El siguiente análisis es el resultado de un estudio praxeológico, filosófico, económico, sociológico neurocientífico, y criminógeno, basado en los autores como: Ludwig von Mises, Antonio Gramsci, Milton Friedman, Dietrich Bonhoeffer, Carlo Cipolla.
Mises en la época de 1940, en su libro La acción humana, explica que gracias a la revolución marginal las ciencias sociales entran en lo que él llamó la “praxeología”, que es el estudio de la acción humana, es decir, que primero vemos el comportamiento de los individuos y a partir de esas observaciones podemos sacar conclusiones. Metodología que he usado para llegar a las siguientes conclusiones:
La crisis política en Venezuela continúa sin resolverse. La sastrería jurídica del oficialismo (TSJ) convalidó la victoria de Maduro en las elecciones del 28 de julio usurpando las funciones del Consejo Nacional Electoral.
Sin embargo, la oposición representativa y participativa asegura que según 80% de las actas que pudo recoger, el claro ganador es Edmundo González y reclama al CNE la publicación de los resultados. Mientras tanto, la comunidad internacional intenta mediar, pero sus propuestas han sido rechazadas por el momento. Y la vasta mayoría de los venezolanos ven que, como pasó en años anteriores, la crisis humanitaria se puede profundizar si no hay soluciones políticas.
Por eso nos preguntamos, ¿qué viene ahora?
Aunque cada escenario está lleno de matices y puede que incluso se mezcle uno con otro, en este artículo comento tres posibles escenarios hacia los que puede derivar esta situación.
Existen dos formas de llegar a conclusiones en este caso: de la forma keynesiana, en la cual de forma consciente o subconsciente siempre se tiende a tener diagnósticos erróneos, por lo tanto, soluciones erróneas que llevan a más crisis sociales, políticas y económicas. Básicamente, las personas de pensamiento keynesiano analizan la situación de forma pragmática. Como por ejemplo mensajes o soluciones esperando que la comunidad internacional venga y resuelva la situación en la cual nos metimos, o peor aún, llamar a una intervención militar extranjera. Con marchas el gobierno no se marcha, o con la marcha de las actas, mientras no se dan cuenta de que hay una marcha de venezolanos hacia el exilio en otros países.
En cambio, la praxeología analiza la situación de forma deductiva y entendimiento de la acción humana de forma previa a cualquier dato o estadística. El interés de la praxeología no son los objetivos de la acción, sino la acción en sí misma, independientemente de las circunstancias. Esto quiere decir que apunta a los medios y no a los fines.
El foco de atención de la praxeología se centra en el individuo que actúa. A partir de dicha observación, genera principios y axiomas que le permiten desarrollar un análisis del proceso de acción.
El primer camino que pongo sobre la mesa es que “todo queda igual como está”; esto quiere decir que la situación se mantenga más tiempo tal y como está. El gobierno de Maduro parece interesado en prolongar el estado actual, vendrán fiestas, vacaciones, elecciones y esto distraerá a la coalición dominada. Nicolas Maduro apuesta a la utilidad marginal decreciente. Esto es la idea de cada unidad de un bien pierde valor a medida que incrementa su oferta, es algo deductivo al igual que la trigonometría y la acción humana. En las ciencias políticas la conocemos como la perdida de efervescencia de la espuma.
Ahora mismo, el poder de Nicolás sigue fuerte, pues la coalición dominante de fuerzas institucionales que ahí lo mantienen, entre ellas las Fuerzas Armadas, sigue cohesionada. Con esto pretende varias cosas: que la oposición representativa y participativa se refugie ante la presión política, judicial y policial, que la comunidad internacional pierda el interés y que la gente tenga que resignarse a resolver su día a día. Pero para esto el oficialismo necesita ganar tiempo. En crisis anteriores, el chavizmo logró hacerlo, aunque los hay que creen que esta ocasión es diferente. Para muchos, en este momento el gobierno no tiene ya tanta fuerza y está a la defensiva, mientras que la oposición es la que está a la ofensiva.
Para muchos analistas y opinadores dicen que la oposición parece contar con más fuerza que en anteriores ocasiones: está unida, tiene respaldo internacional y publicó unas actas que respaldan su denuncia de fraude.
El gobierno genocida y el Estado deletéreo y criminógeno, prefiere mantener las cosas tal y como están para evitar las reacciones y decisiones que esto podría traer y que aumentarían el descontento entre la población. Mientras tanto, los venezolanos ven como siguen empeorando los servicios, la pobreza, la salud, la educación y la violencia.
El segundo escenario planteado es “la profundización de la crisis económica, la represión y la política” que el gobierno opte por una crisis más aguda. Aunque esto significa aceptar que les apliquen más sanciones económicas, que les impidan la venta de petróleo o los obligue a venderlo más barato, afectando esto a su flujo de caja. También es posible que sus familias en el extranjero sean perseguidas por autoridades internacionales y que, no solo los líderes sino también militares medios y funcionarios públicos, vean sus propiedades y visas congeladas.
A su vez, si ocurriera este escenario, se podría traducir que el gobierno radicalizara su respuesta. Serían capaces de incendiar el país y gobernar sobre sus cenizas. Pero no solo en contra de la oposición y sus activistas, como ya se denunció estos días, sino hacia la población en general. Caso que vemos hoy día con la detención de menores de edad, hijo del dueño de un equipo de beisbol profesional, personas que fungieron como testigos de mesas, personas que dieron alojamiento a los candidatos de oposición entre otros.
En mi concepto el gobierno de Maduro está dispuesto a profundizar el autoritarismo, si tiene que hacerlo, para tratar de mantenerse en el poder.
El análisis praxeológico, sociológico y criminógeno apuntan a que podría llegarse a la situación en que los ciudadanos fueran incapaces de manifestar sus opiniones en público, acceder a redes sociales u organizarse en comunidad para resolver problemas cotidianos, a esto se le define la bóveda del miedo.
Y si llegara a producirse esto, creen que significaría un aislamiento casi total de Venezuela y se agravaría profundamente la crisis migratoria, afectando por tanto a los países vecinos. Los hay que ven incluso en los casos de Cuba o Nicaragua ejemplos de lo que podría ser una profundización del autoritarismo en Venezuela,
con una oposición anulada y elecciones sin competencia.
El tercer escenario es “una posible transición”, es la opción menos probable hasta el momento, pero no podemos descartar que se acabe produciendo una transición política.
Ahora bien, la oposición está apostando a que se produzca un quiebre dentro del gobierno y Maduro se vea obligado a negociar su salida. Hasta el momento parece difícil, salvo que la crisis se deteriore o se produzca un estallido social de la magnitud del Caracazo en 1989. En ese caso, es posible que el apoyo a Maduro entre militares y funcionarios se fracturaran. Además, en medio de una crisis económica, evitar las deserciones es más complicado. Es entonces donde entra en juego la posibilidad de una transición política y de las negociaciones.
Varios personajes de la política nacional e internacional, han propuesto soluciones como unas nuevas elecciones o un gobierno de cohabitación transitorio, pero por el momento tanto el gobierno de Maduro como la oposición han rechazado estas iniciativas. Sin un acuerdo o negociaciones a la vista, parece que la solución política para Venezuela está lejos de descifrarse
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