
No solo a los cantantes se les apaga la voz cuando se acaba el dinero. Le ocurre también a los cuentacuentos con la misma regularidad que un estafador muda su centro de operaciones y cambia su engañifa. No se puede engañar a todos todo el tiempo. Todo tiene su final. El filósofo, politólogo y cuentacuentos Juan Carlos Monedero, empresario de la política, asesor de fraudes electorales, mercader de la mora y la decencia, sobón por cuenta propia, ha entrado en un laberinto tan vacío y aterrador como la nada de su admirado Heidegger.
Después de su magistral conferencia en el Salón Hugo Chávez en el Helicoide, el centro de torturas y demás violaciones de los derechos humanos del régimen de Nicolás Maduro Moros, y su exhortación “humanista” a casi dos centenas de funcionarios policiales, la buena estrella mediática se le apaga, pero no hay que confiarse de cualquier cerca salta el ratón.
Lo han denunciado como agresor sexual y la Universidad Complutense, el cajón de resonancia y validación de su empresa, le han aceptado la baja y le han asignado un sustituto ante el mucho peso de las denuncias de exalumnas y antiguas conmilitonas en Podemos, que lo más inofensivo que le han dicho es baboso. Le da igual sigue yendo a restaurantes y recibe a la prensa en su piso de lujo en Madrid, en el caro distrito de Chamberí. No tiene hijos ni mujer.
En el proceso que le siguen se conocerán más detalles de sus frivolidades a contravía del feminismo que presumía cuando todavía era accionista y directivo de Podemos.
Un producto del neoliberalismo
Monedero es madrileño de nacimiento, pero por producto del azar. Pudo haber sido gijonés como su padre o de Albacete como su madre. Le cogió el gusto al dinero cuando atendía con sus hermanos la ventita de sus padres y repartía pedidos. Hablador y gracioso, muy cuentero y habilidoso para sacar propinas.
La primaria y el bachillerato lo cursó en un colegio religioso, con sus misas, rosarios y comuniones, pero fanfarronea que es izquierdista desde los 11 años de edad, pero no se lo creen ni los hermanos. Le gustaban los números y el olor del dinero. Era el que llevaba las cuentas del bar y de la tienda de ultramarinos. Tanto que el padre le regaló una calculadora de última generación porque creía que su deleite eran los números, no los billetes que contaba.
Después de un breve escarceo con los estudios de Economía en la Universidad Complutense de Madrid, se cambió a Ciencias Políticas en 1984, y al terminar se fue a la Universidad de Heidelberg a cursar estudios de posgrado. Coincidentemente, durante su estadía en Alemania cayó el muro de Berlín y se desplomó el largo experimento de los soviets en Rusia y sus satélites. Una historia que no aparece en su anecdotario.
En 1992, el año que Hugo Chávez fracasó en el golpe de Estado y en su cometido de asesinar al presidente Carlos Andrés Pérez, a Monedero lo incorporaron como profesor ayudante de la Facultad de Ciencias Políticas de la Complutense, aunque todavía no era doctor. La tesis la leyó cuatro años después, pero no en Alemania donde estudió, ni en alemán, sino en la Complutense y en madrileño. Obtuvo con una sospechosa calificación: cum laude.
Extrañamente, por esos tiempos realizó encargo del gobierno alemán que tituló Recorrido profesional de los becarios españoles del Goethe Institut. Se desconoce cuánto cobró.
En 1996 obtiene la plaza como profesor titular de Ciencia Política y de la Administración, por lo cual le retribuyen unos 55.000 euros brutos al año. Pero le parecía poco, y aunque es un cargo a tiempo completo, 240 horas al año, se la arregló para aparecer y cobrar como profesor del Instituto Complutense de Estudios Internacionales que le suponían 500 euros más en su mensualidad.
Monedero, empresario de la política, profecía autocumplida
Monedero en el año 2000 sabía a dónde quería ir. Su mundo no era el académico. Le gustaba el prestigio, pero quería oír la caja registradora. Empezó a vender su mercancía: asesorías políticas. En España, hasta 2005 asesoró a Gaspar Llamazares Trigo, que ejercía como coordinador general de Izquierda Unida. Sin embargo los intangibles que le cobraba Monedero como recomendaciones no evitaron el desbarrancamiento político de Llamazares Trigo, ahora constreñido a una concejalía.
