El espíritu navideño se refleja en distintas regiones del cerebro.
Cada cena del 24 de diciembre, cada almuerzo del 25, a veces son un puñado, a veces decenas de personas que se sientan alrededor de una mesa. En ese encuentro anual surge dentro de cada integrante y -también en forma colectiva- algo a lo que en general se le llama “espíritu navideño”, un deseo especial de disfrutar y compartir un momento. Pero ¿existe en realidad tal cosa? ¿Hay algún respaldo científico que avale su existencia o se trata simplemente de un decir, un latiguillo que se repite una vez por año?
Por Infobae
Para ello, primero pidieron a los 26 participantes que completaran una encuesta relacionada con sus tradiciones navideñas, también con sus orígenes para comprender sus antecedentes culturales. Algunas de las preguntas eran: “¿Alguna vez celebraste la Navidad?” “¿Cuáles son tus sentimientos sobre la Navidad (mayormente positivos/mayormente negativos)” “¿Viviste toda tu vida en Dinamarca?”.
Gracias a esas preguntas categorizaron dos grupos: “el grupo Navidad” y “el grupo no Navidad”. Diez participantes fueron asignados al “grupo navideño” (ocho hombres, dos mujeres) y otros diez al “grupo no navideño” (ocho hombres, dos mujeres). Los seis participantes restantes fueron excluidos porque encontraron una fuerte conexión con la fiesta del 25 de diciembre pese a no tener ninguna tradición de Navidad o, por el contrario, identificaron sentimientos negativos pese a tener una historia de celebración regular.
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