“Los gerentes petroleros venezolanos del siglo XX llevaron a Petróleos de Venezuela a los sitiales más altos de la industria petrolera mundial, mereciendo la masiva aprobación de la sociedad venezolana”
Por GUSTAVO CORONEL
Decía Tomás Carlyle en Héroes, adoración de los héroes y lo heroico en la historia que la historia universal, la historia de lo que el hombre ha logrado, es fundamentalmente la historia de los grandes hombres que han actuado entre nosotros.
Sin dejar de aceptar la significativa influencia que ejercen los grandes hombres y mujeres en los eventos históricos pienso que la historia no debe entenderse solamente a la manera heroica que describe Carlyle sino, en gran medida, como la acción combinada de líderes excepcionales y de quienes los acompañaron en sus ejecutorias, esos que en Hollywood llamarían actores de reparto. Estos actores anónimos desempeñan con frecuencia papeles decisivos en los acontecimientos, aunque sus nombres permanezcan para siempre en la penumbra. Aunque los nombres que sobreviven en la memoria histórica son los de quienes están en el lugar preciso en el momento preciso, creo justo e históricamente correcto reconocer el valioso papel de quienes, trabajando detrás de las bambalinas, hicieron posible que ocurriese lo que ocurrió.
I. Mini historia de la gente del petróleo venezolano
Los pioneros, 1839-1920
José María Vargas fue quizás el primer “petrolero” venezolano. En 1839 recibió del general José Antonio Páez una muestra de petróleo venezolano a fin de analizarla y le respondió a Páez que este material “sería más valioso para Venezuela que el oro y la plata”. Algunos años después aparecerían en nuestra escena los hombres de La Petrolia, quienes obtuvieron una concesión petrolera en 1878. Un miembro de ese grupo, Pedro Rafael Rincones, puede ser llamado el primer operador petrolero venezolano, para lo cual se preparó en visita a Titusville, Pennsylvania.
La gran aventura del petróleo venezolano comenzó en pleno en 1910, con la llegada al país del geólogo Ralph Arnold y su grupo de unos 45 jóvenes geólogos, casi todos salidos de la universidad de Stanford, en California, quienes llegaron al país contratados por la empresa GENERAL ASPHALT , a fin de examinar las características petrolíferas de las cuencas sedimentarias venezolanas. En el grupo que hizo su trabajo a caballo, en burro o caminando, había una mujer, la paleontóloga Carlota Maury, quien trabajó en Trinidad y en Venezuela. La saga de estos jóvenes geólogos al mando de Arnold puede leerse en The First Big Oil Hunt, escrito por ellos mismos, traducido al español y bellamente editado por Héctor Pérez Marchelli y Andrés Duarte Vivas con el título de Venezuela Petrolera: primeros pasos. Este es uno de los libros más importantes de la bibliografía petrolera venezolana. La saga de estos geólogos estuvo acompañada por un grupo de colaboradores venezolanos, entre otros los hermanos Pedro Ignacio y Enrique Aguerrevere y su padre Santiago, en calidad de agrimensores, Rafael Torres, Luis Julio Pacheco y Martín Tovar Lange. El trabajo de este equipo delineó las áreas más promisorias a ser perforadas en Venezuela.
En 1914 se completó el pozo Zumaque-1, el cual fue el pozo descubridor de la muy prolífica cuenca petrolífera de Maracaibo, la cual ha producido más de 40.000 millones de barriles de petróleo durante los últimos cien años y aún posee un estimado de unos 20.000 millones de barriles recuperables.
