“Yo quiero ser el candidato que entusiasme y enamore”, dijo en su cierre de campaña el jueves.
Andrés Ojeda quizás sea el aspirante a presidente menos convencional del Partido Colorado, pero ciertamente es el más viral. Bajo la premisa de ser la cara de la “nueva política” de Uruguay, el abogado ha inundado las redes sociales con vídeos en los que explica sus propuestas de gobierno mientras levanta pesas y se ejercita en el gimnasio.
Se presenta con un estilo más relajado para ganar al electorado y así convertirse en el próximo presidente del país sudamericano, pese a que las encuestas de opinión de voto lo sitúan en tercer lugar y con inciertas posibilidades de pasar a segunda vuelta.
Su último mitin fue en una plataforma virtual, donde en los últimos años ha forjado su imagen primero como abogado, después como personalidad pública y, finalmente, como político.
A los 40 años, Ojeda rechaza las etiquetas y se define como un candidato “pragmático”, que se propone ser la palanca para impulsar “lo nuevo” frente a «lo viejo». Se aferra a su ausencia de “mochilas” y siente orgullo en “no tener facturas del pasado para pasarle”.
«Hace mucho tiempo que no enfrentamos a la izquierda con la derecha, sino enfrentamos a lo nuevo con lo viejo y al futuro con el pasado», dijo a The Associated Press. “Y yo prefiero toda la vida surfear la ola que tratar de parar la ola”, agregó mientras se servía otro mate.
“El nuevo presidente” es el eslogan de este abogado penal cuya imagen en Uruguay no es desconocida, aunque pocas veces fue asociada a la política.
Tras asumir en 2015 la defensa del exguerrillero Héctor Amodio Pérez, uno de los casos más mediáticos de la historia reciente del país, Ojeda se volvió una figura habitual en los noticieros locales. Con el tiempo, integró diversos segmentos televisivos de varios canales como columnista.
A partir de 2021, su nombre pasó a ganar fuerza como el representante del “cambio generacional” en el Partido Colorado, una de las tres fuerzas históricas y tradicionales de Uruguay, al lado del Frente Amplio y el Partido Nacional, aupado por sus formas avasalladoras y sin filtros.
Nacido en Montevideo en 1984, fue a través de las redes donde anunció su precandidatura el año pasado. Y fue en el ámbito digital también donde construyó su campaña electoral, tras una sorpresiva victoria en las primarias del Partido Colorado, en las que batió a otros candidatos de peso pese a no haber ocupado nunca cargos públicos.
Los vídeos de Ojeda levantando pesas, luciendo sus músculos o boxeando, mientras presenta sus propuestas de gobierno, han dado la vuelta en América Latina y han roto con la tradicional moderación que ha regido la política uruguaya en las últimas tres décadas. Recibió críticas, eso sí, pero más que nada la gente habló —como nunca antes— del “disruptivo candidato” de Uruguay.
Entre signos del zodiaco y películas favoritas, también discute de salud mental, bienestar animal, educación y pobreza infantil.
“Me acusaron de frívolo y todo esto», cuestionó. «Porque hay una acepción de que para ser serio, hay que ser aburrido”, dijo.
Tras un tímido debut en la arena política al inicio de campaña, Ojeda sacó ventaja de su viralización para afianzarse como la faceta innovadora de una campaña política que no ha despertado pasiones. Pasó de tener un apoyo mínimo, de tan solo 3% del electorado, a imaginarse llegando a una eventual segunda vuelta electoral.
Sobre todo, apuesta por el respaldo de los más jóvenes para protagonizar la ruptura generacional, estimulado por el ejemplo de otros “liderazgos de la nueva política» en la región, planteó, nombrando a Javier Milei en Argentina, Santiago Peña en Paraguay, Nayib Bukele en El Salvador y Gabriel Boric (Chile).
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