Y si bien hoy se encuentra detenido, aún no enfrenta la justicia internacional por los crímenes de lesa humanidad que se le imputaron desde la Corte Penal Internacional.
Una suerte distinta a la de Putin y Al-Bashir enfrentó el expresidente de Serbia, Slobodan Milosevic, quien se convirtió en el primer jefe de Estado europeo en ser acusado de genocidio y crímenes de guerra.
Fue detenido en 2001 por orden del primer ministro serbio Zoran Djindjic, quien luego sería asesinado (13 de marzo de 2003).
Se enfrentaba a tres acusaciones por atrocidades cometidas en Kosovo, otra por crímenes en Croacia y una tercera por genocidio en Bosnia (1992 y 1995).
Las tropas de Milosevic dejaron más de 200.000 muertos en Bosnia y 2 millones de personas sin hogar, además de realizar una limpieza étnica de albaneses en Kosovo.
También se le atribuyó una presunta connivencia en la masacre de más de 7.000 varones musulmanes en Srebrenica en julio de 1995.
Milosevic fue hallado muerto en su celda en La Haya el 11 de marzo de 2006, antes de que pudiera concluir su juicio.
Charles Taylor
Otro caso exitoso de la CPI es el del expresidente de Liberia, Charles Taylor, quien recibió una condena de 50 años de prisión en un tribunal de crímenes de guerra de La Haya respaldado por Naciones Unidas.
Taylor fue declarado culpable de ayudar, armar e instigar a los rebeldes de Sierra Leona durante la guerra civil de 1991-2002.
Según los jueces, los rebeldes fueron responsables de decenas de miles de asesinatos y violaciones.
Una atrocidad característica de los rebeldes que invadieron Sierra Leona en la década de 1990 era cortar miembros con un machete o un hacha.
A Taylor se le atribuyeron 11 cargos, entre ellos terror, asesinato, violación y el uso de niños soldados. Pero el tribunal respaldado por las Naciones Unidas consideró que su influencia no alcanzaba la responsabilidad de mando.
La fiscalía del Tribunal Especial para Sierra Leona pedía una pena de 80 años de prisión, que la defensa consideró excesiva.
Al final, Taylor se convirtió en el primer exjefe de Estado declarado culpable por crímenes de guerra en una corte internacional desde los juicios de Nuremberg contra los nazis.
Charles Taylor cumple su condena en Reino Unido.
Felicien Kabuga
El 29 de agosto de 1998, la Corte Penal Internacional para Ruanda acusó al empresario Félicien Kabuga por genocidio.
Pero el acaudalado empresario burló durante más de dos décadas y media a los fiscales del tribunal, utilizando 28 alias y poderosas conexiones en dos continentes para eludir su captura.
En mayo de 2020, finalmente fue detenido en París.
Los fiscales afirmaron que Félicien Kabuga colaboró con los escuadrones de la muerte en la matanza de tutsis y utilizó una emisora de radio para incitar al odio contra ellos.
Unos 800.000 tutsis y hutus moderados fueron asesinados en el genocidio de Ruanda.
Kabuga fue acusado de crear lo que los fiscales han descrito como el arma más poderosa en la ejecución del genocidio: una emisora de radio que se utilizó para movilizar a un grupo étnico, los hutus, para que se alzaran en armas contra los tutsis.
Se alega que la emisora de radio emitió mensajes de odio, describiendo a los tutsis como «cucarachas».
También se le acusó de adquirir machetes y proporcionárselos a escuadrones de la muerte para realizar matanzas.
Y pese a que la justicia internacional llevó adelante un juicio en su contra, éste fue suspendido por considerarse que sus problemas de salud mental no le permitían “participar significativamente” en el proceso, proponiéndose un procedimiento alternativo.