La designación por parte del presidente Donald Trump como secretario de Estado al senador Marco Rubio no solo es trascendental para los hispanos en Estados Unidos, por ser la primera vez que un descendiente latinoamericano dirigirá la política exterior de ese país sino porque es considerado un halcón muy conocedor de la política latinoamericana, pero además por ser un acérrimo crítico de los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela.
La verdad es que el retorno de Trump y la designación del secretario de Estado, la embajadora ante la ONU, el asesor de Seguridad Nacional, el Zar de las Fronteras, el secretario de Defensa y el futuro líder del Senado, configuran que habrá un cambio de política hacia Venezuela que inicialmente pudiera ser de diálogo con vista al restablecimiento de la democracia, pero si no hubiera un rápido resultado, será de gran confrontación en donde el pueblo venezolano sufrirá las consecuencias y el gobierno además de aislado estará acorralado.
Sus aliados Rusia, Irán y China estarán mucho más preocupados por solventar su propia política global frente a la de Estados Unidos en acción, que en defender a Venezuela que es un interés de seguridad energética y regional de Estados Unidos. A propósito, no hay que olvidar que, como presidente del Comité de Inteligencia del Senado, Marco Rubio lideró distintas iniciativas contra China como la falta de transparencia de su comercio, contra los componentes de las manufacturas, entre otros, y China lo ha declarado “persona no grata” y le puso sanciones, así que, es el primer funcionario norteamericano con sanciones vigentes de China. También ha criticado al gobierno venezolano por haber abierto campo a Irán y haber permitido utilizar a Venezuela como una base en el hemisferio.
Aunque el secretario de Estado es el ejecutor de la política exterior del presidente, es también su asesor y sus opiniones son escuchadas y valoradas, sobre todo si están alineadas a las del Presidente y sus asesores en materia internacional como pareciera ser el caso, además, de ser un líder fundamental de los sectores hispano que le dieron un voto determinante para el triunfo del presidente Donald Trump y su posterior control electoral del Partido Republicano. De allí, que sería importante destacar algunas opiniones emitidas por el nuevo secretario de Estado sobre Venezuela y su crisis política, para vislumbrar cuál pudiera ser su política hacia el gobierno de nuestro país.
En entrevistas posteriores al 28J vale destacar las siguientes opiniones: además de ser partidario de más sanciones y continuar ejerciendo presión para no abandonar al pueblo de Venezuela, consideró “un error las negociaciones de Barbados” y ha señalado que “el Vaticano no quiere ninguna negociación con Maduro porque sabe que no tiene interés”, “las negociaciones las ha utilizado para ganar tiempo, publicidad y dividir a la oposición”, “México, Colombia y Brasil no solo expresan preocupación, sino que están claros que no es una elección legítima”, “hay evidencia de que Maduro perdió las elecciones con diferencia amplia”, “Maduro jamás va entregar el poder ni perder el poder después de una elección, pero además, no puede ganar una elección legítima”, “Maduro no va a hacer nada que lo ponga en peligro, va a mantener en miseria al país a costa de mantenerse en el poder”.
A pesar de todas estas rudas opiniones, dicen que Marco Rubio ha suavizado su discurso para “alinearse con el de Trump”, sin embargo, considera que Venezuela es una amenaza por la migración masiva hacia Estados Unidos y lo más importante, descarta la posibilidad de una invasión extranjera y considera “que la solución de lo que pasa en Venezuela (la crisis política) está dentro de Venezuela”, un muy buen punto para tomar en consideración y que el lobby político opositor cercano a él ha comenzado a expresar.
Lo cierto es que el gobierno venezolano perdió la oportunidad de buscar un acuerdo político con la administración Biden, incluso después del 28J, así que ahora tiene ante sí no una piedra sino un peñón gigante con el que tendrá que lidiar en condiciones menos favorables; no obstante, hay oportunidades en el primer semestre del año próximo para encontrar un diálogo diáfano que permita una solución política, como dice Marco Rubio, “entre los venezolanos” y que puedan ellos avalar junto con la comunidad internacional. En política exterior el diálogo no se agota, se aprovecha si hay voluntad política para resolver crisis, de lo contrario, las consecuencias son peores.
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