«Si bien hubo otras cosas que también fueron muy importantes, en particular las reformas de Mijaíl Gorbachov en la Unión Soviética, así como (el sindicato) Solidaridad en Polonia, no hay duda de que para muchas personas todo se encapsuló en la caída del Muro de Berlín».
Al desaparecer el bloque soviético desaparece también el orden bipolar que había dominado el mundo desde el final de la II Guerra Mundial y cambian profundamente las relaciones internacionales, que pasan a articularse en torno a un solo polo: Estados Unidos.
«La Unión Soviética había perdido la Guerra Fría y el mundo se convirtió, por un tiempo, en un mundo unipolar liderado por Estados Unidos», dice Harrison.
«Cuando cae el muro, EE.UU. entiende que su sistema político y económico había sido capaz de vencer al contrario y eso confirmaba la validez, la superioridad del modelo», coincide Quero.
En ese sentido, se empiezan una serie de acciones para fomentar los sistemas democráticos, explica Quero, que van desde los préstamos a través de organismos internacionales como la Organización Mundial del Comercio y el Banco Mundial hasta intervenciones militares, que en muchos casos han resultado infructuosas, como las de Somalia y Haití, o las invasiones de Afganistán en 2001 e Iraq en 2003.
Todo este proceso de cambio se da en el contexto de las políticas económicas liberales lideradas por Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en Reino Unido.
En ese sentido, la caída del Muro de Berlín simbólicamente representa «el gran triunfo del liberalismo», dice Morales.
Y eso, según el profesor de la UNAM, tuvo efectos particularmente importantes en América Latina.
«Asistimos al fortalecimiento de los regímenes liberales que llegaron a América Latina en esa época, en los años 80, que se fortalecieron como modelos económicos, políticos y, por supuesto, ideológicos, y que guiaron las naciones de América Latina por varios años».
«Algunos países centroamericanos, Colombia, Brasil, Argentina, Chile, México… todos llevaron a cabo políticas de adelgazamiento del Estado».
Pero si hay un punto en la región donde se notaron sobremanera las consecuencias de la caída del Muro y, en última instancia, de la descomposición del bloque soviético, ese fue Cuba.
En ese momento, Cuba depende del dinero que llega de la Unión Soviética, y esa fuente de ingresos desaparece.
A partir de ese momento, la isla tiene que repensar su posición en el mundo y también su propia viabilidad económica.
«Se había generado la idea de que la URSS era como el gran padre y Cuba se quedó huérfana», dice Morales.
El Muro de Berlín cayó hace 35 años, pero algunos de los ecos de la Guerra Fría siguen presentes hoy en día, señala el experto, como demuestra que la mayoría de los ejercicios militares de la OTAN se llevan a cabo en Europa del Este, en la frontera con Rusia.
«Quizá habría que llamarla de otra forma, pero ahí está».
*Esta es una actualización de un artículo originalmente publicado el 9 de noviembre de 2019.