La década de 1920
Diez años después de este descubrimiento, en 1924, se encontraban activas en Venezuela unas 39 empresas petroleras, aunque la única venezolana era La Petrolia. La nómina de estas empresas sumaba unas 40.000 personas, de quienes unos 1200 eran extranjeros. Todavía no había venezolanos empleados a nivel técnico pero sí en los sectores administrativos, legales y de servicios de apoyo. En el sector médico trabajaron junto a los petroleros los primeros sanitaristas venezolanos como Enrique Tejera Guevara y Leopoldo García Maldonado, quienes fueron pioneros en la lucha contra el paludismo al adoptar las recomendaciones del profesor inglés R. Stephen de elevar las casas en la costa oriental del lago sobre el terreno, a fin de romper el ciclo larvas-mosquitos. Este sistema de construcción eventualmente salvaría miles de vidas venezolanas.
Es de particular interés sociológico que los geólogos de Arnold, en sus memorias, expresaran unánime admiración por la honestidad y ética en el trabajo de los venezolanos de todos los rangos con quienes trabajaron, desde los más humildes. Importantes sumas de dinero debían viajar de la oficina central a los campamentos y esos traslados estaban en manos de venezolanos de humilde extracción, sin bienes de fortuna y, según nos dicen los geólogos de Arnold, nunca se perdió dinero.
Los primeros técnicos petroleros venezolanos, década de 1930
La Gente del Petróleo venezolano nació como grupo en la década de 1930 y su formación fue promovida por los ministros Gumersindo Torres y Manuel Egaña. Varios de los primeros funcionarios técnicos del Ministerio de Fomento de esta década llegaron a ser los primeros gerentes de alto nivel en las empresas petroleras durante décadas posteriores.
Entre las primeras iniciativas del Ministerio de Fomento a inicios de 1930 figuró el nombramiento de una comisión integrada por Siro Vásquez, ingeniero; Diego Bautista Urbaneja, abogado y Manuel Toledo Rojas, médico, para encontrar fórmulas de sanear el ambiente en las zonas petroleras, evitando la contaminación de las aguas por el petróleo. En esta década también se crearon las primeras Inspectorías Técnicas del Ministerio de Fomento, integradas por Guillermo Zuloaga, José Martorano Battisti, Virgilio Penso de León, Carlos Alberto Velutini, Carlos Pérez de la Cova y otros. Muchos de los miembros de este grupo llegaron a altos niveles ejecutivos, tanto en el sector oficial como en las empresas petroleras privadas.
Los primeros ingenieros petroleros y de refinación venezolanos
En noviembre de 1930 el Ministerio de Fomento envió a la universidad de Tulsa, Oklahoma a los ingenieros civiles Manuel Guadalajara, Siro Vásquez y Jorge Hernández Guzmán a estudiar ingeniería de refinación y a la universidad de Oklahoma a Edmundo Luongo Cabello, José Abel Monsalve y José Antonio Delgado Figueredo a estudiar ingeniería de petróleo. Siro Vásquez (1910-1990) tuvo una carrera excepcional. Después de graduarse en Tulsa fue empleado por la Jersey (SOV) en 1938, llegando a ser vicepresidente de Exxon en 1970. Edmundo Luongo Cabello (1909-1997). Nacido en Caripe Estado Monagas en 1909. Ingeniero y político, se graduó en la UCV en 1928 de ingeniero civil. En 1949 fue miembro de la delegación que hizo el primer contacto oficial entre Venezuela y las naciones productoras de hidrocarburos del Medio y Cercano Oriente. En 1952, durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, fue designado Ministro de Minas e Hidrocarburos, etapa en la cual se concedieron nuevas concesiones y se dio gran énfasis a la conservación del gas natural.
Las universidades donde se formaron
Desde 1930 las dos universidades preferidas por los venezolanos para estudiar especialidades petroleras fueron Stanford, en California y la Universidad de Tulsa, en Oklahoma. En 1951 llegué a estudiar geología en la universidad de Tulsa. A los pocos días de haber llegado a Tulsa fui al centro de la ciudad a comprar un traje por cuotas. Al saber que yo era de Venezuela el dueño de la tienda me extendió el crédito de inmediato, mencionando la impecable conducta de sus clientes venezolanos anteriores.
