He venido advirtiendo desde hace más de diez años que el error de impulsar una guerra que no se puede ganar, sencillamente porque los objetivos de la misma son imposibles de alcanzar, generan siempre una derrota. Ahora bien esa derrota a su vez produce situaciones que perduran en el tiempo y por otro lado otras que son muy peligrosas.
El caso de la guerra europea es uno donde desde (salvo para los todólogos) los objetivos fijados por la OTAN eran imposibles de ser alcanzados. Eso llevaba a la derrota y a que el enemigo no sólo venciera sino que tuviera ante sí una situación estratégica muy conveniente para él. Y es ahí cuando las puertas del Averno se han abierto. Hoy Rusia sabe varias cosas que antes de la guerra no tenía por ciertas. Es decir eran “supuestos” sobre los cuales planificar estrategias, sin embargo ello hoy son certezas. Incómodas certezas: La OTAN no sólo tiene hoy severos problemas para operar efectivamente en una guerra de alta intensidad en Europa sino que esos problemas muy probablemente se prolonguen en el tiempo por varios años; Hoy ya tiene evidencias concretas del comportamiento de la mayor parte del arsenal de la OTAN en situaciones de combate; Hoy conoce las capacidades concretas de los sistemas de inteligencia operacional y tácticas de la OTAN; Hoy sabe que la agenda de seguridad de Estados Unidos no es la misma que la de sus aliados europeos; Hoy sabe que no hay en modo alguno consensos en la OTAN para actuar en situaciones de crisis frente al dilema de combatir a una Gran Potencia en condiciones de usar armas nucleares.
Todo lo que acabamos de exponer, y seguro hay más aspectos que se me escapan, hacen que se presente una situación inédita: La OTAN ha mostrado sus cartas (como Trump le dijo a Zelenski respecto a las que este último disponía) y ello es muy peligroso para Europa. Claro que se podrá aducir que también Rusia ha mostrado sus cartas, el pequeño problema es que Moscú se ha impuesto en la guerra y sus fuerzas convencionales no son precisamente el elemento de disuasión frente a la OTAN!!! Si bien opino que nada tiene para obtener Rusia en Europa Occidental, por enésima vez recuerdo que no es la URSS ni tiene el Pacto de Varsovia con fronteras más al Oeste, lo cierto es que Europa está evidenciando un nivel de vulnerabilidad estratégica que muchos presumimos desde hace mucho tiempo pero hoy son algo concreto.
Esa vulnerabilidad estratégica, a la que debe sumarse la que proviene del campo energético, hace que en los próximos años su situación sea muy precaria y aliente peligrosos escenarios si no es que se dan pasos concretos para revertir esto. De nuevo, nada de esto sucedería si no se perdía una guerra que era imposible de ganar aún en el escenario suma cero de un intercambio nuclear.
Ya es tarde, tardísimo para evitar pagar los costos de pésimas decisiones tomadas por liderazgos que oscilaron entre su enorme ignorancia o una corrupción gigante como la del ponderado “estadista” Biden. El Averno lo abrieron los idealistas y ahora le piden a los realistas que cierren las puertas que se han quemado. No es posible hacerlo.
El retorno de Rusia al mercado global de armas
Rusia a pesar de la atávica ignorancia de los todólogos ha sido por años un jugador importantísimo en el mercado internacional de armas. Desde la invasión a Ucrania en 2022 se ha retirado del mismo para sostener su esfuerzo de guerra. Recordemos que esta campaña es en términos absolutos tan dura y demandante como la Segunda Guerra Mundial, básicamente por la ayuda dada a Ucrania (no lo sostengo yo solamente sino que Trump lo viene diciendo). Con un acuerdo de paz es seguro que Rusia volverá con sus empresas al mercado y en esto debe de tenerse en cuenta algunos aspectos: Puede ofrecer material probado en combate durante una guerra de alta intensidad y larga duración; Rusia suele vender chatarra y materiales de primer nivel, esto depende enteramente del comprador. India o China compran materiales sofisticados, el Irak del colgado Sadam compró tanques T-72 que no tenían bien ajustado el sistema que expulsaba la vaina del proyectil disparado por el cañón y esta terminaba rebotando dentro de la torreta.
Los medios que más salida tendrán a mi juicio serán los sistemas de guerra electrónica que anularon los drones ucranianos, misiles crucero, helicópteros de combate, sistemas AA y otros relacionados con el comando y control de operaciones. Todos estos son carísimos y no todos pueden afrontar esos gastos; es probable que lo hagan naciones como China, India, Pakistán, y los árabes del Magreb. De menor costo serán las municiones para fusiles de infantería, fusiles de asalto, morteros y sus municiones, granadas de mano y señales, equipos individuales para tropas, vehículos de transporte y equipos de comunicaciones. África y Asia demandaran estas cosas y quizás aquí en Latinoamérica Perú aproveche eso.
Hay que tener en cuenta que con la guerra europea el mercado tuvo tal demanda que no hay stocks ni muchas oportunidades para adquirir medios de combate principalmente terrestres. Por lo que el excedente ruso será relativamente sencillo de colocar en el mercado; seguramente los todólogos pueden aprovechar esa oportunidad de adquirir los caballos y mulas que según ellos arrastran los sistemas de armas rusos. No la dejen pasar. Por lo pronto ya vimos hace apenas un par de semanas como Argelia se convirtió oficialmente en el primer comprador internacional del caza ruso de Quinta Generación Su-57.
