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En el camino de la superación personal, Robinson Morey, neuropsicólogo venezolano, ha moldeado una historia de transformación que va más allá de los límites del cuerpo y la mente. Desde luchar contra el estigma del síndrome de Asperger a enfrentar los desafíos del trauma y la ansiedad, encontró en la espiritualidad y meditación las herramientas para construir puentes hacia la resiliencia.
Su viaje, que lo llevó desde las aulas de yoga en Venezuela hasta recibir un premio de Excelencia Humanitaria en India por su labor terapéutica con sobrevivientes de abusos sexuales, ahora lo coloca en una nueva cima: representar a Venezuela en el programa “The Young Leaders of the Americas Initiative”. En esta conversación con La Patilla, nos contó su compromiso con la acción social y cómo convirtió su liderazgo en una fuente de inspiración para cambiar vidas.
Por: Luis Eduardo Martínez | lapatilla.com
La espiritualidad se cruzó en la vida de Robinson de manera inesperada, transformándola por completo. Su historia, marcada por el cambio personal, revela cómo la búsqueda de salud no se limita solo a lo físico, sino que abarca lo emocional y el ser interior.
“La espiritualidad para mí es ser cada día un mejor ser humano”, comentó Morey, quien a los 17 años, al enfrentar la obesidad, descubrió en la meditación y el yoga el camino para mejorar su confianza y conexión consigo mismo. La visión de Robinson trasciende las barreras religiosas, y así abraza la diversidad y la unidad como pilares fundamentales.
Desafiar estigmas con resiliencia
Su viaje se extendió a través de su formación en Venezuela, hasta obtener una beca para estudiar medicina ayurvédica en India. Durante su estancia, recibió el Premio de Excelencia Humanitaria por su trabajo en psicoterapia, al ayudar a sobrevivientes de abusos sexuales.
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“Durante esos dos años que estuve allá hicimos trabajos de psicoterapia, yoga, meditación y sobre todo tratar de ayudar a las personas a salir de procesos traumáticos debido a que eran víctimas o sobrevivientes de abusos sexuales, tanto niños, hombres y mujeres y comunidad LGBT”, contó.
Pero de vuelta en Venezuela, Robinson enfrentó serios desafíos al ofrecer su ayuda a ONG locales y encontró rechazo en ciertos sectores. No obstante, su labor continuó en silencio a través de “Prema”, un proyecto multifacético que va más allá del yoga. “Donde pueda ser un mejor ser humano y aprovechar mis cualidades, allí está la espiritualidad”, afirmó.
El siguiente capítulo de su historia lo llevó a obtener becas de estudio en España y México, para cursar maestrías en Dirección de Recursos Humanos. Su tesis abordó problemas laborales y psicológicos desde la perspectiva del trauma, abuso y poder. Sin descanso, mientras esperaba la titulación, surgió otra oportunidad: becas en Neuropsicología y Deterioros Cognitivos de la Universidad del Colegio Latinoamericano de Educación Avanzada y la Universidad Magno.
“Puedo tratar desde el punto de vista psicológico a personas con deterioros o deficiencias cognitivas que le suceden después de un trauma. Una vez que ya tienes ansiedad instalada, un trastorno de depresión, un proceso de estrés, el continuo estrés, la continua ansiedad o cualquiera de estas patologías puede generar desconexión cognitiva en tu cerebro, pueden hacer que tus neurotransmisores, la red de mielina en los nervios caiga, y quedamos entonces con ciertas deficiencias cognitivas, llevándolas a un posible Alzheimer o enfermedades mayores”.
Aunque la experiencia transformadora en India, centrada en apoyar a víctimas de abuso sexual fue lo que resonó profundamente en su carrera. Cultivar la conciencia sobre los derechos humanos y personales en una sociedad con valores culturales diferentes fue un desafío, pero su labor generó un impacto que se reflejó en la creación de institutos en varias ciudades de India.
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“Lo que daba por sentado en India era totalmente lo que damos por sentado en Venezuela. Por ejemplo, tú eres libre, eres mujer y puedes ser libre de caminar donde quieras, vestirte como quieras, en India, debido a su cultura no. Entonces yo tenía que dar en ese país como un ABC, un ABC de dónde es permitido tocarse, de que incluso un primo, un amigo o un familiar no te debe tocar, porque en ese lugar la cultura es totalmente distinta”, explicó.
El poder de la sanación y la justicia
Abordar la sanación en situaciones delicadas implica diferenciar entre las terapias individuales y la transformación de la colectividad. Para Morey, revelar a la sociedad la normalidad de hablar sobre abusos es fundamental. El mayor desafío radica en cambiar la percepción arraigada, especialmente en casos de abuso masculino y la estigmatización de las víctimas.