Cuatro venezolanos han sido designados como exalumnos distinguidos de esa universidad: Siro Vásquez, Luis Giusti, Humberto Calderón y el suscrito. Entre los muchos buenos estudiantes que pasaron por allí durante mi estadía recuerdo a José (Pepe) Sahagún, Fernando Delón, Ricardo Flores, Alberto Santiago, Oscar Rojas Boccalandro, Pedro Márquez Gutiérrez (El Machete), Jesús Cabello, Gorgias Garriga, Belén Pérez Chiriboga, Omar Molina, David González Barreat, Leonardo Moleiro, los hermanos Vivas (Virgilio y Edmundo), Ramón Rubio, los hermanos Felizola (Régulo y Rómulo), Eleazar Niño (se regresó a Venezuela a ser general del Ejército), Manuel Romero, Arnaldo Serio y los inolvidables hermanos Pupo, de Puerto La Cruz, muertos en la flor de la edad, en un accidente de automóvil cuando regresaban de vacaciones a Venezuela. El impacto que estas y otras universidades estadounidenses como la Universidad de Oklahoma, Colorado School of Mines y la Universidad de Rice tuvieron en la formación de los primeros cuadros técnicos y gerenciales de la industria petrolera venezolana ha sido muy significativo.
Creación del Instituto venezolano de Geología, 1937
En 1937, por iniciativa de los ministros Néstor Luis Pérez, Fomento y Rafael Ernesto López, se creó el Instituto Venezolano de Geología, cuyo núcleo profesoral estuvo integrado por Clemente González de Juana, geólogo español sembrado en Venezuela y gran maestro de varias generaciones de geólogos; Alfonso Robot; José Royo y Gómez; Carlos Fernández de Calella; Enrique Rubio Sandoval, el paleontólogo Pedro Joaquín Bermúdez; Francés Charlton de Rivero, Hollis D. Edberg y Luis Kehrer. En 1942 se graduaron los primeros geólogos de este instituto: César Rosales, José Rafael Domínguez, Carlos Key, José Pantín Herrera, Eduardo Guzmán (mexicano), José Más Val y Leandro Miranda Ruiz.
A fines de la década de 1930 las empresas comenzaron a emplear geólogos e ingenieros venezolanos
En 1937, coincidiendo con la creación del Instituto de Geología la empresa Creole (Standard Oil, New Jersey) y la empresa Shell comenzaron a becar estudiantes venezolanos, quienes al graduarse de geólogos o de ingenieros petroleros o de refinación se fueron integrando a la empresa. Entre los primeros becarios estuvieron Amos Salvador, Nicanor García, Rómulo Quintero, Eduardo Acosta Hermoso, Julio Sosa Rodríguez, Efraín Barbería, José Cirigliano, Domingo Casanova y Julio Casas, José Rafael Domínguez, César Rosales.
Primer ciclo de venezolanización, 1940
Durante la era gomecista el proceso de venezolanización en la industria petrolera caminó lentamente. Todavía en 1941 Creole tenía solo tres gerentes venezolanos de alto nivel: Alejandro Pietri era director Legal; Guillermo Zuloaga era subjefe de exploración y Siro Vásquez era jefe de ingeniería de petróleo. En Shell apenas acababan de ingresar los primeros graduados del Instituto de Geología, José Rafael Domínguez y César Rosales. Durante esta década se comenzaron a abrir de par en par las puertas de las empresas petroleras para los venezolanos. Ingenieros como Federico Baptista y Nicanor García hicieron rápidos progresos en Creole. En 1948 se graduaron los primeros ingenieros de petróleo en la Universidad Central de Venezuela: Humberto Peñaloza, Valentín Hernández Acosta, Fernando Delón, Ricardo Flores y Freddy Arocha.
