Ana Tulia Jiménez, Lucía Peraza y Silvina Schreiner nacieron en diferentes países, en medio de diferentes realidades y economías, y con diferentes formaciones; pero las tres tienen algo en común: tienen más de 50 años y trabajan en sus propios emprendimientos para ganarse la vida o para realizarse profesionalmente.
Ni mayores, ni viejas, ni anticuadas. Simplemente, mujeres silver. Así se hacen llamar, actualmente, aquellas que tienen esta edad o más y que, no se averguenzan por ello sino, al contrario, les enorgullece estar en un punto de su vida donde no solo permanecen activas, sino más decididas, desde el punto de vista económico y social.
A este segmento, precisamente, pertenece Silvina, de 62 años. Nació en Buenos Aires, pero vivió 20 años en México. Se desempeñó como actuaria -encargada de riesgos financieros- en una empresa que cerró hace poco, situación que la llevó no solo a regresar a su país, sino a cambiar su oficio. Desde hace casi un año, se desempeña casi de lleno en una disciplina que le apasionó hace varios años: el coaching y liderazgo empresarial y personal. Además es maestra de un diplomado en línea.
“El principal reto, aún lo es, es darse a conocer, porque esto es una tarea permanente… Dos, darte cuenta que estás en otro sistema social, en otro orden, en donde muchas veces tenés que tomar la iniciativa de aclararte y decir quién es mi cliente, a quién le debo lealtad o le debo respuesta o le debo reporte”, contó la argentina a la VOA, quien agregó que ahora debe organizar su sueldo y asesorarse porque es la encargada de todas las áreas de su negocio.
No obstante, cree que la principal ventaja de emprender a esta edad es “mantenerse en vivo… tenemos mucha experiencia, podemos contar muchas cosas, podemos tener la serenidad de decir que hay cosas que, aunque no parezca, se resuelven por sí mismas o cuando ya uno no puede hacer más nada más que dejar que el sistema resuelva porque a lo mejor se trata de que no hagas nada, así como antes se trataba de que hicieras mucho”, afirmó.
Y confesó que, debido a las crisis de las jubilaciones en la región, lo importante es que la mujer a esta edad, está con “vitalidad todavía y tiene mucho para dar”.
Un segmento creciente
Expertos consultados por la Voz de América aseguran que la inclusión de la mujer, a esta edad, está tomando cada vez más fuerza en la economía como productoras de bienes y servicios, y ha supuesto un significativo incremento de la fuerza laboral en la región, siendo uno de los segmentos de mayor crecimiento.
Las mujeres silver representan el 14 % de la población total de Latinoamérica y el Caribe (LAC) y el 54 % de toda la población mayor, además, son ellas las que tienen una esperanza de vida seis años mayor a la de los hombres (79 versus 73 años), según cifras de este año de la Corporación Financiera Internacional (IFC), una institución del Grupo Banco Mundial.
Uruguay, Chile, Costa Rica, Brasil, Argentina y Colombia son los países de toda Latinoamérica donde tienen un mayor porcentaje de personas mayores de 50 años y más de la mitad son mujeres.
Otro dato interesante es que este segmento de la población no solo es muy alto, sino que además es creciente. En Latinoamérica, en los últimos 20 años ha cambiado la estructura demográfica. Hay un crecimiento muy importante de la población de 50 y más y se espera que, por ejemplo, para el año 2050 más de un cuarto de la población tenga más de 50 años. Lo interesante es que de ese 25 % más de la población, más del 55% van a ser mujeres.
En medio siglo, “en toda Latinoamérica está creciendo lo que ha tardado dos siglos en Europa, es decir, la velocidad de envejecimiento de la población en la región es la más alta de todo el mundo”, explicó Yanire Braña, presidenta de la fundación Met Community.
Las necesidades y los retos
José Etchegoyen, especialista global Senior en Género e Inclusión del IFC, explicó a la VOA que, la mujer en promedio en Latinoamérica tiene 12 años más de edad pasiva o sin trabajo que el hombre y eso genera el desafío de conseguir fuentes de ingresos adicionales.