“He visto muchas personas mayores de 50, por ejemplo, que llegan conmigo y me dicen: ‘lo que pasa es que fui tocada por mi tío hace 40 años atrás, cuando tenía diez años. Nunca se habló en la familia’, y por supuesto, eso va a influir bastante sobre cómo va a tratar luego a sus hijas o a sus hijos, cómo va a tratar a su esposo, a su pareja, si va a ser una persona constantemente sumisa o sumiso, porque el abuso se ve en ambas partes, el abuso en Venezuela, una gran parte del abuso que se desnaturaliza o se ve muy normal es el abuso masculino siendo menor de edad”.
Añadió que: “Jóvenes de 8 años que le decían que podían tocar a todas las mujeres o todas las mujeres están para ti, por supuesto, cuando crecen, tienen una perspectiva errónea, de cómo se debe manejar el mundo, y la mayoría de los matrimonios luego fracasan por esa idea errónea que fue implantada desde la niñez”.
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Robinson destacó la importancia de las terapias psicológicas como herramienta clave para brindar apoyo a aquellos que han experimentado traumas difíciles de expresar. En sus propias palabras, “la confianza de poder mencionarlo sería el primer factor de ayuda”. La neuropsicología, junto con prácticas como la meditación y el yoga, ofrecen herramientas para liberar a las personas de la constante opresión de pensamientos nocivos.
El neuropsicólogo explica cómo, a través de estas terapias, las conexiones con el trauma comienzan a disminuir gradualmente, al permitir a las personas superar los efectos devastadores. Aunque se reconoce que no hay resultados óptimos 100%, Robinson resaltó la posibilidad de reintegrar a las personas a la sociedad, tras proporcionarles una nueva perspectiva y liberarlas de la creencia de que todos pueden lastimarlas.
Una vez establecida la confianza, surge la necesidad de entender y aplicar la justicia. “¿Cómo puedo hacer justicia de lo que me está pasando? ¿Cómo puedo ayudar a otras personas a ejercer justicia?”, estas preguntas son clave en el proceso de empoderamiento de las víctimas.
“En Venezuela, desde el 2020, las cifras de abuso no han aumentado, no. Tanto otros como yo, estamos desde las sombras haciendo más visibles estos temas, y por supuesto, mientras más visibles son, los medios gubernamentales, oficiales, policías, tienen que prestarle más atención porque están siendo visibles, si no fueran visibles, ¿a quién le importa?”, cuestionó.
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Robinson no pasa por alto la vulnerabilidad de ciertos grupos, como la comunidad LGBT y personas con discapacidades. Señala picos estadísticos alarmantes, no porque haya más abusos, sino porque ahora se visibilizan más. Con ello, expone la necesidad de hacer justicia específica para estos grupos y su compromiso con la causa.
“Para muchos gobernantes en el mundo estos temas no son solamente trending, las personas siguen hablando de esto, no es solamente un año, cinco meses que vamos a hablar de esto como si fuera el cambio de look de una celebridad, no. Esto es un tema donde no es una persona, son miles de personas que lamentablemente se le han usurpado o se le han destruido sus derechos individuales y que no tienen capacidad o la voz para expresar lo vivido”, acotó.
Un líder para el mundo
Su reciente selección para representar a Venezuela en el programa “The Young Leaders of the Americas Initiative” no solo es un logro personal, sino un tributo al poder transformador de la perseverancia y el compromiso con la comunidad. La noticia, recibida en junio pasado, inicialmente parecía un sueño lejano para Robinson. Sin embargo, su empeño y dedicación para sobresalir en un proceso tan riguroso, donde solo 280 pudieron ser escogidos de cerca de 2500 aplicantes, demostraron ser las claves de su éxito. Con su proyecto “Prema Yoga”, el cumanés traspasa las fronteras convencionales para impactar positivamente en grupos poblacionales menos favorecidos.
“Esa mezcla de yoga, talleres, terapia musical, terapias ayurvédicas medicinales en India produce cambios, una persona que entra a potenciarse a orar con nosotros sale totalmente distinta, y hemos tenido muchos casos de éxito y esto fue lo que le brindé a este grupo de ‘The Young Leadership of The Americas Initiative’, y a ellos les encantó porque es todo en un solo paquete, la persona no tiene que buscar a diez especialistas, en un solo lugar puede encontrar todo y, por lo menos yo, me gusta hacerle un estudio socioeconómico a las personas para saber en qué podemos contribuir y qué no”.
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La singularidad de la propuesta captó la atención de los organizadores del programa, quienes valoraron su labor social y enfoque en comunidades marginadas. Su participación en “The Young Leaders of the Americas Initiative” no solo lo posiciona como un representante de Venezuela, sino como un líder que busca extender sus conocimientos más allá de las fronteras.
