La pobreza en América Latina ha continuado reduciéndose tras el impacto que generó la pandemia de COVID-19, pero la región todavía enfrenta una fuerte desigualdad que debe ser combatida con el fortalecimiento de sistemas de protección social, reveló el martes un informe de la CEPAL.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe dijo en su informe «Panorama Social» que la región se caracteriza por una alta desigualdad, baja movilidad social y débil cohesión social con políticas sociales y sistemas de protección débiles, que no reducen los efectos de la desigualdad arraigada en el sistema productivo.
«La disminución de la pobreza a nivel regional en 2023 se explica principalmente por la evolución de su incidencia en el Brasil, país que contribuyó con alrededor del 80% de la variación observada en el promedio regional», precisó.
«La pobreza, a nivel agregado, continuó reduciéndose de manera gradual después del alza que tuvo durante la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19) y alcanzó al 27,3 % de la población en 2023, el registro más bajo de pobreza de América Latina desde 1990, aunque muy similar al observado en 2014», agregó.
Sin Brasil, la pobreza regional habría quedado en un 28,4 %.
En tanto, para este año el informe proyecta que la pobreza se reduzca al 26,8 % (170 millones de personas), mientras que la pobreza extrema sea del 10,4 %.
El resultado del 2023 representó una disminución de 1,5 puntos porcentuales respecto de 2022 y una baja de más de 5 puntos frente a 2020, el año en que se desencadenó la pandemia. La pobreza extrema se ubicó en un 10,6 %.
A nivel de países, Colombia, El Salvador, Paraguay y República Dominicana redujeron el indicador en al menos un punto, mientras que en Honduras y Perú aumentó.
El reporte señaló que en ocho de los 12 países que redujeron la pobreza en el lapso 2021-2023, los ingresos provenientes del trabajo asalariado fueron la principal fuerza que impulsó el retroceso.
También tuvieron un efecto importante las transferencias públicas -que incluyen programas estatales como las entregas monetarias condicionadas o no-, las ayudas de emergencia y las pensiones no contributivas.
Por otra parte, la distribución de la riqueza es aún más concentrada y desigual que la del ingreso, señaló.
El nivel de gasto social en la región se mantuvo relativamente estable en 2023, con un promedio equivalente al 11,5 % del PIB, 0,1 puntos porcentuales más que en 2022, destacó el reporte.
«Más allá de las diversas realidades de los países en cuanto a brechas de pobreza y sus equivalentes en valor económico, es posible establecer metas comunes de gasto público sostenibles que permitan avanzar en la erradicación de la pobreza», dijo.
El mercado laboral mostró poco dinamismo, sin cambios en la tasa de participación laboral entre 2022 y 2023, mientras que la tasa de ocupación creció 0,3 puntos porcentuales y la tasa de desocupación promedio descendió 0,6 puntos.
El fortalecimiento de los sistemas de protección social «en particular la protección social no contributiva, es un espacio estratégico para la adopción de un enfoque integrado que pueda tener impactos significativos en la reducción de la pobreza, las diversas causas de la desigualdad y los bajos niveles de cohesión social», afirmó.
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