Carratú Molina utiliza el 4 de febrero para insultar la memoria de Rafael Caldera: “El 28 de febrero 1994, le manifesté al entonces presidente Caldera en su despacho: Usted es parte de la conspiración. Es un irrespeto hacia mi persona y mi rango que usted pretenda sacarme de la Institución Militar por la puerta de la basura. Caldera me expulsó del país…”. Y la realidad es que el presidente Caldera lo nombró en 1994, Agregado Militar en Washington, una de las posiciones más ambicionadas por los miembros de las Fuerzas Armadas.
Carratú se desmiente en su propia carta del 8 de mayo de 1995, con su membrete personal y su firma, en la que le manifiesta al presidente Caldera “un respetuoso saludo con el sincero deseo por el éxito de su gestión” y le agradece “en mi nombre y en el de mi esposa e hijos, la oportunidad que nos dio de trabajar aquí en Washington, pues sirvió por una parte para decantarnos de todas las presiones que como familia vivimos los últimos años en Venezuela y por la otra parte, nos abrió una puerta al conocimiento y al desarrollo cultural e intelectual; oportunidad que la hemos aprovechado estudiando”.
En dicha carta pide a Caldera que “alargue su tiempo de servicio, a vencerse en julio de 1995, para continuar en esta ciudad por tres (3) años más, con el rango y sueldo de acuerdo a mi grado militar” y “permanecer como Agregado de Defensa” o “cualquier otra actividad que usted considere pueda ser útil al gobierno venezolano aquí en U.S.A”, para concluir: “Sólo deseo estos 3 años que le solicité para hechar –sic– las bases de mi nueva actividad en el campo civil”. Caldera agradeció “sus buenos deseos por el éxito del Gobierno” y contestó a su inusual solicitud: “Lamentablemente no considero viables las soluciones que Usted propone, pues me obligaría a desconocer la legítima aspiración de otros oficiales con méritos suficientes para lograr una oportunidad como la que se le ha brindado a Usted, lo cual no resultaría equitativo”.
Con relación a la otra grosera mentira, “le manifesté al presidente Caldera en su cara que era un conspirador”, cualquier integrante de las Fuerzas Armadas sabía la gravedad de dirigirse así a un superior y más aún si era el Comandante en Jefe. Si fuese verdad ese cuento, con toda seguridad Carratú no hubiese sido nombrado para el alto y apetecido cargo en la ciudad de Washington… Y para que no quede duda de sus mentiras, la carta, escrita por Carratú poco más de un año después del sobreseimiento de Chávez, termina reiterándole al presidente Caldera “el sincero deseo como venezolano que tenga el mejor de los éxitos en su gestión como Presidente de los Venezolanos”.