Asistí, por amable invitación de El Nacional y la Cátedra Vargas Llosa, a la IV Jornada Anual de la Cátedra Mario Vargas Llosa, celebrada el pasado 18 de octubre en el marco de un evento dedicado a «Un encuentro por la cultura en libertad». Fue una ocasión de particular importancia para Venezuela y para quienes creemos en la necesidad de defender y difundir los principios de libertad, unidad y democracia en la región. Este acto, cargado de simbolismo, no fue solo un espacio de reflexión cultural sino una llamada a la acción, plasmada en el discurso ofrecido por el presidente electo de Venezuela, Edmundo González Urrutia.
González Urrutia, con un discurso que evocó tanto los momentos luminosos de la democracia en América Latina como los desafíos que hoy enfrentamos, resaltó el valor de este encuentro. Lo hizo no solo en honor de Mario Vargas Llosa, a quien reconoce como uno de los más prominentes escritores en lengua española y un defensor incansable de la libertad, sino como reconocimiento al papel de los intelectuales en la construcción y defensa de los valores democráticos. En su discurso, el presidente electo no solo repasó el doloroso trayecto reciente de Venezuela, sino que trazó una senda de esperanza, llamando a la unidad y al rescate de los principios democráticos que han guiado históricamente al país.
Uno de los aspectos más relevantes del mensaje de González Urrutia fue su énfasis en el optimismo. En un momento en que Venezuela ha sido devastada por el populismo, como él mismo reconoció, este llamado cobra una dimensión aún mayor. En lugar de centrar su mensaje en la tragedia que vive la nación, González Urrutia optó por resaltar el espíritu de resistencia y la profunda herencia democrática que caracteriza al pueblo venezolano. Con la claridad de quien lidera en tiempos de oscuridad, afirmó que Venezuela está destinada a recuperar la libertad, y que ese proceso ya ha comenzado.
En su discurso, el presidente electo recordó también la notable contribución de Venezuela en los años promisorios de la democracia latinoamericana, y en especial el legado de Arístides Calvani. Como canciller venezolano, Calvani fue fundamental en apoyar las transiciones democráticas en Centroamérica, trabajando sin descanso para fomentar la paz y el respeto a los derechos humanos en una región marcada por conflictos civiles. Su labor, trágicamente interrumpida por su fallecimiento en uno de sus viajes de trabajo, sigue siendo un símbolo del compromiso venezolano con la libertad y la dignidad humana en el continente. Con Calvani como inspiración, González Urrutia subrayó que los venezolanos poseen la herencia y la voluntad para retomar ese mismo papel constructivo en la historia de América Latina.
El presidente electo también rindió homenaje al proceso de primarias que, en sus palabras, demostró la valentía de miles de venezolanos que se enfrentaron a enormes obstáculos para ejercer su derecho a elegir. “Quienes participaron, superando trampas y obstáculos, son auténticos héroes”, declaró, subrayando el coraje y determinación de aquellos que, a pesar de la represión, han hecho posible el sueño de una Venezuela libre.
Es significativo que González Urrutia haya mencionado a María Corina Machado como una figura clave en esta transformación democrática, describiendo su liderazgo como el motor de un movimiento cívico que, el pasado 28 de julio, selló la voluntad del pueblo de forma soberana e inequívoca. Este respaldo a Machado, sumado a su compromiso con una transición pacífica, dibuja un escenario de esperanza y propósito para el país. Este optimismo fue reforzado por su mensaje de unidad y su exhortación a que los venezolanos permanezcan firmes en sus principios.
El evento de la Cátedra Vargas Llosa, concebido como un espacio para la cultura y el pensamiento crítico, se convirtió en un símbolo de apoyo internacional y solidaridad con Venezuela, recordándonos que la cultura y la libertad están intrínsecamente ligadas. La presencia de figuras destacadas del ámbito literario, artístico, educativo y político subrayó la urgencia de actuar en defensa de los derechos y libertades fundamentales. Con el inspirador discurso de González Urrutia como centro, la jornada no solo honró la figura de Vargas Llosa, sino que también reafirmó el compromiso de la comunidad internacional con la causa democrática venezolana.
La lucha en Venezuela es compleja, y el camino está plagado de dificultades, pero el mensaje de González Urrutia fue claro: la batalla por la democracia solo puede ganarse con unidad y con la defensa inquebrantable de los principios. En sus palabras resonaron la firmeza y el compromiso de quienes saben que un futuro de paz y justicia es posible, y que el pueblo venezolano tiene la fuerza y la voluntad para alcanzarlo.
Sin embargo, no podemos pasar por alto una inquietud que El Nacional planteó en su reciente editorial, y que resulta esencial para el desarrollo de una democracia sólida: la apertura a una prensa libre y sin obstáculos. Incluso este artículo, que honra un discurso de gran relevancia, ha tenido que esperar debido a la falta de colaboración del equipo de prensa del presidente electo, lo cual no solo es lamentable sino preocupante. Si queremos cimentar una democracia real en Venezuela, es vital que el nuevo liderazgo sea transparente y proactivo con los medios, entendiendo que una prensa libre es el reflejo de una sociedad comprometida con la verdad y la justicia. La esperanza por una Venezuela libre requiere no solo de líderes inspiradores, sino también de una prensa que pueda cumplir con su papel sin restricciones.
El autor es diputado a la Asamblea Nacional (2020, exiliado). Ing. Electricista (IUPFAN) MSc, MBA, CAS (IESA, Tulane, ETH-Zürich).
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