Cuando hablamos de América Latina, nos referimos básicamente a dos países: Chile y Argentina (dado que Bolivia tiene el recurso, pero no lo está produciendo).
En ambos países, la caída del precio ha tenido un efecto tanto para las empresas privadas que producen el mineral, como para las arcas públicas, que reciben menos recursos de las mineras por el pago de impuestos y royalties (impuestos específicos para la minería).
En Chile, el litio es producido por dos grandes firmas privadas que operan en el Salar de Atacama: SQM y Albemarle.
Estas firmas extraen, procesan y venden el metal en terrenos que pertenecen al Estado.
Es una especie de asociación en que el Estado de Chile les “arrienda la propiedad minera”, es decir, el Salar de Atacama (uno de los mejores yacimientos del mundo por la calidad del producto y los bajos costos de producción), y las empresas pagan por tener el derecho a comercializar el recurso minero.
La estructura impositiva a la que están sujetas estas dos compañías depende mucho del nivel del precio del litio.
Es una estructura escalonada: cuanto más sube el precio, mayor es el pago de impuestos y royalties.
Por lo tanto, como el precio se ha desplomado en los últimos dos años, los ingresos fiscales también se han visto mermados, explica Emilio Castillo, académico del Departamento de Ingeniería de Minas de la Universidad de Chile.
“Hay que acostumbrarse a que vamos a tener ciclos de precio, eso es algo normal en los mercados de minerales”, dice en diálogo con BBC Mundo.
“Nos fijamos mucho en los movimientos de corto plazo, pero tenemos que pensar en un horizonte de 10, 20 o 30 años”, agrega.
Ahora bien, “está muy lejano que volvamos a los US$70.000 la tonelada», dice el experto.
«Eso fue algo extraordinario”, señala Castillo.
Pero, como la mayor parte del litio se utiliza en la fabricación de autos eléctricos y las estimaciones internacionales apuntan a que esa industria continuará expandiéndose, se espera que la demanda de litio siga aumentando.
Lo que se desconoce es qué empresas de extracción lograrán sobrevivir a las temporadas de precios bajos, especialmente en aquellos yacimientos en que los costos de producción son más altos.
Distintas proyecciones apuntan a que en los próximos dos años el precio del carbonato de litio podría aumentar a unos US$16.000 la tonelada y que alrededor del 2030 podría escalar hasta los US$18.000.
Si en Chile los efectos de la caída del precio del litio han afectado las finanzas de las dos grandes empresas que operan en el Salar de Atacama y las arcas públicas del país, en Argentina los efectos negativos parecen ser mucho más duros por las grandes expectativas que existían en torno al desarrollo de nuevos proyectos.
Y es que Argentina estaba avanzando a toda velocidad para incrementar la producción de litio bajo el supuesto de que el precio continuaría en niveles altos.
Sin embargo, la caída del precio “ha tenido un impacto muy importante» en este país, le dice a BBC Mundo Shunko Rojas, socio de la firma de asesoría de comercio e inversiones Quipu.
Algunos proyectos pequeños que estaban en desarrollo, explica, han enfrentado desafíos financieros y decidieron suspender algunas operaciones o extender los plazos previstos para el inicio de la producción.
Entre las firmas que han anunciado algún tipo de revisión de sus planes originales están, por ejemplo, Argosy Minerals, Galan Lithium, Lake Resources y Arcadium, dice Rojas.
A mediados de septiembre la prensa argentina informó que, debido a la caída en el precio del litio, la empresa minera Arcadium canceló dos créditos internacionales por un monto total cercano a los US$180 millones que había obtenido de organismos multilaterales.
Y, por otro lado, la firma desaceleró la velocidad de su plan de expansión del proyecto Fénix en la principal mina de litio de Argentina.
Estas decisiones tendrán efectos en los ingresos que esperaban recibir las provincias y el gobierno nacional.
Pese a las dificultades, Río Tinto, la segunda empresa minera más grande del mundo, compró recientemente Arcadium -con fuerte presencia en Argentina- dando una señal de que “ve perspectiva a largo plazo y quiere aprovechar esta oportunidad”, comenta Emilio Castillo.
Consideraciones geopolíticas
En el precio del litio no solo interviene la oferta y la demanda, señalan los expertos.
Por un lado, Estados Unidos y Europa están mirando a Sudamérica como un actor relevante dentro de su cadena de suministros para la fabricación de autos eléctricos.
Por el otro está China, el mayor fabricante de vehículos eléctricos y el mayor mercado del mundo, que también necesita garantizar las materias primas que requiere para seguir desarrollando el negocio.
Como telón de fondo está la incertidumbre sobre nuevas políticas de aranceles o incentivos de producción de autos eléctricos que pueden implementar los países en los próximos años.
Cuando José Fernández, subsecretario de Estado para el Crecimiento Económico, Energía y Medio Ambiente de Estados Unidos, estuvo en agosto en Buenos Aires, dijo que China estaba inundando el mercado del litio para “destruir a la competencia, para bajar los precios y obligar a que las empresas salgan del mercado”.
Aunque esa acusación no ha sido demostrada, lo que sí refleja es el conflicto que existe entre las mayores economías del mundo por asegurar el acceso a los minerales críticos en el proceso de transición energética.
Y en ese contexto, probablemente el papel de Chile y Argentina en el mercado del litio continuará siendo relevante.
*Con el aporte de Phil Mercer.