La profunda crisis política venezolana no es solo un problema nacional, se ha transformado es un asunto geopolítico por diversos factores. Un signo de esta afirmación es la intensificación de la presión de varios países, en medio de la ONU, en la Asamblea General pasada, contra el descarado robo electoral de Maduro. De allí surgió una declaración llamando a Maduro a aceptar una transición democrática, pero, también, se exigió al régimen venezolano el cese a la «represión generalizada» contra la oposición y de «los abusos y violaciones de los derechos humanos». Llama la atención que algunos países no se agregaron a la declaración, pero no se opusieron, sobre la represión y violación de derechos humanos han dado declaraciones de prensa alertando sobre la ola represiva desatada por el gobierno venezolano después del 28 de julio.
Es un problema geopolítico que afecta el mundo libre occidental, en especial a América. El régimen de la pandilla cívico-militar, en primer lugar, es factor de desestabilización de los Estados de Derecho democráticos, en razón que financia y promueve a grupos de izquierda, normalmente terroristas, además, exporta la delincuencia, así lo ha venido haciendo, sacando de la cárcel a lo peor de los criminales, dándoles nueva identidad y una suma para que sobrevivan, los pone en la frontera con la amenaza si vuelven los ejecutan. Son muchos los países americanos que están padeciendo el azote de esos criminales expulsados malévolamente por la pandilla gobernante en Venezuela.
En segundo lugar, ha establecido alianzas con países fuera de la región, que son conflictivos cultural y políticamente con la idiosincrasia de América y Occidente. Fundamentalmente, la cultura islámica, representada por Irán, tiene entre sus objetivos acabar con la cultura occidental cristiana y liberal. Es conocido que Irán favorece a sectores radicales practicantes del terrorismo como arma política. Quizá por imitación la pandilla cívico-militar ha realizado terrorismo de Estado contra sus nacionales.
En tercer lugar, es un gobierno fracasado que convirtió al Estado venezolano en estos momentos en Estado fallido porque no puede garantizar su propio funcionamiento y los servicios básicos a la población, las políticas públicas implementadas han llevado al país a la mayor crisis de su historia. Esta situación ha provocado el mayor volumen de desplazamiento humano en América Latina, en busca de mejores condiciones de vida y superar la miseria que a que fueron sometidos. Estos grandes desplazamientos han provocado serios aprietos en Colombia, Ecuador, Brasil, Perú, Chile, Argentina y Panamá. También ese fenómeno migratorio ha creado impacto en Estados Unidos, en España y Portugal. Ante el robo electoral y la frustración en la población de no producirse el anhelado cambio, las mediciones sociales indican que ocurriría otra ola de desplazados venezolanos.
Un alto funcionario colombiano comentó que para Colombia sería altamente perjudicial, no estaban preparados ni tenían recursos para afrontar ese problema. En las últimas semanas de nuevo se han visto miles de venezolanos en las fronteras con Colombia y Brasil, con sus pocos haberes al hombro y de la mano, algunos, con sus pequeños hijos. Indudablemente, que un flujo migratorio de esas dimensiones ocasionara fuerte impacto en el empleo, en los servicios, en el tejido social de esos pueblos en los cuales pueden surgir tendencias discriminatorias y rechazo al venezolano.
Por otra parte, el régimen de la pandilla cívico-militar ha quebrantado, en forma permanente y sistemática, normas de Derecho internacional sobre Derechos humanos, cometiendo crímenes de lesa humanidad y genocidio contra las poblaciones indígenas de su territorio, hechos comprobados por un sustentado informe de las Naciones Unidas elaborado por la comisionada Bachelet y otras comisiones.
La problemática venezolana, muchos gobiernos y muchos líderes mundiales, la han mirado para el costado, por falta de interés de algunos de ellos, o lamentablemente algunos por interés. Pero, ahora, parece que, si la toman en serio, pues han percibido que no es, solamente, una crisis de un país, sino que muchos efectos de ella están produciendo repercusiones negativas sen sus países.
Con base en esta catastrófica actuación del gobierno venezolano, la presión internacional se ha intensificado para que ocurra una transición en Venezuela, se reconozca el triunfo de la oposición liderada por MCM y EGU. Varios países han entrado en conversaciones para buscar una salida en paz. Sabemos que una de las exigencias de Maduro es protección para él y su familia. Esto está provocando fisuras y lucha interna entre ellos, algunos afirman, radicalmente, “todos o ninguno”. Pensamos que lo más apropiado es una transición negociada, esto evitaría sufrimiento a la población venezolana. Una apuesta a la paz exige ciertos sacrificios. Por eso hay que buscar elementos de equilibrio para que las innumerables víctimas de la tiranía no queden abandonadas y sin reparación.
El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!