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“Mi deseo es romper el círculo de soledad y de silencio en el que me encontré durante demasiados años, un silencio ensordecedor. Mi deseo es que se reconozca la verdad y el mal que hemos sufrido, que haya justicia, que se nos visibilice: somos muchas más que dos. Pero nos piden silencio, desaparecer, nos desacreditan como ‘mujerzuelas’ y esto no es aceptable”.
Por: La Nación
Ante más de cien periodistas de todo el mundo, por primera vez contó públicamente su atroz historia de abusos sexuales, espirituales, psicológicos, de conciencia y de poder Gloria Branciani, una exmonja italiana que en abril cumplirá 60 años y que, junto a la eslovena Mirjam Kovac, fue una de las víctimas del exjesuita Marko Ivan Rupnik, artista famoso en todo el mundo por sus mosaicos y pinturas y desde hace unos años, centro de un escándalo que representa otro dolor de cabeza para el papa Francisco.
De 69 años, aunque fue expulsado de la Compañía de Jesús en junio del año pasado, Rupnik sigue siendo sacerdote en Eslovenia. Es conocido en todo el mundo por haber decorado con sus coloridos mosaicos la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico del Vaticano y haber llevado su arte también a varios otros lugares del mundo en Italia, España, en los santuarios marianos de Fátima, Portugal, y Aparecida, Brasil, así como en iglesias dedicadas a Juan Pablo II de Cracovia, Polonia y Washington DC, Estados Unidos, entre otros.
El escándalo en torno a su figura estalló en diciembre de 2021 cuando, después de la publicación en algunos medios de testimonios de exvíctimas con detalles escabrosos, la Compañía de Jesús admitió en una nota que ese año el Dicasterio para la Doctrina de la Fe había recibido una denuncia en su contra por abusos sexuales y psicológicos de parte de monjas de la Comunidad de Loyola de Ljubljana, Eslovenia, fundada en la década de 1980 por una religiosa que tenía a Rupnik como “padre espiritual”. Esa comunidad fue luego intervenida por la Santa Sede y el ex Santo Oficio cerró el caso porque los hechos habían prescrito.
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