“Consalvi, Guillermo Sucre y García Morales sabían que no era fácil conseguir en Caracas un gerente de la edición, con experiencia para dirigir una empresa editorial tan ambiciosa como esta. Se dieron a la tarea de buscarlo. Entonces, apareció el nombre del español Benito Milla, quien residía en Uruguay”
Por CARMEN VERDE AROCHA
Si revisamos la historia de los intelectuales y políticos que dejaron su impronta en el país durante los años sesenta, es difícil no tropezar con el nombre de Simón Alberto Consalvi (1927-2013), periodista, escritor, diplomático, historiador, editor y hombre de acción política, quien al ser designado por Raúl Leoni como presidente del Inciba (1), para el periodo 1967-1969, asumió el liderazgo en materia cultural con responsabilidad y gran cometido, bajo los lineamientos democráticos de institucionalización, modernización cultural y unificación de los círculos intelectuales de izquierda en torno al sector oficialista (2), que proponía el Estado. Su juramentación como presidente del Inciba se celebró en el despacho de J. M. Siso Martínez, quien presidía el Ministerio de Educación Nacional. El discurso de Simón Alberto Consalvi fue clave: «Somos un pueblo inteligente y despierto y vivimos en una etapa propicia para realizar una gran obra de creación. Soy un político joven y sin prejuicios, que concibe la cultura como la expresión superior de la condición humana y no escatimaré esfuerzo, por penoso que él sea, para afirmar y difundir nuestros valores» (3).
En 1964 el Estado conformó una Comisión de Estudio para el Fomento de la actividad editorial y la edición del libro venezolano (4), en el 1968 aprobó la creación de Monte Ávila Editores, obra que se hermana en parte con la gestión que había encabezado el Ministerio de Educación Nacional a partir de los años cuarenta, con las publicaciones de la Biblioteca Popular. En la década siguiente se dio continuidad con el surgimiento de la Biblioteca Ayacucho (1974) y el Fondo Editorial Fundarte (1975). A esto se sumaría, años más tarde, el establecimiento del Consejo Nacional de la Cultura (1975) sustituyendo al Inciba, para concretar la modernización del sector cultural en todas sus áreas y disciplinas artísticas, lo que permitió un desarrollo del campo editorial sin precedentes en nuestra historia.
La creación de Monte Ávila Editores (MAE) no fue un hecho aislado. En el exterior la edición de libros, durante los sesenta, estuvo marcada por el boom latinoamericano; puertas adentro, las empresas, las fundaciones privadas, los institutos de formación, los grupos literarios y particulares publicaban libros, revistas, celebraron premios, eventos y congresos que se incorporaron al desarrollo cultural y propiciaron el camino para el asentamiento y florecimiento de un nuevo rumbo de la edición humanística y literaria: Banco del Libro (1960), Editorial de la Biblioteca de la UCV (EBUC, 1961), revista CAL —Crítica, Arte y Literatura— (1962), Fundación Bigott (1963), Instituto de Diseño Neumann (1964), Zona Franca. Revista de Literatura e Ideas (1964-1984) (5), revista Imagen (1967), la celebración de la primera edición del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos (6) (1967) y el xiii Congreso de Literatura Iberoamericana (1967), entre otros. Todo el esfuerzo creativo, literario y editorial de la década se corona con la creación de Monte Ávila Editores en 1968.
Simón Alberto Consalvi avizoró el abanico de posibilidades que prometían los nuevos tiempos. Él fue el responsable de la creación de MAE. Una obra única e inédita. Él siempre insistió en que los recursos para crear la editorial surgieron por un accidente del azar, por un monto de 1.000.000 de bolívares para el Premio Rómulo Gallegos de 1967 y que no se ejecutó, y regresó nuevamente en la partida del Inciba en 1968, sin estar contemplado dentro de ninguna de las actividades de ese año.
De Guillermo Sucre, Luis García Morales, Ramón J. Velásquez y posiblemente de otros, surge la idea de crear una empresa editorial. Consalvi escuchó con atención la sugerencia de estos amigos y apenas tuvo la autorización del Ejecutivo, aprobó los recursos e hizo de ese proyecto su gran obra. Concibió una editorial con forma y contenido, sin obviar que el editor era el Estado y él su representante legal (como presidente del Inciba). La constituyó como una empresa registrada como compañía anónima, cuya referencia más cercana era el Fondo de Cultura Económica en México. Una vez obtenidos, le dio un nombre: «Consalvi alzó la mirada, como queriendo ver el futuro en lugar de la autopista. Pero lo que vio fue la omnipresente montaña —el Ávila— y exclamó: “¡Monte Ávila! La editorial tiene que llamarse Monte Ávila”» (7), y con ese nombre, le estableció su sede en la Castellana, en la quinta Cristina, al pie del Ávila.
El diseño del logo lo confió al maestro diseñador, de origen lituano, Gerd Leufert, quien trabajaba con él en el Inciba: «Vi los proyectos de Gerd. Su entusiasmo con el hallazgo que fue también mi entusiasmo, cuando logró esa maravilla de identificar con unas líneas la montaña y la editorial cuyo nombre escogí… En los grandes días de Monte Ávila Editores ese logo le dio la vuelta al mundo de nuestra cultura, dentro y fuera de Venezuela. Ese logo identifica a Monte Ávila. Identifica la inteligencia, el buen gusto, la modernidad y la creatividad de los venezolanos…» (8).
