«Todos lo sabían, no pueden negarlo».
Desde septiembre, los 50 hombres han aparecido, uno tras otro, en el estrado de la corte en Avignon.
Usualmente, en casos de violación, la indagatoria sobre el carácter de los acusados puede durar varios días.
En este juicio, debido a la gran cantidad de imputados involucrados, se ha condensado en unas pocas horas como máximo. Sus vidas han sido diseccionadas a una velocidad récord, convirtiendo con frecuencia la sesión judicial en una letanía de historias de abuso y trauma.
Simoné M, un trabajador de la construcción de 43 años, dijo que había sido violado cuando tenía 11 años por un amigo de su familia, quien le ofreció trabajo cuidando de su ganado en un territorio francés de ultramar en Nueva Caledonia.
Padre de cuatro, Jean-Luc L, de 46 años, le contó al tribunal cómo él y su familia habían abandonado Vietnam en un bote cuando era niño y vivieron en un campo de refugiados en Tailandia durante varios años antes de trasladarse a Francia.
Fabien S, un hombre de 39 años con varias condenas previas, incluyendo tráfico de drogas y abuso sexual a un menor, fue abusado y golpeado por sus padres de acogida desde muy temprana edad. Como varios otros, dijo que sólo se dio cuenta durante una consulta psiquiátrica ordenada por la corte que sus nebulosos y dolorosos recuerdos de infancia constituían en realidad una violación.
Muchas esposas, parejas y miembros de las familias de los acusados fueron llamados a declarar sobre el perfil de los implicados. Ellos también se esforzaban en buscar respuestas mientras trataban de entender cómo los hombres en sus vidas pudieron haber terminado «atrapados en este tipo de situación», como lo expresó una mujer.
«Quedé en shock, no suena a algo que él haría en absoluto. Era la alegría de mi vida», dijo el anciano padre de Christian L.
El bombero también está siendo investigado por poseer imágenes de abuso infantil, al igual que otros cuatro acusados, y enfrenta 16 años de prisión. «Algo debió haber pasado, debe haberse deprimido», pensó su padre en voz alta.
«Siempre estaré ahí para él»
Corinne, la exesposa de Tierry Pa, un exconstructor de 54 años, dijo que él siempre había sido «amable» y «respetuoso» con ella y sus hijos y parecía dejar la puerta abierta a una reconciliación con él.
«Cuando me dijeron de qué se le acusaba dije: ‘Nunca, eso es imposible… No entiendo en absoluto lo que está haciendo aquí’».
Ella cree que había sido la muerte de su hijo de 18 años lo que había llevado a su exmarido a caer en una profunda depresión, a empezar a beber y, finalmente, a ponerse en contacto con Dominique Pelicot.
«Siempre estaré a su lado, pase lo que pase», dijo la ex novia de Joan K, nacido en Guyana. A sus 27 años, es el más joven de los acusados y un antiguo soldado del ejército francés.
Ha negado haber violado a Gisèle Pelicot en dos ocasiones. Si bien sabía que estaba inconsciente, dijo que no se dio cuenta de que ella no había dado su consentimiento.
En un mar de lágrimas, una mujer llamada Samira dijo que ha pasado los últimos tres años y medio «buscando respuestas» que expliquen por qué Jérôme V fue a la casa de los Pelicot en seis ocasiones.
«Teníamos relaciones sexuales a diario, no entiendo por qué tuvo que irse a buscar a otra parte», dijo sollozando. Sigue manteniendo una relación con Jérôme V, quien trabajaba en una verdulería en el momento de su detención.
Él es uno de los poco que ha admitido haber violado a Gisèle, diciendo que le gustaba la idea de tener «rienda suelta» sobre ella, pero culpó sin embargo a su «sexualidad incontrolable».
Gisèle Pelicot: «Fui violada con la conciencia plena»
Muchas ex y actuales parejas de los acusados han sido sometidas a tests para comprobar si, como Gisèle, también habían sido drogadas. Una mujer dijo que siempre tiene «la terrible duda» de que el «hombre respetuoso, atento y dulce» que conocía también había abusado de ella sin saberlo.
Desde el inicio del juicio, se ha insistido mucho en la necesidad de encontrar un elemento que una a todos estos hombres.
«No aparece por ninguna parte» un denominador común, además del hecho de que todos fueron a la casa de los Pelicot por su propia voluntad, han dicho los propios abogados de Gisèle.
Pero hay un factor que innegablemente todos los acusados tienen en común: todos ellos tomaron la decisión consciente de no ir a la policía.
El bombero Jacques C, de 73 años, sostuvo que lo consideró, pero que «luego la vida siguió su curso», mientras que el electricista Patrice N, de 55 años, afirmó que «no quería desperdiciar todo el día en la comisaría».
En los primeros días del juicio, se le preguntó a Gisèle Pelicot si le parecía legítimo pensar que los hombres habían sido manipulados por su marido.
Negó con la cabeza: «No me violaron con una pistola en la cabeza. Me violaron con plena conciencia».
Casi como una ocurrencia tardía, preguntó: «¿Por qué no acudieron a la policía? Incluso una llamada anónima podría haberme salvado la vida».
«Pero ninguno lo hizo», dijo ella tras una pausa. «Ni uno solo de ellos».