En la región, además, normalmente las mujeres a esta edad se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad con un menor acceso a salario y pensiones, y se ven obligadas o motivadas a conseguir otra fuente de ingreso.
Así le ocurrió a Tulia, una colombiana de 76 años que, casi al cumplir los 50 años, decidió buscar un medio para sobrevivir y comenzó a sembrar plantas aromáticas para sacar a sus diez hijos adelante.
Vive en una comunidad del municipio de Marinilla, en el departamento de Antioquia, al interior de Colombia, y, aunque se desempeñó en diferentes oficios, relacionados con los textiles y las ventas, no encontró un trabajo estable y decidió trabajar por su cuenta: “Trabajamos desde la tierra. Cultivamos, recogemos, deshidratamos en una marquesina y después lo llevamos, lo vendemos”.
Además, creció en un territorio que fue azotado por la violencia, entre el 2001 y 2007, a causa de enfrentamientos entre grupos armados, y en donde las oportunidades laborales se hacen cada vez más difíciles bajo ese contexto.
Es así como la siembra y comercialización del romero, cedrón, mejorana, toronjil, manzanilla, hierba buena o limoncillo, entre otros, le han dado para sacar a su familia adelante y, como ella dice, “los gasticos’ de la casa y pa’ uno defenderse para sus ‘saliditas’, pa’ sus ‘compritas’”.
Las ventajas de la edad plateada
La gran ventaja, explicó Braña, de emprender a esta edad es la madurez: “es gente que está comprometida con lo que hace, que tiene a sus hijos normalmente criados y que no se va a dejar seis meses después su emprendimiento; ya la tiene clara, tiene su compromiso, tiene su pasión, lo único que necesita, que es igual un apoyo financiero, una guía o un asesoramiento”.
“Las mujeres de los 50 años es que parece que tienen 30 en todos los sentidos, no solo física sino mentalmente…. Están totalmente activas y centradas.. tienen la experiencia, el conocimiento y absorben rápidamente todo”, añadió.
Son mujeres que deben sortear ciertos retos como los estigmas, debido a su edad y género, y barreras de tipo financiero y digital. Además, dijo la experta, de “barreras internas, personales e inseguridades, que es muy característico el tema de la autoestima”.
Unas que supo sortear muy bien Lucía. Una guatemalteca, nacida en Jalapa, que, desde siempre, ha llevado en la sangre las ganas de emprender, tal cual lo hicieron sus abuelos.
Esta licenciada en lengua y Literatura contó a la VOA que se dedicó primero a la educación, pero con la pasión latente de abrir su propio negocio. Por eso, tras trabajar en una multinoacional dedicada a productos de belleza, creó una empresa familiar hace 12 años, que vende productos de esta gama.
Luego, estudio Administración de Negocios y una maestría en marketing, pero adicionalmente tiene una ONG sin fines de lucro, desde hace 8 años, que apoya a mujeres, en contextos vulnerables, en el emprendimiento sostenible.
“La independencia para mí ayuda a una mujer profesional que realmente quiere compartir con el mundo ese deseo de sobresalir, pero sin embargo llevar una bandera de independencia bajo una institución familiar. Entonces, me gustó el tema de tener la independencia económica, pero a la vez contribuir en mi parte social y tener grupos de amigas a las cuales yo les pudiese compartir y poder desarrollar esas redes de de la parte social. Por eso también nace la ONG”, dijo a la VOA.
Lucía dijo que, obviamente, sintió miedo, pero que las ganas de salir adelante y su familia la alentaron. Así que esto no paró allí. Hace tanto solo mes y medio, con ese mismo miedo, decidió abrir dos negocios más: uno dedicado al alquiler de salones para eventos y, otro, de asesoría y consultoría.
“Lo más lindo de todo este proceso es que ahora llego a mis 50 pensando que había logrado ya esa parte de emprender, me doy cuenta de que no, que sigo emprendiendo… hay que reinventarse y en ese reinventarme… todavía sabes que tienes mucho por dar , que todavía falta por construir. Te sientes una mujer físicamente bien, intelectualmente bien… Estoy empezando a florecer de nuevo, porque son nuevos retos”, añadió.
“Me he enfrentado a esta edad como la edad de muchas más ilusiones”, agregó.
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