La lucha entre el Ejército de Myanmar y los grupos rebeldes por el control de la ciudad fronteriza de Myawaddy, en el sudeste del país, ha dejado ver en abril a miles de birmanos escapando para refugiarse en la vecina Tailandia.
Mientras muchos regresan a Myanmar debido a una tregua en los combates, otros buscan un escape más permanente al conflicto.
Conflicto extendido
Myanmar está atravesando un momento crítico durante su conflicto posterior al golpe de Estado de 2021. Ya van para más de tres años de choques con grupos rebeldes que ganan territorio de manera significativa y lanzan ataques sin precedentes contra el régimen militar.
Los grupos étnicos armados han capturado bases en el estado norteño de Shan y en el estado de Rakhine desde octubre.
El éxito más significativo se produjo a través de la Unión Nacional Karen (KNU, en inglés) que a principios de abril anunció que había forzado la rendición de cientos de soldados militares de Myanmar que habían tenido el control de Myawaddy.
Desde entonces, la junta ha recuperado su posición ocupando una base en Myawaddy, pero todavía lucha por conservar el control total del KNU y sus aliados.
Los medios locales informan que los refuerzos de la junta avanzaban hacia Myawaddy el lunes por la tarde.
La ciudad fronteriza conecta el comercio por valor de miles de millones de dólares que pasa entre Myanmar y Tailandia cada año.
Marcada tensión
Saw Thoo Kwei es propietario de una pequeña empresa en Myawaddy. Asegura que la situación en la ciudad se ha deteriorado desde el reciente conflicto.
«Durante un período particularmente intenso del conflicto, tuve que buscar refugio cerca de la frontera en Myanmar por una noche», dijo a la Voz de América. “A medida que la situación se fue calmando gradualmente, regresé a casa. Pero no puedo quedarme aquí mucho tiempo debido al conflicto”, añadió.
Este hombre de 30 años es dueño de una tienda de comestibles en Myawaddy, pero las semanas de combates entre tropas gubernamentales y rebeldes han afectado la vida cotidiana en la ciudad.
“Actualmente no hay vigilancia en Myawaddy, ni siquiera policía de tránsito. La mayoría de las oficinas gubernamentales están cerradas. No hay combates en la ciudad, pero la gente vive con miedo. Muchos civiles están preocupados por la artillería pesada, como los proyectiles de mortero”, relató.
Su negocio también se ve afectado por la incertidumbre, lo que ha llevado a Saw Thoo Kwei a hacer planes para abandonar Myanmar.
“Las pequeñas empresas no tienen muchas existencias para vender debido a los tranques de carreteras. Los combates en Myawaddy han afectado gravemente a nuestro negocio. Vemos menos clientes, lo que significa que las ventas han bajado y, a veces, tenemos que cerrar la tienda.
“Con los cortes de energía y los precios disparados, la situación se está poniendo difícil. Tenemos que preocuparnos de si los ladrones atacan nuestra tienda cuando las cosas se ponen tensas, lo que demuestra lo inseguro que puede ser Myawaddy. Mi única opción viable es trasladarme a Tailandia”, afirmó.
Desde abril, los combates han continuado a pesar de que la KNU anunció que sus fuerzas se habían retirado de una base en la ciudad. La lucha por el control de Myawaddy llevó a que al menos 1.300 refugiados birmanos cruzaran desde Myanmar a Tailandia, informó The Associated Press el 20 de abril, citando a funcionarios tailandeses.
Huyendo del reclutamiento
Pero ese número puede ser mayor, como dijeron a Myanmar Now los voluntarios que ayudan a los refugiados que 3.000 fueron devueltos a Myanmar cuando los combates en la ciudad fronteriza se calmaron temporalmente.
Tailandia comparte una frontera terrestre de 2.400 kilómetros de largo con Myanmar.
La ciudad fronteriza tailandesa de Mae Sot, situada al otro lado del río Moei desde Myawaddy, está acostumbrada desde hace mucho tiempo a recibir a miles de personas de Myanmar, muchas de las cuales huyen de la guerra.
En una casa segura no revelada en Mae Sot, permanece casi una docena de refugiados de Myanmar que han huido del conflicto en las últimas semanas.
Kyaw Zin Oo, profesor de física de la región de Ayeyarwady, dijo a la VOA que necesitaba abandonar Myanmar para evitar ser reclutado por la junta.
“Llegué aquí hace 17 días. Tenía dos opciones: ir con el ejército [de Myanmar] o venir. Elegí venir a Tailandia porque veo más futuro aquí. Tengo amigos que se han sumado a la revolución. Pensé en unirme, pero también pensé que todavía puedo apoyarlos desde aquí con donaciones y enviándoles comida”.
Otros refugiados birmanos, que no quisieron ser identificados, dijeron que abandonaron Myanmar porque la junta los había atacado a ellos y a sus familias por su participación en protestas antimilitares.
El ejército de Myanmar promulgó una ley de reclutamiento en febrero que hace que 14 millones de hombres y mujeres sean elegibles para ser reclutados en el ejército y dice que reclutará hasta 60.000 nuevos miembros al año. The Irrawaddy (un medio birmano asentado en Tailandia) informa que el ejército ha comenzado a reclutar a rohingyas a pesar de que el grupo étnico minoritario sufrió atrocidades por parte del ejército de Myanmar en 2017.
La junta busca reforzar sus filas para poder resistir el impulso ganado por los grupos rebeldes en los últimos meses.
Chi Lin Ko, un trabajador agrícola de Yangon, sentado en una cabaña de bambú en un área de descanso de una carretera en Mae Sot, reflexiona sobre su próximo paso. El trabajador agrícola de 19 años abandonó Myanmar hace más de un mes.
Pero la perspectiva de luchar para el ejército lo asustaba.
“Recibí un folleto [de reclutamiento militar] en mi casa. Mis vecinos se unieron, pero yo vine aquí porque no quería alistarme en el ejército. He oído que hay un salario como paga, pero al alistarme en el ejército no hay manera de que pueda irme después de unirme”, dijo.
Si Chit Lin Ko alguna vez tomara las armas, no sería por el Tatmadaw, como se le conoce a las Fuerzas Armadas. «Si no tuviera familia, iría a luchar con los grupos revolucionarios», dijo.
Una de las razones por las que el adolescente abandonó Myanmar fue para mantener económicamente a su familia. El conflicto ha devastado la economía del país, que es un 10% más baja que en 2019, según un informe de diciembre del Banco Mundial.
«Tengo una familia y necesito cuidar de ella, así que necesito ganar dinero», dijo Chit Lin Ko.
La ONU dice que al menos 45.000 refugiados de Myanmar han ingresado a Tailandia desde el golpe militar de hace más de tres años.
Aunque el gobierno tailandés se ha comprometido recientemente a dar la bienvenida a “100.000 refugiados de Myanmar”, Tailandia no es parte de la Convención sobre Refugiados de 1951 y no tiene un marco legal interno específico para la protección de los refugiados urbanos y los solicitantes de asilo.
Desde que los militares tomaron el poder en Myanmar, casi 5.000 personas han sido asesinadas y más de 26.000 arrestadas, según grupos de derechos humanos.
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