Robinson también reveló sus planes para llevar consigo la esencia misma de las tradiciones venezolanas. Con la intención de mostrar la riqueza cultural del país, planea compartir canciones del folclor y destacar la resiliencia y la calidad humana que caracterizan al pueblo venezolano.
“Creo que los venezolanos me escucharían un poco más estando allá en Estados Unidos, al decir desde allá: ‘mira, nosotros los venezolanos tenemos una cultura muy grande, tenemos la capacidad de poder entender muchos procesos, hemos pasado por diversos tipos de situaciones que nos hacen crecer, que nos hacen más grandes como seres humanos, con una mejor calidad humana’. Entonces, tampoco podemos perder la cultura del respeto, la cultura de conectar con las otras personas para no corromper su integridad personal y reconocer cuando cada uno de nosotros, los seres humanos, puede decir: ‘ya, basta, esto no es para mí, no quiero ser tocado de esta manera’, eso también debe entrar en este momento dentro del concepto de cultura, y no solo en Venezuela, sino en otros países”, señaló.
Pero el aspecto más emocionante de su participación será el desafío de presentar una idea que destaque la labor de “Prema Yoga”. Este proyecto, que ha transformado vidas en Venezuela, busca ampliarse y encontrar eco en Estados Unidos. La responsabilidad de ser el primer venezolano en ganar este reconocimiento es un peso que Robinson lleva con humildad y determinación.
“Dar a conocer todos los aprendizajes que he obtenido en Venezuela y otros, es una buena combinación para que en Estados Unidos puedan seleccionar y darse cuenta de que este programa que yo hago acá o que mi institución hace acá, puede implantarse en cualquier lugar del mundo”.
Por ello, Morey expresó su deseo de obtener financiamiento de instituciones norteamericanas para expandir aún más su labor social.
Transformar vidas y dejar una huella
La trayectoria de Robinson ha tomado fuerza en el exterior y aunque no es “profeta” en su tierra, ofrece ayuda a cientos de venezolanos que experimentan situaciones traumáticas como violencia de género, abuso sexual, incluso laboral, y la xenofobia que afecta cada vez más a los migrantes latinos lejos de su país. En este sentido, este portavoz compartió con orgullo su compromiso con aquellos que buscan un cambio no solo físico, sino también emocional. Sin duda, es un líder espiritual sin fronteras.
El admirable erudito y experto de la meditación pretende dejar un legado en las futuras generaciones en el ámbito humanitario. “Tengo una frase muy particular: ‘No hay tiempo para dudar’. No es el momento de crear pensamientos que nos lleven a la duda. En el momento que tengas ganas de hacer algo, tienes que buscar a alguien que pueda asesorarte, buscar al mejor que pueda, asesorarte y no dudes de las personas que tienen el potencial de ayudarte”.
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Morey insistió en la importancia de descubrir cuál es el propósito que se desea cumplir, acudir a las personas idóneas para materializarlo y lograr un impacto social. “Eso es lo que he hecho últimamente. Apliqué a muchos aspectos en diferentes lugares para ser seleccionado en esto o aquello y la mayoría de estas instituciones no me dieron la oportunidad o no era viable para ellos”.
“Pero basta y sobra que realice una actividad que haya sido importante para muchas personas en la sociedad, entonces allí sí (…) cuando tu acción va más allá de todas tus palabras, muchas personas pueden ver tu trabajo, tu labor. No es tiempo para dudar, no es el momento de rendirse”, agregó.
Desde la perspectiva de este venezolano idealista, la erradicación de maltratos, abusos e incluso xenofobia no es solo una utopía, sino una meta alcanzable a través de su granito de arena en el vasto desierto del cambio.
“Creo que mi labor es una raya más para el tigre”, afirmó con convicción. Su voz, impregnada de determinación, se propaga como una llamada a la acción. Y aunque reconoce que el camino hacia la justicia y la equidad puede ser empinado, su contribución es esencial para ejercer una transformación en las sociedades. En su opinión, es un esfuerzo continuo por generar conciencia, utilizando la educación como la herramienta evolutiva que puede adaptarse y cambiar junto con el mundo.
“Si tú quieres cambiar a este mundo, tienes que adaptarte a la realidad actual de este mundo y no hacer cosas del pasado o extremadamente del futuro para poder cambiar el presente. Adáptate, observa lo que hay alrededor. ¿Qué necesita la humanidad? ¿En qué necesitamos especialistas en este momento? ¿Necesitamos especialistas en derechos humanos, en violencia de género, en temas de conflicto y paz? Entonces tenemos que darle eso a la humanidad para que puedan ser escuchados”, mencionó.
En un mundo lleno de desafíos, Robinson Morey se alza como un líder inspirador que construye conciencia. Su historia es un recordatorio de que cada esfuerzo, por pequeño que sea, contribuye a la formación de un mañana donde la igualdad no se tenga que exigir, sino que sea inherente de las acciones como sociedad y seres humanos.