Mi padre solía hablar de mi optimismo a prueba de naufragios. “Es que si no la gana la empata, él siempre está viendo lo que es y lo que no es, pero eternamente te va a decir que todo va a salir bien”.
Oigo y leo mil opiniones y versiones de lo que ocurre en nuestro país. Una más descabellada –nada que ver con el energúmeno de El Furrial– que la otra. Algunas preñadas de escepticismo. Otras de mordacidad. Aunque cueste creerlo las de aliados que están felices por la “derrota” de María Corina. No faltan las llenas de envidia, las que suelen terminar con aquello de: Ya sabía yo…
Mi abuela, la vieja Elvira, tenía una frase que comprendí ya adulto, pero que siempre tengo presente: Roma no se hizo en un día.
¿Quién dijo que sacar a esta plaga mal hablada, y peor oliente, que encabeza Maduro, Flores, Cabello, Rodríguez, Padrino, y demás fauna variopinta iba a ser instantánea? Aquel que eso pretenda es mejor que compre un pote de Decaf.
Solo hay una vía con tres canales de circulación: compromiso, decisión y certeza. El compromiso de sacarlos, la decisión de aguantar lo necesario y la certeza de que saldrán por la buenas o a fuetazos, como se hace con los perros rabiosos, que a ellos tanto les gusta aparentar ser. ¿O creen que el payaso empoderado de Alexander Granko Arteaga puede aguantar de tú a tú al más imberbe soldado? Ya quiero verlo, con sus esfínteres en acción, cuando deje de estar cercado por la horda de hampones que lo cuidan.
Hay demasiado que escribir, pero poco puede ayudar en un momento aciago como este. Por favor, busquen la canción “Profesión esperanza”, que escribió Catalino Curet Alonso, y cantó con su voz de gloria Ismael Rivera. Y hagan el ejercicio de cambiar Puerto Rico por Venezuela. Podrán oír: “Yo, venezolano soy / Profesión esperanza / Lo que me dicen hoy / Yo sé no es la verdad / Porque mi tierra es cuenta mía / Y sé que todavía / Le cabe más amor / Cabe más honor”.
Más que nunca le voy a María Corina y Edmundo. Maduro y su grupete que sigan poniendo su nalgamenta en remojo. Nuestros llantos no serán en vano, Victoria se llama la lancha donde vamos a navegar.
© Alfredo Cedeño
http://textosyfotos.blogspot.com/
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