«La gente no tiene adónde recurrir. Este es el asunto. No tiene salida. De ninguna manera. Y más allá de la violencia del gobierno, se enfrenta a ella, porque es lo único que le queda también”
Alejandro Moreno Olmedo. (1934-2019)
En medio de estos terribles momentos que atravesamos en lo individual y en el drama colectivo recordé los aportes del padre salesiano Alejandro Moreno, original de Toledo España y nacionalizado venezolano, se licenció en psicología en la Universidad Católica Andrés Bello y obtuvo un Doctorado en Ciencias Sociales en la Universidad Central de Venezuela, un sacerdote que aplicó con maestría el método etnográfico, pero para producir conocimientos, no deteniéndose en las necedades del método en sí mismo, en los rigores de la ratio instrumental, sino empleándolo como una herramienta que devenga conocer al hombre, a la familia, a la venezolanidad.
El recuerdo de los aportes de Alejandro Moreno vino inspirado por la dicha de dictarle clases a un grupo de jóvenes seminaristas en el Seminario Mayor Nuestra Señora del Socorro, en la muy extraviada ciudad de Valencia, una ciudad que se precia de sus orígenes desprendidos de la nobleza, de la prudencia, el decoro, el hermetismo familiar, pero que sin ambages coquetea con el chavismo más abyecto, el que emplea y deforma la lengua y el alma, ese que dejó a Cristóbal Rojas, cercado en una hórrida plaza denominada Drácula, la Valencia que esconde en sus entrañas en la avenida Bolívar, una de las topas de su inconcluso metro y ese submundo de miseria recreado en el vientre de su subsuelo, se revirtió poniéndole concreto a los túneles y pintando con ingentes cantidades de pintura los roídos frontis de los edificios, que se exhiben indemnes, solo para simular, en medio de este drama. El seminario ha resultado un espacio para recuperar el aliento y seguir adelante, en un ambiente de paz espiritual y académico, en donde impera la convivencia.
Loa aportes del padre Moreno son de una lucidez palmaria, define a la familia venezolana como matrilineal, en verdad es multicéntrica, la madre es el alfa y el omega, es el todo el amor más cercano a Dios, la relación filio materna, nos define, en Venezuela existe la polisemia materna, que nos lleva a exclamar “madre de aguacero sin importar el género del aguacero” (Moreno Olmedo, 2012). La madre lo es todo, ocupa el vinculo que va más allá de la modernidad indecible para el hombre común, pero referida con la madre núcleo, somos pues una sociedad enmadrada, en la cual la modernidad en tanto y cuanto supone temas de libertad, de progreso, de racionalidad, muy lejanos al hombre común quien es esencialmente emocional y todo lo tamiza a través del amor y el desamor, que se vivencia, en, con, por y para la madre.
Nuestro hombre, entendido en el criterio sin caer en el necio debate del género, es convival, de esas relaciones de convivencia sí surge una venezolanidad auténtica en la cual la madre es la figura ordenadora, la que dictamina el orden del hogar, de hecho la Iglesia en Venezuela ha tenido que ajustar sus temas del dogma a la presencia de la poliandría, una madre varios padres, la mujer del barrio y el sacerdote que las atiende espiritualmente, en sus carencias de vida y estructura, le han hecho entender que esa conducta es reprochable, pero que jamás las vincula con una regresión hacia la maldad, pues en la madre se compila todo lo bueno y sublime, la madre lo es todo.
La convivialidad del barrio en Venezuela se construye en torno a relaciones de cooperación, que embridan violencia y criminalidad, pero que esos criminales malandros juveniles en muchos casos, cuando tienen madre suelen ser mucho más recuperables, menos violentos que aquellos que son abandonados por la madre, de allí que el fenómeno político de María Corina Machado nos haya marcado tanto a los venezolanos.
En una conversación que tuve el placer de sostener con los doctores Aguiar, Herrera y Alzurú, el Dr. Asdrúbal Aguiar daba en el blanco al decirnos que era la primera vez que en una campaña la gente mostraba una relación con un político al cual no se le pedían cosas, ni calles, ni autopistas, solo se le demandaba afecto, protección, amparo materno, de allí el empleo de los rosarios como regalo a un político, pues el rosario nos vincula con nuestra Madre celestial.