Segundo ciclo de venezolanización, 1950
En esta década el programa de venezolanización en las empresas recibió gran impulso, no solo por el interés de las mismas empresas en lograr talento venezolano que pudiese reemplazar a un personal extranjero más costoso, sino a la presión que se ejercía sobre las empresas desde el Colegio de Ingenieros de Venezuela. Durante la etapa 1947-1958 se intensificó la exploración, la producción creció en unos 130.000 barriles diarios cada año y se instalaron grandes centros de refinación en el país. En 1955, cuando entré a la industria petrolera, en Shell, todavía había pocos geólogos venezolanos en la empresa pero en 1957, en el área de producción, ingresarían a las diferentes empresas petroleras los primeros graduados de la escuela de ingeniería de petróleos de la Universidad del Zulia, fundada por el ilustre Efraín Barberii: Pedro José Ríos, Edgardo Ali Valero, Lindolfo León, Ernesto José Agostini, Pedro Díaz, Lucio Peralta, Mauricio Tedeschi, Ulises Ramírez, Hugo Vivas, Arévalo Guzmán Reyes, Francisco Guédez y Dilcia Ramírez, quien fue la primera mujer venezolana en graduarse en esta especialidad.
El proceso de venezolanización nunca se detuvo y para la década de 1970 un 95% del personal de la industria petrolera, a todos los niveles, era venezolano. Ello hizo posible una transición armoniosa de las operaciones de la industria, del sistema concesionario al control estatal, hecho que ocurrió en enero de 1976.
CVP, empresa estatal de petróleo, 1960
Es importante mencionar la experiencia humana en la CVP, empresa creada en 1960 con el propósito de reemplazar eventualmente la actividad de las empresas extranjeras concesionarias. Sin embargo, la empresa nunca pasó de ser pequeña, aunque sus técnicos y gerentes venezolanos trabajaban con gran entusiasmo. Formé parte de esa empresa desde 1967 hasta 1969 como Gerente de Exploración y pude trabajar con un grupo muy dedicado que incluía a Rubén Sáder Pérez, Fernando Delón, Efraín Barberii, Lindolfo León, Ricardo Corrie, Alberto Barnola, Enrique Vásquez, Héctor Ross, Hely Bravo Conde, José Chirinos, Elías Zambrano, Myrfin Jones, Albert Baber, Pablo Stredel, Roberto Veklasco así como Michel Latreille y Bernard Duval geólogos del Instituto Francés del Petróleo. Esta empresa no pudo cumplir con su objetivo de reemplazar a las concesionarias porque nunca logró la disciplina y la organización que eran necesarias. Fue una bella experiencia pero se pareció siempre más a la administración pública tradicional venezolana que a una empresa petrolera con fines comerciales.
Pdvsa, 1976-1979, ejemplo de dedicación
Por razones de espacio he seleccionado solo un ejemplo que ilustra bien el sentido de cooperación y de responsabilidad corporativa de los gerentes petroleros. Este fue el proceso de racionalización de las 14 empresas exconcesionarias, las cuales fueron reducidas a tres empresas filiales de Pdvsa verticalmente integradas. Este complejo proceso que tuve el honor de coordinar a nivel de la junta directiva de Pdvsa entre 1976 y 1979 requirió que docenas de altos gerentes de las empresas ex -concesionarias aceptaran ir a posiciones de menor nivel en las empresas integradas en aras de un resultado organizacional óptimo, dando un gran ejemplo de dedicación al bienestar corporativo, sin reclamos, sin conflictos personalistas, sin ambiciones de posición.
II. Los gerentes de la industria petrolera: de la leyenda negra a la realidad
Durante mucho del siglo XX los gerentes y técnicos venezolanos quienes ingresaron a la industria petrolera durante la etapa concesionaria fueron percibidos por un importante sector de políticos e intelectuales de formación marxista como tecnócratas de mente colonizada por sus antiguos jefes “imperialistas”, llegándose a dudar abiertamente de su patriotismo y lealtad a Venezuela. Esta percepción formó parte de una verdadera leyenda negra cultivada por la izquierda extrema y suscrita hasta por figuras de la derecha social cristiana.
