Los virus pueden hacernos toser para propagarse, como ilustra este aerosol simulado de tos en Berlín en 2020. Pero, ¿qué pasa cuando ese virus ya no es detectable pero seguimos tosiendo? FOTOGRAFÍA DE CHRISTIAN JUNGEBLODT, LAIF, REDUX
¿Te has resfriado, tienes gripe, VRS o COVID recientemente, pero no consigues deshacerte de la tos? No eres el único. El síntoma puede persistir durante semanas después de que nuestro organismo haya eliminado el virus.
Michael Shiloh, médico especializado en la investigación de enfermedades infecciosas en el UT Southwestern Medical Center de Texas (Estados Unidos), dice que los pacientes con tos a menudo informan de que habían estado enfermos hasta ocho semanas antes de acudir a su consulta. “En realidad, ya no podemos detectar virus en estos individuos y, sin embargo, siguen tosiendo”, afirma.
A finales de 2023 se produjo en Estados Unidos un aumento de los casos de gripe, VSR y COVID-19 que se ha prolongado hasta 2024. Y aunque las pruebas positivas para estas enfermedades se han estabilizado o han disminuido en todo el país en las últimas semanas, el número de personas que buscan atención médica para las enfermedades respiratorias sigue siendo elevado en gran parte de los EE. UU.
Los científicos aún no saben exactamente por qué las personas sanas sufren este tipo de tos pertinaz. Pero la investigación sobre cómo las infecciones interfieren en los nervios de las vías respiratorias está revelando nuevas pistas.
¿Qué es la tos?
Según el neumólogo e investigador Lorcan McGarvey, de la Universidad Queen’s de Belfast (Irlanda del Norte), la tos es un importante reflejo que protege las vías respiratorias de peligros como gases nocivos, agua o restos de comida mal tragada.
El reflejo lo desencadenan nervios que llegan hasta las vías respiratorias. Estos nervios están decorados con proteínas receptoras que reaccionan a todo, desde el aire frío hasta la capsaicina, la sustancia química que hace picantes a las guindillas. Cuando un irritante activa esos receptores, los nervios envían señales al cerebro a través del nervio vago que experimentamos como ganas de toser.
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