Un buen escrito que reseñara la descripción de una invasión militar conducida por venezolanos desde bases operacionales asentadas en algunos países amigos muy bien puede narrarse así en borrador. «Era un buen día para la democracia venezolana. El sol apenas comenzaba a asomarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rojos, cuando el silencio matutino fue roto por el zumbido creciente de los helicópteros. Una formación de aves de acero emergió sobre Caracas. Sus siluetas se reflejaban recortadas contra la luz del amanecer. Los rotores giraban con fuerza, creando un viento que agitaba los árboles y hacía temblar los corazones de los caraqueños que habían salido a trabajar y esperanzados se atrevían a mirar hacia arriba. Los helicópteros, armados hasta los dientes, se dirigían con precisión hacia Miraflores, Fuerte Tiuna, La Carlota, San Bernardino, El Paraíso y Boleíta en ruta de puntos previamente marcados con una X en rojo en los mapas desgastados por el tiempo y la urgencia. Cada uno de ellos, con tripulación y comandos venezolanos procedentes del exilio, era un portador de la restauración democrática y constitucional. Un símbolo de poderío militar para la libertad y la independencia se cernía sobre la capital venezolana. En las cabinas, los pilotos gochos, llaneros, maracuchos, orientales y centrales intercambiaban miradas de determinación; sabían que el destino de la independencia, de la libertad, de la soberanía, de la unidad de la nación y del futuro pendía del hilo del cumplimiento de su juramento, hasta perder la vida. En la tierra, el eco de sus motores resonaba como un presagio para el régimen en el palacio de gobierno y las unidades militares que habían jurado fidelidad recientemente al presidente usurpador. Era una advertencia de que la intervención militar estaba a punto de desatarse. Era el final. Con cada giro de las hélices, la tensión crecía, y la capital, que alguna vez fue un bastión de esperanza con la letra de su himno seguid el ejemplo que Caracas dio, se preparaba para enfrentar la tormenta que se avecinaba. Siempre estuvieron esperando esto. Era el momento de las malas».
La solicitud
El expresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez acaba de pronunciarse después un largo discurso en Cúcuta a favor de solicitar una intervención internacional en Venezuela para desalojar del poder al régimen de la revolución bolivariana que encabeza Nicolás Maduro. Es inevitable asociar una intervención contra el régimen que usurpa el poder desde el palacio de Miraflores y contra todas sus estructuras que orbitan en torno al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) amalgamadas en el poder popular. Los venezolanos se han paseado por todo tipo de fórmulas para lograr el cambio político, casi desde la misma llegada de la revolución en 1998 por la vía electoral al advertir el grave error de elevar a la primera magistratura de la nación a un inescrupuloso y golpista. Las opciones pacíficas han pasado por las elecciones de 2000, 2006, 2012, 2013, 2018 y ahora 2024. Está incluido en ese paquete constitucional el referéndum revocatorio de agosto de 2004. También incluidas en el articulado de la carta magna, específicamente en los artículos 138, 333 y 350 los eventos de calle que desembocaron en el desconocimiento de la autoridad del comandante en jefe por parte de los altos mandos militares y la renuncia del teniente coronel Hugo Chávez el 11 de abril de 2002. Similares situaciones de la protesta de los ciudadanos en ejercicio de sus derechos se vivieron en los años 2014 y 2017. Los venezolanos han probado internamente todo tipo de opciones para resarcir la vigencia del Estado de derecho en la Constitución Nacional y restablecer la libertad, la independencia, la soberanía, la paz y la unidad de la nación.
La petición surge después de que Maduro se juramentó el pasado 10 de enero y consolidó el golpe de Estado iniciado el pasado 28 de julio con el desconocimiento de los resultados electorales que dieron como ganador a Edmundo González Urrutia.