El origen de esta leyenda negra se remonta probablemente a la generación de 1928, la cual incluyó en su lucha contra la dictadura gomecista el rechazo a la presencia extranjera en la industria petrolera venezolana. Las novelas del petróleo venezolano de esa época, desde Pocaterra hasta Díaz Sánchez, hablan de esta presencia como dañina y humillante para los venezolanos. Los sociólogos y politólogos del marxismo, desde Salvador de la Plaza y Rodolfo Quintero hasta Francisco Mieres y Miguel Tinker Salas han reforzado esta postura, la cual se ha mezclado con las tendencias ultranacionalistas existentes en el sector político venezolano durante el siglo XX para consolidar un clima de opinión desfavorable para los venezolanos empleados por las concesionarias. Este clima de opinión cambió dramáticamente desde la nacionalización en 1976, cuando el país pudo observar como la gerencia venezolana de Pdvsa la llevó a los primeros lugares de importancia como corporación de primer rango mundial y, luego, cuando observó el desastre ocurrido en la industria petrolera en manos de los “súper patriotas” de la izquierda.
Una pequeña muestra de los primeros años de esta leyenda negra es este párrafo de Rodolfo Quintero (La Cultura del Petróleo): “Algunas empresas como la Creole, la Shell y la Gulf empleaban un director de atletismo, tanto en el oriente como en el occidente, y su misión era organizar e involucrar a los obreros en actividades deportivas con el fin de ‘reforzar su carácter moral’ y asegurar su lealtad a la empresa”. Es decir, toda iniciativa comunitaria de la empresa tenía un objetivo diabólico escondido. Así lo afirma también Miguel Tinker Salas: “Las viviendas y el espacio que otorgaban (las empresas), para la interacción social, también contribuían a este proceso (de desarraigo familiar). El interior de las casas, normalmente dos pequeñas habitaciones, una cocina, y una sala desfavorecía la familia tradicional, que solía incorporar múltiples niveles de parentesco, o a distintos familiares”.
Las publicaciones de las empresas fueron vistas como un proyecto político por analistas como el ya mencionado Miguel Tinker Salas. Al criticar la participación de Uslar Pietri, Picón Salas, Ramón Díaz Sánchez, Héctor Poleo, etc. En esas publicaciones, dice: “La labor de estos destacados autores y, su participación en las publicaciones de las empresas petroleras extranjeras, independientemente de sus intenciones, formaba parte de un proyecto político. La presencia de estos intelectuales en las revistas petroleras le brindaba cierta legitimidad a la actividad de las empresas extranjeras en Venezuela”.
Autores como Sebastián Navarro (Venezuela petrolera: Asentamientos en el Oriente, 1938-1958) han rebatido con abundantes datos en la mano esta tesis de Tinker Salas, al decir: “Los procesos de urbanización llevados a cabo por las empresas petroleras produjeron una verdadera revolución cultural. El diseño del poblado o campamento, la aparición del agua corriente y de la escuela de la comunidad… promovieron una manera diferente de vivir para muchos venezolanos. Dos de las características más importantes de estos primeros asentamientos petroleros fueron la disciplina comunitaria y la democracia”.
1971-1975: el debate nacional sobre nacionalización de la industria petrolera recrudeció el ataque
En 1971 comenzó en Venezuela un gran debate político sobre la posible nacionalización de la industria petrolera venezolana. Esta discusión llevó a la creación, en Mayo de 1974, de la Comisión Presidencial de Reversión y al anuncio hecho por el presidente Carlos Andrés Pérez de proceder a una reversión anticipada, lo cual equivalía a una nacionalización. Los técnicos y gerentes de las empresas petroleras formaron la Agrupación de Orientación Petrolera, Agropet, para dar su opinión sobre la manera de llevar a cabo la nacionalización. Propusieron a la Comisión de Reversión la creación de varias empresas operadoras estatales, verticalmente integradas, a fin de asegurar la eficiencia operacional y evitar la politización que los técnicos y gerentes venezolanos sospechaban que llegaría con la toma de control estatal de la industria petrolera.
