Los directores de la policía fronteriza de Panamá informaron el miércoles que se ha registrado una diminución en los cruces de migrantes por la jungla del Darién desde que comenzaron a cerrarse varios pasos en las últimas semanas y a canalizar ese flujo irregular a través de lo que llaman un “corredor humanitario”.
Sin embargo, la migración por esa inhóspita ruta hacia Estados Unidos no cesa. De acuerdo con las mismas autoridades, en lo que va del año 212.426 migrantes la han cruzado, una cifra que se acerca a los más de 248.000 que lo hicieron entre enero y julio del año pasado.
Ese año marcó un récord con más de medio millón de cruces de migrantes, principalmente de venezolanos, ecuatorianos, colombianos y chinos.
En una conferencia de prensa, los directores del Servicio Nacional de Fronteras (SENAFRONT) indicaron que en lo que va de julio —y a más de dos semanas de que el presidente José Raúl Mulino tomara posesión con la promesa de contener la masiva migración en la frontera con Colombia— han pasado alrededor de 11.363 migrantes, unos 9.000 menos comparado con igual periodo de 2023.
Mulino anunció al tomar posesión el 1 de julio que buscará poner fin a esa creciente migración mediante cierres de pasos selváticos, bloqueo por mar y un plan de repatriación de los migrantes que crucen sin documentos apoyado por Estados Unidos.
El director general del SENAFRONT, Jorge Gobea, lo atribuyó a recientes medidas como el cierre —con alambre de púas— de más de cinco pasos clandestinos que hasta el momento abarcan un total de 4,7 kilómetros y a los que podrían adicionarse más.
La Defensoría del Pueblo de Colombia advirtió recientemente en un comunicado que los migrantes se ven expuestos a sufrir laceraciones, tras visitar una zona colindante entre ambos países y detectar la cerca con alambre.
Gobea consideró que las informaciones sobre las nuevas medidas del gobierno entrante para desalentar la migración por esa ruta están calando, aunque admite que la estación lluviosa también podría ser un factor que impulse a los migrantes a detener su tránsito.
“Hay un efecto porque las comunicaciones e informaciones lo están difundiendo de que hay una cerca y que tienen que caminar por su solo lugar”, planteó Gobea, quien estuvo acompañado del director de operaciones de la institución, Héctor De Sedas.
Generalmente, los migrantes que cruzan por el Tapón del Darién parten en lanchas del municipio colombiano de Nococlí y se dirigen a las localidades de Acandí y Capurganá, desde donde ingresan a la jungla darienita.
De Sedas explicó a The Associated Press que los que llegan por Acandí suben directamente al paso que han establecido para atravesar el corredor selvático pero los que lo hacen por Capurganá —donde está el hito que establece los límites de ambos países— se encontrarán con los pasos clausurados.
“Nosotros apelamos a los migrantes que, a sabiendas que esa ruta ya esta cerrada, que tomen la otra y más segura”, indicó De Sedas. Agregó que muchos lo están haciendo gracias a que se pasan la voz o mensajes a través de sus teléfonos celulares o redes sociales.
“Pero eso también depende mayormente del traficante de personas que contratan para que los lleve de Necoclí hasta Acandí o Capurganá”, señaló.
Aseguró que se está dando el caso que los traficantes siguen llevando a muchos migrantes hasta Acandí y los dejan abandonados. “No les importa porque van a seguir ganando dinero”, agregó.
Las autoridades de Panamá y Colombia acusan al Clan del Golfo — una poderosa organización dedicada al tráfico de drogas y el crimen organizado— de amasar sumas multimillonarias con el trasiego de migrantes en esa zona fronteriza.
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