Colombia está embarcada en una cruzada, poco vista antes en términos de unidad nacional, para recuperar la sede de los Juegos Panamericanos de 2027, de la que fue despojada Barranquilla, la principal ciudad de su región caribe, por no cumplir con los pagos acordados con la organización.
Dicho acuerdo se firmó en 2021 y el pasado 5 de noviembre, en la clausura de los Panamericanos de Santiago, Barranquilla sacó sus trajes de carnaval para recibir con la alegría que la caracteriza la bandera de la Organización Panam Sports, que tiene los derechos de los Juegos, pero dos meses después ese entusiasmo se transformó en drama.
Panam Sports retiró el 3 de enero la sede panamericana a Barranquilla por no cumplir con dos pagos, de cuatro millones de dólares cada uno, que debían haber sido hechos en el segundo semestre de 2023, lo que abrió una controversia nacional que ha trascendido lo deportivo y entrado en el campo político, donde los dedos acusadores apuntan a ministros del Gobierno colombiano e incluso al presidente Gustavo Petro.
“Desastre”, “fracaso”, “fiasco” o “vergüenza”, son algunas de las expresiones que desde hace más de una semana se repiten en la prensa y las redes sociales para referirse a la pérdida de la sede de los Panamericanos de Barranquilla, una ciudad de casi 2,2 millones de habitantes en su área metropolitana y capital del departamento del Atlántico, que simboliza para muchos el dinamismo y el progreso que hacen honor a su apelativo de “Puerta de Oro de Colombia”.
Capitales deportivas
En 1971, Cali, tercera ciudad de Colombia, celebró con éxito los VI Juegos Panamericanos y desde entonces se ganó el título informal de “Capital Deportiva de América”, una campaña que Barranquilla aspiraba, o aún aspira a emular si tiene éxito la cruzada política y diplomática puesta en marcha por el Gobierno para deshacer la afrenta que supone la retirada de la sede.
Como credenciales, Barranquilla ofrece no solo sus escenarios deportivos, como los estadios Rafael Cotes (atletismo), Édgar Rentería (béisbol), el Romelio Martínez y el Moderno (ambos de fútbol), el complejo acuático, el Parque de Raquetas y el coliseo Elías Chegwin, que albergaron las competencias de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 2018, sino también una buena infraestructura hotelera, el entusiasmo y la alegría musical de su gente. Por eso mismo es la sede de la selección de fútbol en los partidos de eliminatorias mundialistas.
En la última semana, autoridades locales y regionales, organismos de control público, congresistas, políticos y deportistas han hecho llamados de atención al Gobierno sobre lo que perderá no solo Barranquilla sino Colombia en términos económicos, deportivos y de imagen si no recupera la sede de los Panamericanos, una presión que llevó a Petro a entrar al ruedo para tratar de lidiar con el malestar de Panam Sports, que ya mira a Sao Paulo, Paraguay y las ciudades mexicanas de Monterrey (Nuevo León) y Jalisco (Guadalajara) como potenciales alternativas.
Reacción de Petro a la polémica
“Hemos trazado un plan de recuperación de los Juegos Panamericanos. Lo que queremos notificar es que los ocho millones de dólares por concepto de concesión de derechos de los Juegos Panamericanos están listos, en cualquier momento podrían ser girados si la parte del convenio así lo considera”, expresó Petro el martes en una declaración a la prensa.
A esa decisión llegó después de recibir en la Casa de Nariño, sede del Gobierno, al alcalde de Barranquilla, Álex Char; al gobernador del Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa; al presidente del Comité Olímpico Colombiano (COC), Ciro Solano, y los ministros del Deporte, Astrid Rodríguez, y de Relaciones Exteriores, Álvaro Leyva, a quien encargó una ofensiva diplomática en el continente para recabar apoyos para Barranquilla como parte de un plan para recuperar la sede de los Juegos.
En Colombia, un país que vive en eterna polarización política, esta vez parece haber un consenso en que la culpa de lo sucedido la tiene el Gobierno nacional, en especial la ministra Rodríguez y su antecesora, la campeona olímpica de pesas María Isabel Urrutia, tristemente célebre por sus explicaciones sobre por qué no se hicieron los pagos a Panam Sports si el dinero estaba incluido en el presupuesto general de la nación de 2023.
“A mí me parecía que era muy costoso (…) para estos países de Latinoamérica con esta pobreza, que nosotros tengamos que sacar cinco millones de dólares cuando se están muriendo de hambre muchos niños, cuando hay muchos niños que ni tan siquiera tienen la opción de hacer deporte”, dijo Urrutia en una entrevista con EFE en la que intentó aclarar lo que dijo la semana pasada: que Petro prefirió gastar el dinero en los Panamericanos en otros proyectos y ella avaló esa determinación.
Eso, dicho por la primera ganadora de una medalla de oro olímpica para Colombia (Sidney 2000) y medalla de plata en los Panamericanos de Winnipeg 1999, fue interpretado por un sector de la opinión pública como una traición al deporte colombiano.
Todos suman
Convencido de que todo apoyo suma, el alcalde Char y el presidente del COC invitaron al expresidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y miembro del Comité Olímpico Internacional (COI) Luis Alberto Moreno a interceder por Barranquilla en una campaña paralela a la del Gobierno y el diplomático aceptó.
“Es esencial que el Gobierno Nacional, encabezado por el presidente Petro, presente un plan de acción con hitos de inversión claves que evidencien el firme compromiso del país con Panam Sports y podamos recuperar la credibilidad y confianza que el país ha perdido. Más gerencia menos politiquería”, manifestó Moreno.
Como nunca antes, Colombia se muestra unida en torno a una causa en la que no está dispuesta a dar el brazo a torcer, por difícil que sea la empresa a estas alturas, para lo cual algunos han propuesto incluso que se convoque a dos personajes del mundo del espectáculo que dejan en alto el nombre de Barranquilla: Shakira y la actriz Sofía Vergara. EFE