De inmediato se iniciaron los ataques contra estos gerentes y técnicos. En Noviembre 1974 Álvaro Silva Calderón dijo que la industria nacionalizada “no debe quedar en manos de quienes se formaron en la empresa privada y solo tienen una concepción mercantilista de la actividad petrolera”. Jaime Lusinchi expresó que los venezolanos en la industria petrolera tenían “mentes colonizadas”. El artículo quinto de la ley de nacionalización sugerido por los gerentes petroleros venezolanos y adoptado por Carlos Andrés Pérez fue atacado por influyentes líderes políticos venezolanos incluyendo a Francisco Mieres, Ramón Losada Aldana, Francisco Esteban Mejía, Gastón Parra, Carlos Mendoza Potellá, Juan Pablo Pérez Alfonzo, Hugo Pérez La Salvia, Jaime Lusinchi, Álvaro Silva Calderón y hasta Rafael Caldera, así como los más exaltados como Radamés Larrazábal, Siuberto Martínez y Eleazar Díaz Rangel. Los gerentes venezolanos fueron acusados de insensibilidad social, de favorecer a sus antiguos jefes extranjeros y de adoptar una posición arrogante y elitista, acusaciones cuyo fin era evitar que estos gerentes asumieran las posiciones claves de la industria petrolera estatizada.
Estas acusaciones de fuerte tinte ideológico olvidaban que los gerentes petroleros venezolanos, aunque de relativo bajo perfil, siempre mantuvieron una fructífera actividad ciudadana. En la década de 1950 un ingeniero petrolero y dos geólogos, Humberto Peñaloza, Aníbal Martínez y el suscrito, colaboraron en la creación de la Orquesta Sinfónica de Maracaibo. Peñaloza, ayudado por Martínez, fundó la Emisora Cultural Caracas, así como la primera empresa petrolera venezolana abierta a la participación accionaria, Mito Juan. Daniel Bendahan compartió sus labores de abogacía en la industria petrolera con la actividad operática y la creación literaria, incluyendo una biografía de Reynaldo Hahn y una novela petrolera. Eugenio de Bellard Pietri fue motor principal de la Sociedad de Espeleología de Venezuela, además de ser un valioso abogado de la compañía Shell de Venezuela. Lindolfo León, ingeniero petrolero, se dedicó a la arborización. Los geólogos José Méndez, Héctor Ross y el médico José del Vecchio se dedicaron a promover y organizar el béisbol infantil. El ingeniero petrolero Rafael Tudela fue por años el alma de la Asociación Venezolana del Ajedrez. Gorgias Garriga y Vladimir Gamboa Salazar, geólogos, se convirtieron en autoridades de primera línea en el sector de la numismática venezolana y hasta internacional. Esteban Inciarte fue uno de los pioneros del alpinismo en Venezuela. César Prato se convirtió en uno de los mejores compositores de música venezolana. Ramón Cornieles fue, por años, un principal motor del desarrollo de Paraguaná. Carlos Domínguez se dedicó a la música coral. Luis Marcano Coello, Alfredo Gruber y Eddie Ramírez, tienen sus nombres inscritos en el hall de la fama de la agricultura venezolana. Alberto Quirós Corradi fue director del Diario de Caracas, primero, de El Nacional después, en muestra de gran versatilidad. Quien esto escribe fundó una ONG, la Agrupación Pro Calidad de Vida y la presidió por 10 años (1990-2000), llevando a cabo programas de educación ciudadana, liderazgo cívico y tareas anticorrupción que llegaron a miles de niños y adultos venezolanos. José Giacopini Zárraga fue una institución en el sector político venezolano del siglo XX. Muchos gerentes y técnicos petroleros compartieron sus labores en la industria con la docencia, como fue el caso de Ernesto Fronjosa Lasalle y Marcos Marín Marcano, entre muchos otros.
