
Enderson Estury llegó esta semana a Puerto Obaldía, una localidad costera de Panamá, con la esperanza de emprender un nuevo rumbo hacia Ecuador después de abandonar el plan de cruzar a Estados Unidos.
«Para mí, ha sido todo difícil porque vengo desde México sin plata. Vengo, como se dice, con Dios en la mano para que me ayude por mi camino porque me ha costado mucho llegar aquí», declaró el migrante venezolano a la agencia Reuters.
Estury forma parte de un grupo de migrantes venezolanos que, en los últimos días, han llegado a esta zona fronteriza panameña tras decidir regresar al sur del continente. Este flujo de retorno, conocido como «migración inversa», se ha intensificado este año, en parte por las medidas migratorias impulsadas por el gobierno del presidente Donald Trump.
Cansado y con pocas pertenencias, el migrante relató que cruzó la zona en lancha hasta llegar a Puerto Obaldía. Su meta ahora es volver a Ecuador, país en el que ya había trabajado antes de intentar arribar a Estados Unidos, reseñó CNN.
«Soy venezolano pero mi meta es Ecuador porque no tengo nada en Venezuela. No tengo nada que buscar allá. Mi meta es Ecuador, seguir trabajando allá. Anteriormente estaba trabajando allá en Ecuador y me estaba yendo bien», aseguró.
«No se pudo. Nos tocó devolver», expresó uno de los migrantes venezolanos
La venezolana Yaifer Alejandra también desembarcó recientemente en Puerto Obaldía. Aunque no especificó sus planes, compartió sus sentimientos tras abandonar la travesía hacia Estados Unidos. Expresó que regresa triste, pero a la vez con más experiencia.
Algunos de los migrantes venezolanos que retornan han manifestado alivio por dejar atrás las dificultades del camino. Wilson Duarte es uno de ellos. Tras intentar cruzar el mar en una embarcación junto con otras personas, las condiciones del océano lo obligaron a retroceder.
«No se pudo. Nos tocó devolver, pero en verdad ese mar es fuerte. Yo por lo menos no lo recomiendo. Prefiero meterme por la selva del Darién a como me fui«, dijo.
«Yo venía en la lancha y vomité. Me dio como un beriberi en pleno altamar, y el chico no podía parar porque si él se paraba podía ocurrir un accidente y podía haber una desgracia», relató.
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