imágenes del artista audiovisual Marlon Medina que le dan vida al tapiz como si este de alguna manera contara la historia de su creación.
Lo que hemos logrado
Hoy el teatro cuenta con dos agrupaciones de formación actoral: la Academia Barikai y la Academia TEA. Ambas ofrecen formación y producción de obras teatrales con una oferta para niños desde los 8 años, jóvenes y adultos. Tenemos también –comenta– la Academia de Música Bellas Artes, que inició actividades en 2023. Es la única escuela en Maracaibo con un pénsum donde los niños y jóvenes pueden aprender música de manera integral, desarrollando habilidades para un buen desenvolvimiento artístico y, a la vez, adquiriendo herramientas de tipo actitudinal significativas en la manifestación y práctica de valores de vida.
El CBA mantiene una programación permanente tanto para el teatro como para los espacios de galería y su extensión. Nuestro principal público es el que disfruta de una buena obra de teatro o un buen concierto de música clásica o pop. Asimismo, nuestro Servicio de Artes Visuales constituye la plataforma ideal para que artistas consagrados y emergentes puedan exhibir su talento a través de nuestra programación anual de exposiciones. Solo en 2023 el CBA registró una gestión de 232 actividades culturales que convocaron un total de 69.939 personas a lo largo de ese solo año.
Necesitamos actualizar nuestros equipos tecnológicos
Lamentablemente –y cuando lo dice deja traslucir su insatisfacción– para traer al siglo XXI al CBA se requiere la actualización de todo su equipamiento tecnológico. Aun cuando los equipos actuales cumplen con las funciones mínimas necesarias para ofrecer espectáculos de calidad, es el momento de su modernización para que sean compatibles con las nuevas tecnologías digitales. Asimismo, es hora de equiparlos con dispositivos que permitan llevar a otras fronteras –a través de las redes sociales y canales digitales– lo que aquí producimos. Disponer de una robusta plataforma de transmisión de data para llevar nuestros talentos a otros escenarios y también tener la posibilidad de interactuar con otros centros culturales del mundo.
Una de las manifestaciones que más me llena de satisfacción –dice– desde que estoy al frente de la Dirección General, es el sentimiento de propiedad que tiene el marabino por su teatro. Podría decir, con mucho orgullo y sin temor a equivocarme, que las generaciones que vieron nacer el CBA y los que han tenido la oportunidad de disfrutarlo lo sienten como una parte vital de su desarrollo como individuo y ciudadano.
Por esa razón, con mucha constancia y compromiso día a día crece nuestra convocatoria y eso nos exige también ser más proactivos, asertivos y eficientes en la preparación de nuestra programación.
Es la única forma, uniendo esfuerzos y vocación de servicio, en la que este gran equipo, dirigido por Liliana Blanco, ha encontrado la entereza para resistir al abandono y al menosprecio por la cultura del gobierno nacional. En tiempos cruciales para la vida del país donde empiezan a soplar vientos que auguran, para el sector cultura, el lugar preeminente que debe tener en cualquier gestión gubernamental de cualquier sociedad civilizada.
Liliana Blanco de Montero se ha ganado, por su amor al arte, su vocación de servicio al sector cultura, y su construcción de ciudadanía, el reconocimiento indiscutible de Zuliana de Primera Línea.
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