Los gerentes petroleros se hicieron presentes en el debate sobre nacionalización, escribiendo extensamente sobre los diversos aspectos a ser considerados, expresando ideas que contribuyeron decisivamente a moldear la opinión pública sobre la mejor forma de llevar a cabo la nacionalización, en especial, la creación de varias empresas operadoras integradas, no una sola empresa, modalidad que ha fracasado en todos los países de América latina. Entre estos gerentes petroleros quienes han hecho sustantivos aportes al tema petrolero podemos mencionar, entre otros, a Alberto Quirós, Efraín Barberii, Manuel Bermúdez, Eddie Ramírez, Héctor Riquezes, Humberto Peñaloza, Humberto Calderón, Erwin Arrieta Varela, Evanan Romero, Rafael Gallegos, Luis Pacheco, Ramón Mantellini, Juan Zsabo, Marcos Marín, Odoardo León Ponte, Roberto Mandini, Tiberio Farías, Rubén Chirinos y Ernesto Fronjosa.
Los gerentes petroleros venezolanos del siglo XX llevaron a Petróleos de Venezuela a los sitiales más altos de la industria petrolera mundial, mereciendo la masiva aprobación de la sociedad venezolana. Sin embargo la izquierda venezolana nunca rectificó su agresiva postura contra estos buenos venezolanos, quienes en 2002 y 2003 se rebelaron contra los intentos de Hugo Chávez de controlar políticamente la industria y fueron despedidos en masa, lo cual llevó a Petróleos de Venezuela a la ruina. Hoy en día muchos de ellos se encuentran prestando sus servicios en todos los países productores de petróleo del planeta mientras la PDVSA del chavismo está manejada por militares y advenedizos sin experiencia alguna en la industria. Los resultados están a la vista.
Pdvsa, 1976-1979, la gerencia petrolera da un ejemplo de desprendimiento y dedicación
Un solo ejemplo que ilustra bien el sentido de cooperación y de responsabilidad corporativa de los gerentes petroleros fue el proceso de racionalización de las 14 empresas exconcesionarias, las cuales fueron reducidas a tres empresas filiales de Pdvsa verticalmente integradas. Este complejo proceso que tuve el honor de coordinar a nivel de la junta directiva de Pdvsa requirió que un gran número de altos gerentes de las empresas ex -concesionarias aceptaran ir a posiciones de menor nivel en las empresas filiales de Pdvsa, dando un gran ejemplo de dedicación al bienestar corporativo, sin reclamos, sin conflictos personalistas, sin ambiciones de posición.
III. Breve semblanza del gerente petrolero venezolano
Actitudes y Credos
Las tareas de un gerente petrolero no tenían horario, era una responsabilidad 24×7. Para muchos de estos gerentes el trabajo era su primera prioridad. El primer presidente de Pdvsa, general Rafael Alfonzo Ravard, los definió así en uno de sus discursos: “La gerencia profesional es la única que debe ser utilizada en el manejo de las empresas estatales. Solo en base a la aplicación de principios gerenciales permanentes y válidos, lo cual requiere una actitud propicia y una sólida convicción, el gerente profesional puede reemplazar lo que en empresas familiares tradicionales se deriva de los intereses propietarios”. En efecto, los gerentes petroleros no éramos propietarios, no éramos accionistas, no creábamos nuestras propias reglas y procedimientos. No teníamos necesidad de inventar o improvisar sino seguir las normas establecidas de antemano. Actuábamos con base en los mejores intereses de la organización y de sus clientes, los accionistas y otros “dolientes” (“stake holders”). Participábamos activamente en el proceso de toma de decisiones, siempre preparados para defender los principios. Esta convicción fue lo que llevó a la Gente del Petróleo a la protesta generalizada en 2002 y 2003, cuando Hugo Chávez actuó para politizarla y controlarla. Fue un acto colectivo de sacrificio, algo que — lamentablemente— no todos los venezolanos han sido capaces de valorar en su justa dimensión.
