El anuncio del gobierno de Donald Trump sobre la revocatoria de las licencias petroleras estadounidenses en Venezuela ha desplomado todas las expectativas tanto de oficialistas como de falsos opositores.
Durante semanas, el discurso predominante del oficialismo y del alacranato aseguraba que la administración Trump no contaba con la determinación o el deseo de llevar a cabo esta medida, presuponiendo que el petróleo sería siempre un recurso estratégico en su política exterior.
Sin embargo, la decisión de cancelar de ipso facto estas licencias ha abierto un boquete letal en la línea de flotación de la dictadura de Nicolás Maduro y de quienes, desde el baúl de la política vernácula, venían lucrándose de la ubre madurista.
El petróleo es, además, la columna vertebral del financiamiento de la fuerza armada y policial venezolana, y la pérdida de acceso a los mercados internacionales del crudo venezolano seguramente agravará la crisis que ya enfrenta en esos sectores que son los que lo mantienen a flote a duras penas.
Como se ve, la efectividad de esta medida se traduce en un debilitamiento directo del sostenimiento del régimen de Maduro, quien ha dependido en gran medida del dinero del petróleo para financiar su estructura de poder.
Al reducir drásticamente las exportaciones, se limita la capacidad de la tiranía de satisfacer la insaciable sed de dinero de los tiranos disfrazados de oposición, aplacar el descontento militar y policial y financiar sus acciones represivas.
Además, la presión internacional podría intensificarse, alimentando la lucha de la oposición liderada por María Corina Machado y ofreciendo un aliento renovado a los movimientos pro-democráticos dentro del país.
Este cambio en la política de licencias no solo desafía las proyecciones pesimistas sobre la determinación de Estados Unidos en la crisis venezolana, sino que también plantea preguntas sobre la estrategia a de la oposición para cobrar la victoria electoral lograda el pasado 28 de julio y su capacidad para capitalizar esta nueva realidad.
En conclusión, el desmoronamiento de la narrativa que subestimaba la posibilidad de acción del gobierno estadounidense ha provocado un reacomodo en las fuerzas políticas tanto en el interior como en el exterior de Venezuela.
Atrás quedaron las voces agoreras que aseguraban que Trump no le cerraría por completo el chorro de petrodólares a Maduro y sus cómplices, dejándolos desnudos como unos traidores a la causa democrática.
Los expertos aseguran que la rescisión de las licencias petroleras será un punto de inflexión crucial en la lucha contra la dictadura de Maduro, ofreciendo una esperanza renovada para un futuro en el que la democracia y el bienestar social puedan volver a ser posibles.
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