Dada mi experiencia venezolana desde que llegué a Colombia en 2005 me he dedicado a divulgar esa experiencia como señal de advertencia de la posibilidad de ocurrencia de lo mismo acá. La casi unanimidad de los políticos colombianos piensa como pensaron los venezolanos, el “Venezuela no es Cuba” lamentablemente se ha trasladado al “Colombia no es Cuba”, por eso no se unieron en un frente común para impedir la llegada de Petro y siguen con la misma superficialidad, sin unirse para impedir la consolidación de un régimen dictatorial dentro del pensamiento del socialismo del siglo XXI, que he denominado PetroELNismo.
Una significativa excepción a lo señalado es María Fernanda Cabal, una político que no tiene pelos en la lengua, se declara sin miedo de derecha, ha comprendido profundamente el peligro del socialismo del siglo XXI. Soy de la tesis, contraria a la dominante, de que el candidato debe ser claro en un discurso firme de derecha, para polarizar contra los comunistas. En 2022, si no se le hubiese impedido ser la candidata del CD, hubiera polarizado y ante el temor a Petro, no hubiese surgido un outsider que eliminara a la derecha en la primera vuelta. En 2026 sucederá lo mismo, se debe desde ahora acordar el mecanismo para la elección de un candidato unitario para que se cree una figura que aglutine a los decepcionados del peor gobierno de Colombia. Este candidato no debe tener miedo a polarizar, las ideas de derecha son bien recibidas por el electorado, si bien la mayoría relativa se declara de centro, es por la estigmatización que a la derecha se le ha hecho, y a la que los mismos políticos han caído, pero una mayoría absoluta de esos que se declaran de centro en realidad tienen ideas de derecha, como lo indican la unanimidad de las encuestas que preguntan sobre el apoyo a los militares y policías ,a la religión, a las empresas, oposición a las ideas de izquierda como nacionalización, decrecimiento , etcétera. Más aún en los jóvenes se encuentra un crecimiento significativo de los que se identifican como de derecha, y tanto en el electorado en general, como en los jóvenes, la izquierda es muy minoritaria.
Dentro de esa idea de María Fernanda Cabal como una político con ideas claras sobre el peligro del comunismo, ella acaba de publicar un libro con el mismo título de esta columna, ningún político colombiano ha expuesto con tanta claridad el peligro en el que está la democracia en este país, exponiendo como lo señala el subtítulo “la hoja de ruta de la dominación continental comunista”.
Una de las premisas fundamentales de la obra es “considero que no debe satanizarse la ‘polarización civilizada’, porque de la defensa de las convicciones en libertad y de los acuerdos posibles desde la diferencia, depende el devenir de las sociedades, no como un concepto abstracto sino como la sumatoria de individuos reunidos alrededor de ideas, de costumbres, de sentimientos, de propósitos y del sueño civilizado del bienestar y el bien común.”
Describe claramente la estrategia del Foro de Sao Paulo para la destrucción de la Colombia conformada por las siguientes etapas: 1) aglutinamiento institucional de la izquierda continental en el Foro de Sao Paulo (1990), 2) “ direccionamiento’, a partir del posicionamiento progresivo de los partidos de izquierda hasta convertirse en opción de poder en las urnas, para transitar luego, desde gobiernos de izquierda elegidos en democracia, a la destrucción de las mismas instituciones democráticas que los llevaron al poder y a la consolidación de dictaduras comunistas con vocación de perpetuidad. Es la democracia como Caballo de Troya”, 3)” una estrategia de financiamiento surtida inicialmente por la irrigación de petrodólares venezolanos a partidos políticos y campañas; y luego también a través de Venezuela pero con origen en Colombia, de los recursos del narcotráfico”.
Narra magistralmente lo sucedido con la guerrilla señalando que: “Durante los gobiernos de Álvaro Uribe hubo un receso en la dialoguitis con grupos armados ilegales con los que no había nada sobre qué dialogar, más allá del sometimiento en unas condiciones -esas sí negociadas- de verdad, justicia transicional y reparación, como en efecto se hizo con los resultados conocidos”. Concluye esta parte con una afirmación contundente: “Frente a una democracia en peligro se impone la lucha frontal contra el crimen organizado, el narcotráfico y la minería ilegal, pero también es imperativo ponerle fin a la estrategia claudicante y fallida de la dialoguitis…, lo demás es cuento” (Lastima que no convenció a José Félix de eso y ojalá que eso no sea una piedra en la rueda de su candidatura).
Define de manera precisa la estrategia gramsciana (sin referirse a ella) de la izquierda: “ Revolución armada y revolución cultural silenciosa abonaron el terreno para cuando el comunismo continental, desde Sao Paulo, cambió de rumbo e impartió la directriz de atacar las democracias latinoamericanas desde adentro, convirtiendo a los partidos de izquierda, muchos de ellos mutantes de la lucha armada, en verdaderos caballos de Troya disfrazados de socialismos modernos como el Bolivariano del siglo XXI, y de progresismos como Colombia Humana -Movimiento Progresistas-, con los cuales lograron en las urnas lo que no habían podido alcanzar por las armas: el poder.”
Tiene un capítulo extraordinario sobre el rol del narcotráfico en esta estrategia, concluyendo con un análisis de la relación entre este y el llamado “activismo social” del comunismo, le sigue uno con mapas que muestran la correlación entre narcocultivos y grupos armados, ambos muestran una radiografía perfecta del narcoterrorismo. Los capítulos finales delinean el peligro que corre la democracia colombiana bajo el gobierno de Petro. Señala al respecto:
“Por la miopía de la clase política frente a los peligros que acechan a la democracia, el país se enfrentó a la disyuntiva entre una democracia con plenas libertades y un régimen socialista con vocación de dictadura… y se equivocó. Colombia no se puede volver a equivocar en 2026, lo cual demanda anteponer el futuro del país a los intereses políticos inmediatos, a las conveniencias y a mezquinas componendas. La clase política tiene la palabra…”. Concluye en dos páginas definiendo lo que ella llama: “¿Cuál es nuestra misión para Colombia?”, que no es más que un apretado resumen de un ideario de democracia liberal para el país.
En conclusión, con “La democracia en peligro” María Fernanda Cabal se posiciona como una líder de profundas convicciones doctrinarias enmarcadas dentro del ideario de la democracia liberal, define el peligro de la dictadura comunista del socialismo del siglo XXI en Colombia, y plantea un resumen del programa ideológico que debe servir de freno a ese peligro. Este libro es una lectura obligada de todo aquel interesado en la política colombiana actual y debería servir para posicionarla como la líder de la derecha colombiana, independientemente que sea candidata o no.
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