Ingredientes esenciales
Los ingredientes esenciales del gerente petrolero profesional y de carrera generalmente incluían el pleno conocimiento de su tarea, la juiciosa aplicación de esos conocimientos, la responsabilidad al accionista y otros “dolientes” (“stake holders”) y el apego a las normas de la empresa. En el caso de Pdvsa, propiedad del Estado, entendimos nuestro deber como la defensa del verdadero interés público, no de partidos políticos o grupos con agendas propias.
La actividad del gerente petrolero profesional estuvo regida, por mucho tiempo, por la meritocracia, la cual fue transformada en una mala palabra en la Venezuela de Hugo Chávez y sus seguidores.
Formación de un gerente petrolero
La formación de un gerente petrolero venezolano no permitía la improvisación, no había sorpresas. Llegar a la posición de gerente de primer nivel de una empresa petrolera, es decir, un gerente general de refinería, de un campo de producción, de comercialización petrolera o de finanzas, generalmente requería una carrera de unos 15 a 20 años en la empresa.
Un recuerdo para los colegas con quienes compartí
Sería imposible mencionar a todos los gerentes petroleros con quienes tuve la oportunidad de interactuar, ya que conocí y trabajé junto a centenares de estos hombres y mujeres. Recuerdo con gran afecto a mis compañeros gerentes y técnicos de Shell, Maraven, Pdvsa y Ministerio de Energía y Petróleo. En Exploración y Producción, Gustavo Inciarte, Nelson Vásquez, Alex Lorenz, Brígido Natera, Claus Graf, Hans Krause, Vladimir Gamboa, Enrique Vásquez, y Gustavo Feo Codecido. En Refinación a Ramón Cornieles, Luis Hernández, Leopoldo Aguerrevere y Leo Wilthew. En Finanzas a Pablo Reimpell, José Mavares y Oliver Campbell. En Recursos Humanos a Héctor Riquezes, Alejandro Fernández, José Capobianco, Eustoquio García, Aníbal Martín, José Antonio Lecuna, Nelson Olmedillo y Antonieta López. En las juntas directivas de Pdvsa, Maraven y Meneven u otras empresas estatizadas, al general Rafael Alfonzo Ravard, Julio César Arreaza, Alirio Parra, Luis Plaz Bruzual, José Martorano, Víctor Petzall, Andrés Aguilar, José Rafael Domínguez, Mauricio García Araujo, Julio Sosa Rodríguez, Pedro Burelli, Luis Giusti, Ramón Espinasa, Fernando Sánchez, Carlos Padrón Amaré, Gustavo Aristeguieta, Rómulo Quintero, Ramón Mantellini, Alberto Quirós, Carlos Castillo, Samuel Wilhelm, Jack Tarbes, Ángel Olmeta, Mario Rodríguez, Rafael Pardo, Jorge Zemella, Arnold Volkenborn, Román Duque Corredor, Emilio Abouhamad, Bernardo Díaz, Francisco Pradas, Néstor Ramírez, Luis Rivero, Roberto Mandini, Frank Alcock, José Giacopini Zárraga, Guillermo Rodríguez Eraso, Ernesto Sugar, Jack Tarbes, Nicanor García, Julio Trinkunas, Arnaldo Salazar, Alfredo Gruber, Juan Roger, Francisco Moreno.
Y muchos más que con frecuencia se vienen a mi memoria, tan cargada de nostalgias. Es un largo desfile de ciudadanos excepcionales, quienes dieron lo mejor de sí mismos para su país, en medio de duros ataques e injustas desconfianzas.
Ojalá algún día exista en Venezuela una Plaza del Gerente Petrolero y, en ella, una pared con sus nombres.
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