Los veintisiete años del horror del régimen chavista, nos han sometido a una carga de desamor y violencia que nos castra, como sociedad para asumir la modernidad.
En la figura de esa líder mujer, se veía a la Madre, a la conformación matrilineal o matricéntrica, que produce imbricaciones matrisociales, que devienen en “humaneza sobre fisys” (Moreno Olmedo, “El pueblo va a encontrar la forma de organizarse libremente”, 2019), en Venezuela el fenómeno no era desde la fisys, sino desde la humaneza, desde el afecto matrial, pues nuestra familia es así, el amor de la madre todo lo repara y esto no comporta ninguna forma de incesto emocional o genital, pues es menester aclarar a muchos espíritus perversos, retorcidos y enfermos de madre o con heridas de y con esta que andan sueltos, la desviación de la política en Venezuela hacia la gansterilidad es en buena parte obra de esa deconstrucción dela madre que protege a sus hijos e hijas y establece relaciones distintas entre ambos, pero en el fin común de la convivencia y los valores. El chavismo es una cosa tan ruda, tan hostil en sus formas que no ha logrado destruir la convivialidad del hombre venezolano.
Hombre convivalis, por encima del homo económicos y del homo faber
En Venezuela, no hay un claro entendimiento del homo economicus en su funcionalidad, ni del homo faber, pero eso no supone que nuestras clases populares sean incapaces de comportarse económicamente buscando el progreso y puedan producir en una fábrica, como un homo faber, nuestros modos de producción son matricentrales, de allí ese despertar de la díada amor desamor, que suponía y supone María Machado, a pesar de Tirios y Troyanos, es la Matriz, el útero al cual se quiere volver para renacer en democracia, libertad y afecto.
El chavismo, instando insuflar odio, fue depuesto por la convivialidad del venezolano, “no ha logrado destruir el ansia de tener un país”, así lo manifestó el padre Moreno en su última entrevista concedida a Prodavinci (Moreno Olmedo, “El pueblo va a encontrar la forma de organizarse libremente”, 2019). El padre Moreno nos recuerda aquella frase de Chávez, el pueblo es el genio de la botella, pero según la lógica del padre Moreno, la botella se les cayó de las manos y el genio se salió a buscar la libertad, “imponiéndose el rol del homo convivalis” (Moreno Olmedo, “El pueblo va a encontrar la forma de organizarse libremente”, 2019). “Un país no puede ser gobernado en contra de sí mismo” (Moreno Olmedo, “El pueblo va a encontrar la forma de organizarse libremente”, 2019), necesitamos una “democracia sin epítetos” (Moreno Olmedo, “El pueblo va a encontrar la forma de organizarse libremente”, 2019).
Finalmente, la madre llora, es deconstruida pero jamás será reemplazada, la matrisocialidad, es imposible de ser sustituida por una patrisocialidad impuesta por un caudillo de cara pintada y ojos descascarados por el paso del tiempo y el estruendo de su fracaso tras la sombra totalitaria.
Para las madres que han perdido a sus hijos y para los hijos que no han podido ver morir a las madres, a causa del exilio impuesto por este horror, que deshumaniza, la conclusión del ya difunto padre Alejandro Moreno Olmedo, el cura del barrio, que se escindió de sus galones académicos para observar al otro, para aplicar la nostredad y la PPI (Práctica Pedagógica Ignaciana), el aliento subyace en: “La solidaridad, la solidaridad de todos y la esperanza de que el futuro será mejor” (Moreno Olmedo, “El pueblo va a encontrar la forma de organizarse libremente”, 2019), no se puede contener la convivialidad, es imposible gobernar a punta de decretos que solo le confieren poder a un tirano y a su camarilla, restándole bienestar a los terceros y es incompatible en la ruptura de la relación materno filial y viceversa, esa factura la cobraremos, no con violencia sino reencontrándonos en el amor, la solidaridad y el amparo de la madre, esa que construirá la matria, que es más inextricable a nuestros saberes que la patria, contenida en un canto de cuartel.
Referencias
Moreno Olmedo, A. (2012). La familia Popular venezolana. Caracas: Universidad Católica Andrés Bello UCAB.
Moreno Olmedo, A. (25 de junio de 2019). “El pueblo va a encontrar la forma de organizarse libremente”. (H. Frieto, Entrevistador)
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