Y es que habiéndose cerrado la opción de la gente en la calle con la represión ejercida por las fuerzas de seguridad del Estado en respaldo inconstitucional al régimen usurpador, especialmente la Fuerza Armada Nacional (FAN), una intervención armada con factores completamente venezolanos y otros internacionales de apoyo; esta se ejercería como respuesta necesaria, pertinente, oportuna y proporcional a la violencia generalizada que se ha impuesto y al terror que está ejerciendo Nicolás Maduro para garantizarse la permanencia en el poder desconociendo la voluntad popular del voto y la soberanía establecida en el artículo 5 de la Constitución Nacional. Su juramentación del pasado 10 de enero de 2025 terminó de consolidar el golpe de Estado del 28 de julio próximo pasado. Voceros importantes de la nomenclatura del régimen han manifestado públicamente que no los van a sacar del poder por las buenas ni por las malas. La oposición democrática ha probado todas las facultades establecidas en el texto constitucional por las buenas.
La propuesta de una intervención militar en Venezuela que hace el presidente Uribe tiene un contexto internacional bien significativo frente a la situación política venezolana. La mayoría de los países democráticos del continente han reconocido como presidente electo a Edmundo González Urrutia. Similar postura se ha mantenido desde la Unión Europea y los países amigos de la democracia. Francia, Alemania e Italia se han mantenido en una vanguardia de apoyo público hacia los venezolanos, igual que la ONU y la OEA. En la subregión latinoamericana son reveladores los soportes políticos que se han manifestado desde Argentina, El Salvador, Panamá y República Dominicana. Sus presidentes han abrazado la causa de la recuperación democrática venezolana y las aspiraciones de su pueblo. Hay un rechazo importante hacia la dictadura venezolana después del golpe de Estado que desconoció los resultados electorales del pasado 28 de julio y que se consolidó el 10 de enero de 2025. Hay una magnífica actitud en el ambiente internacional
Este planteamiento en su forma debería estar integrada en prioridad por el voluntariado venezolano en el exilio que existe y está distribuido en la diáspora. Específicamente en el comando de las unidades de maniobra y el Estado Mayor. Una condición debe privar: la bandera y los estandartes operativos deben ser completamente venezolanos.
Esas cuatro bases operacionales venezolanas en Argentina, El Salvador, Panamá y República Dominicana proyectarían las fuerzas operacionales ya organizadas, dotadas y entrenadas con agregaciones de internacionalistas de otros países, hacia el territorio venezolano para el rescate de la democracia.
Todas las estructuras militares que adscriben a los profesionales de la Fuerza Armada Nacional en la situación de retiro en el mundo y en Venezuela, que cotidianamente emiten comunicados sobre la situación política militar venezolana y que conceden entrevistas sobre el tema en todas las redes sociales y difunden videos sobre el tema, deberían de pronunciarse públicamente sobre esta propuesta del expresidente colombiano.
Es una buena manera de aportar con hechos a la causa del presidente electo Edmundo González Urrutia en sus tareas del exterior y de María Corina Machado en el interior de Venezuela.
Estamos refiriéndonos al Frente Institucional Militar, a la organización Carive, a los que alentaron y apoyan aún a Erick Prince y Ya Casi Venezuela, al comisario Iván Simonovis y sus redes públicas, a los Defensores Populares de la Nueva República, el Movimiento de Militares Retirados que reiteradamente han anunciado a este como el momento de quiebre de la Fuerza Armada Nacional.
Esta debe ser la hora en que el miedo cambia de bando. O como decía el personaje de Juan Parao de la novela Cantaclaro de Rómulo Gallegos: este es el momento de cambiar el menudo por la morocota.
Habiendo cerrado el régimen todas las opciones pacíficas y electorales; la alternativa de la resistencia activa, de la rebelión popular y de la insurgencia prevista en la Constitución Nacional de la república en los artículos 138, 333 y 350, estas se convierten en el camino para el cambio político en Venezuela y para la libertad.
El cierre de la novela después de varios capítulos entre los cuales el más significativo fue cuando los militares activos, desde el ministro y el Estado Mayor superior, y todos los cuadros de la estructura decidieron sumarse a la causa de la libertad. «Al final del día, el presidente usurpador, atrincherado en su búnker del palacio de gobierno y custodiado al final por elementos paramilitares, de la guerrilla colombiana y de la delincuencia común, en una suerte de los batallones de la dignidad de Noriega, decide rendirse. No tuvo tiempo de acercarse a la Nunciatura Apostólica».
The end.
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