El régimen de Maduro, como es habitual, ha intentado escurrir su responsabilidad, acusándome a mí y a otros dirigentes de encabezar una red de trata de personas en conjunto con el Tren de Aragua. Una acusación absurda y tomada por los pelos que, obviamente, nadie cree. Sin embargo, el verdadero objetivo del régimen es desviar la atención de lo importante: su relación directa con estas organizaciones del crimen transnacional.
¿Cómo surgió el Tren de Aragua? Su nacimiento y expansión están directamente vinculados a la estructura de poder y a la gobernanza criminal en Venezuela. Esta banda se originó en la célebre cárcel de Tocorón, que durante años funcionó como el centro de operaciones de esta organización. A pesar de que el régimen negó durante mucho tiempo la existencia del Tren de Aragua —llegando incluso al punto de que el canciller de Maduro calificara su existencia como una «ficción creada por los medios»—, el año pasado, la dictadura se vio obligada a reconocerlo tras intervenir Tocorón. En esa operación, se revelaron imágenes que mostraban los privilegios que gozaban los presos: discotecas, piscinas, parques infantiles, casinos, restaurantes con terrazas, bares, licorerías, cajeros automáticos e, incluso, un zoológico con jaguares y pumas, todo financiado con dinero de actividades criminales.
La periodista venezolana Ronna Rísquez estima que el Tren de Aragua podría contar con más de 3.000 miembros y operar en una cartera de más de 20 delitos. Entre sus actividades destacan la extorsión, el secuestro, la trata de personas, el narcotráfico, el tráfico de oro, las redes de prostitución, el control de pasos fronterizos, los homicidios, la venta de armas y el lavado de dinero, entre otros crímenes.
El crecimiento del Tren de Aragua ha sido exorbitante, superando incluso a los grupos delictivos más peligrosos del mundo. Según diversas investigaciones, la mega banda venezolana tendría presencia en países como Colombia, Brasil, Chile, Argentina, Ecuador, Perú, Costa Rica, Panamá, México, Estados Unidos y hasta España, donde el año pasado capturaron a un familiar del líder de la agrupación criminal. Un informe del Departamento de Seguridad Nacional estadounidense identifica a miembros de esta organización en 16 estados del país y señala que hay 100 investigaciones federales relacionadas con el Tren de Aragua en curso.
La inmigración masiva, producto del régimen de Maduro, fue el combustible que potenció aún más al Tren de Aragua. La oleada migratoria generó innumerables oportunidades criminales: desde el cobro por cruzar pasos peligrosos como el del Darién o la frontera con México, hasta redes de prostitución como la desmantelada en Perú, integrada por mujeres inmigrantes.
No tengo dudas de que esta mega banda es una estructura criminal al servicio de Maduro.
Las recientes revelaciones del caso del teniente Ronald Ojeda en Chile, donde un testigo señala directamente la participación de Diosdado Cabello en este crimen, demuestran que el Tren de Aragua es una extensión del régimen. Es parte del engranaje de crimen organizado que hoy sostiene a Maduro en el poder.
La ecuación que amenaza las libertades en Iberoamérica tiene tres componentes principales: autoritarismo, crimen organizado y migración. Estos tres factores, en mayor o menor medida, afectan a cada país del hemisferio, con su principal centro de operaciones en la Venezuela gobernada por Maduro y su cúpula.