Zelenski HUMILLA a los adeptos del discurso oficial
El relato pro Unión Europea se basaba en la “victoria militar total”, la demonización de Trump y la importancia de Bruselas en la guerra. Ahora, apenas unos días después de su “malcriadez” en la Casa Blanca, Zelenski hace público y oficial que busca negociar con Trump como actor clave, mientras la UE queda totalmente ignorada.
Zelenski, en sus declaraciones del martes 4 de marzo agradece SOLO a Trump su plan de paz, desmontando el mito de “resistir hasta el final” y dejando a Bruselas como en lo que Europa se ha convertido, un actor irrelevante, pese a haber financiado la guerra con miles de millones de los tributos de ciudadanos europeos, mientras por otro lado permiten la islamización del continente cuna de la civilización occidental. Se pasó de un relato donde la guerra era innegociable y Trump era el “enemigo de Ucrania”, a un escenario donde Zelenski busca diálogo y acepta a Trump como figura clave para finalizar el conflicto.
Culminamos esta semana con las acostumbradas recomendaciones de nuestra “inútil biblioteca”: REFLEXIONES SOBRE LA GUERRA por Michael Walzer, esta obra de Walzer es un punto de referencia obligado en toda reflexión contemporánea sobre la guerra. En este texto el autor reúne (por primera vez desde la publicación de su texto, ya convertido en clásico, “Guerras justas e injustas” recomendado en este mismo espacio hace ya unos meses) sus argumentos más incisivos sobre los conflictos militares contemporáneos y las cuestiones éticas que plantean. Los ensayos aquí recogidos se dividen en tres secciones. La primera aborda cuestiones como las intervenciones humanitarias, la ética en situaciones de emergencia y el terrorismo. La segunda reúne las respuestas de Walzer a guerras concretas, incluyendo la Guerra del Golfo, Kosovo, Afganistán e Irak. Y en la tercera nos ofrece su contribución a imaginar un futuro en el que la guerra pueda desempeñar un papel menos importante en nuestras vidas. En su introducción, el autor nos revela la evolución de su pensamiento a lo largo del tiempo. Escrito en un periodo de intenso debate sobre el uso correcto de las fuerzas armadas, este libro nos ayuda a profundizar en nuestra reflexión sobre estas cuestiones tan cruciales y nos presenta una perspectiva moral de la guerra; 1989, EL AÑO QUE CAMBIÓ EL MUNDO LOS ORÍGENES DEL ORDEN INTERNACIONAL DESPUÉS DE LA GUERRA FRÍApor Ricardo Martín de la Guardia, hay fechas en la Historia en las que los acontecimientos se aceleran, momentos que recogen la trayectoria de las décadas pasadas para convertirse en su epítome a la vez que aportan las grandes líneas directrices del futuro inmediato. El año de 1989 es, sin duda, una de estas fechas: en Paraguay, la eterna dictadura de Stroessner llegaba a su fin, mientras que unos kilómetros más al Oeste, en Chile, la oposición democrática vencía en las elecciones libres a una dictadura no menos emblemática, la de Augusto Pinochet. En Asia el régimen de los ayatolás enterraba aquel año a su líder, Jomeini mientras que el gigante chino, todavía subestimado económica y políticamente, ofrecía su lado más oscuro en la matanza de estudiantes de Tiananmen. Pero fue sobre todo la caída del Muro de Berlín en noviembre lo que, simbólicamente, inició el final de los regímenes comunistas de Europa central y oriental y abrió las puertas a la desintegración de la Unión Soviética dos años más tarde. El fin del orden internacional consagrado en Yalta cincuenta años atrás daba paso a una nueva realidad, más abierta (también más confusa), donde la indiscutible primacía norteamericana debería conjugarse con una serie de potencias emergentes. Apenas pasadas tres décadas desde aquel año que cambió el mundo, esta magnífica monografía analiza cómo lo sucedido entonces dio origen al nacimiento de un nuevo orden internacional; HOW STATES THINK THE RATIONALITY OF FOREING POLICY por John J. Mearsheimer y Sebastian Rosato, para entender la política mundial, es necesario entender cómo piensan los Estados. ¿Son racionales los Estados?. Gran parte de la teoría de las relaciones internacionales supone que lo son, pero muchos académicos creen que los líderes políticos rara vez actúan racionalmente. La cuestión es crucial tanto para el estudio como para la práctica de la política internacional, ya que sólo si los Estados son racionales pueden los académicos y los responsables de las políticas comprender y predecir su comportamiento. John J. Mearsheimer y Sebastian Rosato sostienen que las decisiones racionales en política internacional se basan en teorías creíbles sobre cómo funciona el mundo y surgen de procesos deliberativos de toma de decisiones. Utilizando estos criterios, concluyen que la mayoría de los Estados son racionales la mayor parte del tiempo, incluso si no siempre tienen éxito. Mearsheimer y Rosato defienden su postura examinando si los líderes mundiales pasados y presentes, incluidos George W. Bush y Vladimir Putin, han actuado racionalmente en el contexto de acontecimientos históricos trascendentales, incluidas las dos guerras mundiales, la Guerra Fría y la era posterior a la Guerra Fría. Al examinar este concepto fundamental de una manera novedosa y completa, Mearsheimer y Rosato muestran cómo piensan los líderes y cómo elaborar políticas para tratar con otros Estados.
@J__Benavides
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