Los 27 militares presos en el Centro de Procesados y Penados Militares Guaicaipuro, ubicado en Charallave, estado Miranda, levantaron la tarde del 22 de septiembre la huelga de hambre iniciada el lunes como medida de protesta para exigir seguridad dentro de las celdas y mejores condiciones.
Los detenidos decidieron culminar con la protesta tras reciber una visita del general de División Luis Ojeda, director del Servicio Penitenciario Militar de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), quien comprobó personalmente algunas de las denuncias hechas por los militares.
El oficial evidenció que los reclusos comen solo para no morir de hambre y su dieta carece por completo de proteínas, grasas, lípidos y frutas. Además, se comprometió a realizar la reparación de las instalaciones eléctricas, pues ese recinto se encuentra en obra gris y no cuentan con luz en todas las instalaciones.
Asimismo, el general dijo a los reclusos que trabajará para garantizar el suministro continuo de agua potable las 24 horas del día y así evitar el consumo del agua turbia que llega a través de las tuberías, la cual ha causado enfermedades gastrointestinales e infectocontagiosas entre los presos.
Los militares presos también solicitaron permiso para que se les permita ingresar una cocina, de modo que sus familias puedan proveerles algunos alimentos y pidieron la instalación de ventiladores, de acuerdo con relatos de los familiares al equipo del Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP).
La petición más urgente fue la reubicación de 72 presos civiles por delitos comunes provenientes de las cárceles de Tocuyito, Tocorón y el Internado Judicial de Barinas en septiembre.
Militares presos en Charallave sufren tortura psicológica
El OVP indicó que los militares presos también denunciaron que sufren tortura psicológica al momento de dormir, pues la custodia, a cargo de la Guardia Nacional, permanece las 24 horas encima de las rejas que hacen de techo, ponen música a un volumen ensordecedor, y aunque no hay electricidad en el galpón, han instalado unos faros que al encenderse deslumbran a los internos y generan aún más calor.
Familiares dijeron que este tipo de tortura nocturna es ordenada por el mayor de la GNB, Abad Zambrano, jefe de Régimen de Cenapromil-Charallave, quien mantiene contacto directo con los detenidos, se encarga de la distribución de alimentos, agua y de la custodia general del recinto.
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