Consalvi, Guillermo Sucre y García Morales sabían que no era fácil conseguir en Caracas un gerente de la edición, con experiencia para dirigir una empresa editorial tan ambiciosa como esta. Se dieron a la tarea de buscarlo. Entonces, apareció el nombre del español Benito Milla, quien residía en Uruguay. El nombre de Milla le pudo haber llegado a Consalvi a través de Rodríguez Monegal, de Ángel Rama o del mismo Guillermo Sucre. Milla era un editor de prestigio, reconocido en Latinoamérica y con amigos en Caracas. Es así como Benito Milla es nombrado como el primer gerente administrativo de MAE, responsable de congregar en su catálogo a los grandes creadores y traductores del mundo, gracias a sus reuniones con intelectuales, agentes literarios y casas editoras de América Latina y de Europa. La presencia de este editor en MAE se dio en dos periodos: 1968-1970 y 1975-1979. Por supuesto, que la escogencia de los autores nacionales estuvo bajo la directrices de Sucre y Consalvi, quienes conformaron un equipo de trabajo sólido para ello. Desde ese entonces, MAE se convirtió en una de las editoriales de Hispanoamérica con mayor trascendencia y un modelo de negocio que contemplaba el cumplimiento de los derechos de autor y pagos de regalías, a través de los contratos que firmaba con autores, agentes literarios y editoriales: «Monte Ávila había nacido para ser una editorial venezolana, para impedir lo que era tradición en Venezuela de que el escritor pagara su propia edición; la idea era además pagarle sus regalías y esto quedaba escrito en el contrato, ofrecerle al autor venezolano una infraestructura» (9), una casa que legitimaba al escritor y lo presentaba ante el mundo de la crítica.
Las primeras maquetas de diseño y diagramación de los textos se hicieron at home, bajo la autoría del artista visual Alirio Palacios, por sugerencia de Consalvi, quien venía trabajando con él en el Inciba. Con el tiempo se contrataron los servicios profesionales outsourcing. Las impresiones de los títulos se hicieron en Editorial Arte, como bien lo confirma el maestro impresor Javier Aizpúrua, quien en 1968 trabajaba en esa imprenta. A partir de la aparición de MAE las imprentas pasaron a ser proveedores de servicios.
No se puede negar que MAE estuvo comprometida con la cultura y la democratización de la lectura. Una editorial que apuntó a la formación de lectores comunes, a los lectores de formación académica y la formación de los futuros escritores. Y lo hizo con publicaciones y traducciones de calidad, de manera consciente a través de sus diferentes colecciones: «Monte Ávila es la primera empresa editorial que en Venezuela publica de forma sistemática y continuada dentro de una planificación consciente y meditada» (10).
El ensayo La ilustración y la sociedad actual, del filósofo francés Lucien Goldmann, fue el primer ejemplar editado y publicado por Monte Ávila en 1968, en su colección Prisma. La traducción de la obra estuvo a cargo de la escritora Julieta Fombona.
Sin duda, Simón Alberto Consalvi fue clave en la concepción, diseño, creación y lanzamiento de la empresa editorial venezolana que ha tenido mayor alcance internacional y poder e independencia económica. Al entregar su cargo de presidente del Inciba en 1969, se retiró con una sola preocupación: «¿Cuál será el futuro Monte Ávila Editores?».
Referencias
1 Inciba (1960-1975). Pero dio inicio a sus actividades en 1965.
2 Carmen Verde Arocha. Empresas editoriales venezolanas. Apogeo y ocaso (1958-1998). Notas de historia cultural. Caracas: Editorial Eclepsidra / Abediciones, 2024.
3 María Teresa Romero. El enigma SAC. Travesía vital de Simón Alberto Consalvi. Caracas: Editorial Alfa, 2013.
4 En 22 de abril de 1987 se dictó el Decreto n.º 1528, el cual fue publicado en la Gaceta Oficial n.º 33.702. La Ley del Libro se promulga formalmente en 1997 /. Carmen Verde Arocha. Empresas editoriales venezolanas. Apogeo y ocaso (1958-1998). Notas de historia cultural.
5 Proyecto de Juan Liscano junto con Guillermo Sucre y Luis García Morales. Más tarde se unieron al equipo: Baica Dávalos, Rafael José Muñoz, Julio Miranda, Oscar Rodríguez Ortiz, Pascual Estrada Aznar, Carlos Tosco y Blanca Strepponi.
6 Otorgado al escritor peruano Mario Vargas Llosa por su novela La casa verde.
7 Alejandro Suárez y Pablo Gamba, «Por el camino de Monte Ávila», entrevista a Simón Alberto Consalvi. Revista Folios. Mayo, junio, julio. Caracas: Monte Ávila Editores (1998).
8 Consalvi, S. A., «La rana y el perro o la guerra asimétrica contra la Cultura», en El Nacional. Siete Días. Caracas, 2 de abril de 2006, D-4.
9 Oscar Rodríguez Ortiz. Testimonio, en: Carmen Verde Arocha. Empresas editoriales venezolanas. Apogeo y ocaso (1958-1998). Notas de historia cultural.
10 Alexis Márquez Rodríguez, «La función de la editorial Monte Ávila en el proceso de la literatura venezolana», en: Literatura venezolana hoy. Historia nacional y presente urbano. Karl Kohut (Compilador). 2.ª edición. Caracas: Fondo editorial de Humanidades y Educación. Vicerrectorado Académico. UCV. 2004.
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