Batear es uno de los oficios más difíciles que hay en el deporte. Tanto así que en los 150 años que tienen las Grandes Ligas de Beisbol solo 33 jugadores han logrado conectar al menos 3.000 hits en su carrera, el último de ellos Miguel Cabrera, que entró al exclusivo club en abril de 2022.
Luis Arráez, que por tercer año consecutivo es campeón bate, acude a la caja con una naturalidad que lo hace ver fácil. El yaracuyano de 27 años de edad desliza el bate con tranquilidad cuando viene la bola y, si no le gusta el pitcheo, lo deja pasar o conecta de foul hábilmente para cuidar su turno. Esa perseverancia le ha ganado un lugar en la MLB, donde ha sido líder en average en ligas y equipos distintos, logros que solo él puede presumir.
Esta temporada, en la que jugó para los Padres de San Diego luego de pasar por los Mellizos de Minesota y los Marlins de Miami, despachó 200 hits en 637 turnos para un promedio de .314, 4 jonrones, 46 carreras impulsadas y 83 anotadas. En su carrera por el mejor promedio ante Shohei Ohtani, de Los Angeles Dodgers, Arráez le arrebató al japonés —líder en jonrones e impulsadas— la Triple Corona de la Liga Nacional al disparar el 29 de septiembre un doblete frente a los Arizona Diamondbacks.
Ohtani, en otra temporada impresionante, dejó su promedio en .310 y Marcell Ozuna, el otro pelotero que estaba más cerca de Arráez, se quedó en .302.
No es la primera vez que el yaracuyano le arrebata a un jugador la Triple Corona. En 2022, cuando estaba en los Mellizos, hizo lo propio con Aaron Judge al situar su promedio en .316. El estadounidense, MVP ese año de la Liga Americana, conectó 62 jonrones y remolcó 131 carreras, pero su promedio se quedó en 311, por lo que la última Triple Corona de bateo sigue en manos de Miguel Cabrera, que se apuntó la hazaña en 2012.
Desde niño Arráez demostró su talento para batear, pero el camino para llegar a la MLB y ser líder en ofensiva no fue fácil. José León, cuando era coordinador de scouts de los Mellizos en Venezuela, se fijó en sus capacidades y lo invitó a la academia de los de Minesota, sin embargo, dos meses después le dijo que no había dinero para firmarlo, por lo que el adolescente, que había entrenado en la Academia Félix Olivo de Valencia, donde representó a Venezuela en torneos internacionales, se resignó a vivir sin beisbol, cuenta la periodista Christina De Nicola en un artículo en el sitio de la MLB.
“Fui a casa y dije, ‘Mamá, lo siento, pero no quiero jugar más béisbol. Ahora quiero ir a la escuela y concentrarme como estudiante”, dijo el pelotero. Tiempo después, León, que no dejó de luchar por él, se reunió con su familia y ofreció un contrato de 40.000 dólares que Arráez firmó el 6 de noviembre de 2013.
Debutó en 2014 y demostró, como se esperaba, su habilidad con el bate. Logró un promedio de .348 y recibió más bases por bolas que ponches en 31 encuentros de la Liga Dominicana de Verano. Al llegar a Estados Unidos Ramón Borrego, entonces coach de tercera base de los Mellizos, tomó en cuenta el juego de Arráez por consejo de Jimmy Álvarez, gerente de la Liga Dominicana de Verano. De Nicola recuerda que en su primer turno el pelotero conectó 12 pitcheos de foul y luego envió un batazo fuerte al jardín izquierdo. Así, se hicieron presentes la paciencia y la perseverancia de Arráez.
El jugador ganaría el título de bateo de la Liga del Medio Oeste en 2016 con promedio de .347 por clase A Cedar Rapids. En 2017 disputó apenas tres partidos con Clase – A Alta Fort Myers después de tener que someterse a una cirugía para repararle un ligamento en la rodilla derecha. Tras regresar en 2018, tuvo promedio combinado de .310 entre Fort Myers y Doble-A Chattanooga, sin embargo, Minesota volvió a enviarlo a Doble – A en 2019.
La recomendación de Borrego era que esperara: “Eso es lo mejor que puedes hacer. Ten paciencia, espera tu oportunidad. No te pongas presión y juega como lo estás haciendo”.
El debut en Grandes Ligas llegó el 18 de mayo de 2019, cuando el dominicano Nelson Cruz cayó en lista de lesionados, recuerda MLB. A pesar de que entre 2019 y 2021 bateó .313 en 245 partidos, no estaba satisfecho, así que le preguntó a Cruz si podía entrenar en su casa en República Dominicana durante el receso.
Ganador de cuatro Bates de Plata, Cruz se enfocó en cuidar el cuerpo de Arráez. Los rigurosos entrenamientos, registró De Nicola, comenzaban a las 8:00 am en la caja de bateo, luego iban al terreno a fildear rollings y correr y regresaban al gimnasio para entrenar de 1:30 pm a 2:00 pm. Tras la siesta, había más bateo en la noche.
“Dejó atrás a su familia, todo, simplemente para mejorar, y rebajó como 20 libras y desarrolló músculos y su cuerpo comenzó a cambiar”, dijo Cruz, que le presentó al yaracuyano a su instructor de bateo personal, Frank Valdez, con quien se dedica a una rutina de bateo diaria de 15 a 20 minutos.
El trabajo rindió frutos. A Arráez lo convocaron al Juego de Estrellas en 2022, fue campeón de bateo en la Liga Americana y recibió un Bate de Plata. En 2023, tras pasar de los Mellizos a los Marlins, al acercarse el Clásico de Media Temporada coqueteó varias veces los .400 y fue convocado a otro Juego de Estrellas. Ahora, con su tercer título de bateo seguido comienza una postemporada en la que podría ayudar a llegar lejos a los Padres de San Diego, que nunca han ganado la Serie Mundial.
Arráez también fue el primer jugador de los Marlins de Florida en batear la escalera, en abril de 2023, ha tenido varias jornadas perfectas de 4-4 o 5-5 y tiene en su haber un Premio Luis Aparicio y un Premio al Jugador Más Valioso de los Marlins. Además, sigue siendo uno de los peloteros más difíciles de ponchar en la MLB: desde agosto hasta septiembre tuvo una racha de 141 turnos sin abanicarse, la más larga en 20 años y la segunda más larga en la historia de los Padres, después de las 170 apariciones de Tony Gwyn en 1995 sin poncharse.
El jugador ha llegado a este momento de su carrera no solo por su constancia, también por el apoyo familiar. Según la periodista Mari Montes en un artículo para El Extrabase, Ernesto, su padre, fue su primer coach y una de las técnicas que empleó para entrenarlo fue hacerle batear granos de caraotas para afinar la vista. Su primera “máquina de bateo” consistió en colgar de una mata de mango una pelota dentro de una media.
Derecho por naturaleza, Arráez, recuerda MLB, comenzó a tomar su bate de plástico con la mano izquierda para golpear aquella pelota colgada de la mata de mango. Ernesto le enseñaba a batear hacia el jardín izquierdo, pues insistía en que de ese modo se podían lograr los hits. “Le dije: ‘Está bien, si vas a batear a la zurda, dedícate a eso”, afirmó su padre al sitio de las Grandes Ligas. “Le enseñé a atrapar la bola, a fildear antes de que formara parte de una liga, porque cuando íbamos a inscribirlo, el torneo ya había comenzado, así que necesitábamos encontrar tiempo”, añadió.
Con los años, aquel pequeño hiteador sería conocido como “La Regadera”, porque no hay un rincón del parque que escape de sus batazos.
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