En 1999, de perfil casi rastrero, Monedero había empezado a rasguñar en las asesorías a la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela que la Fundación CEPS que lideraba el profesor Roberto Viciano Pastor con una decena de académicos ‘progresistas’ españoles. Viciano muy de izquierda entonces era muy cercano al chavismo. Su identificación no deja dudas en el artículo publicado en Temas para el Debate en 2002 con el título “Venezuela: una experiencia preocupante sobre el papel de los medios de comunicación en los sistemas democráticos”.
El yo-empresa-monedero empezaba a caminar siguiendo al dedillo la conceptualización de Foucault del modelo neoliberal: “Una sociedad de individuos que operan en mercados en competencia unos contra otros, en la cual la vida misma del individuo –incluida la relación con su propiedad, su familia, su pareja–lo convierte en una suerte de empresa permanente y múltiple, y único proyecto de vida visible”.
La visibilidad la alcanzó en los medios españoles en 2023, cuando era el promotor y propietario del sitio web noalaguerra.org, que mantenía un eterno asedio y una emboscada constante contra el Partido Popular, entonces al frente del gobierno de España, que apoyaba la invasión y la guerra en Irak. El PP lo querelló y pidió pena de cinco años de cárcel contra Monedero y los responsables de la página que divulgaban afirmaciones contra los diputados populares como cómplices de asesinato.
Monedero admitió que se había limitado a “financiar” la iniciativa de algunos de sus alumnos. No asumió su responsabilidad y poco después la causa fue sobreseída. Aunque con mal pie, ya había trabado la puerta de entrada a la prensa grande.

Las exposiciones y argumentaciones de Monedero son percepciones idealizadas de la política, de los gobiernos, las ideologías, la realidad. Conceptualiza como realidad una fantasía que se ha autoconstruido en sustitución de la realidad, “verdadera y realmente existente”
Del capitalismo con olor azufre al mercantilismo en negro
En 2005, luego de que Chávez “ganó” el referéndum revocatorio Juan Carlos Monedero se incorporó al gobierno bolivariano, que empezaba a farfullar su branding asociado con el socialismo del siglo XXI como marca y producto.
Era asesor personal de Chávez, del Ministerio de Planificación y tenía un cargo en el Centro Internacional Miranda, que mantenía un programa de adoctrinamiento político y de promoción del chavismo en América Latina. Al morir Chávez, Monedero afirmó que el teniente coronel era “el último libertador y el gran rompedor de la hegemonía estadounidense en el continente americano”.
Su verdadero salto al mercado internacional de la política como mercancía lo dio el 15 de septiembre de 2010. Fue ponente en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, no en la Asamblea General, en un debate titulado Democracia y los objetivos de desarrollo del Milenio, en la celebración del Día Internacional de la Democracia, organizado por la Misión Permanente de Venezuela en la ONU.
Amplió su red de conexiones y entró como profesor visitante en la Universidad Iberoamericana de Puebla y de la Universidad Pontificia de Comillas en Madrid, y asesoró a Rafael Correa, en Ecuador, y al pederasta Evo Morales, en Bolivia.
Su encendido discurso pasó inadvertido tanto en pasillos multilingües y en los salones a prueba de ruidos de la ONU, pero en su automarketing presenta como un hito de su carrera de intelectual de la política su farragosa denuncia contra «el neoliberalismo escondido bajo el disfraz del mercado omnipotente y el mito del consumismo». El discurso ni nada relacionado con el acto figura en el archivo de la ONU y mucho menos en la Misión de Venezuela en Nueva York. Solo apareció en la web personal de Monedero.
Ese mercado omnipotente que denunciaba, le pagó la muy inflada suma 425.150 dólares por un presunto “paper” sobre la moneda única entre los países del Alba. Se sabe de la factura de cobro, pero no del destino del “informe” de alguien cuya única experiencia en finanzas y economía se limitaba a la contabilidad del negocio del padre. Ninguna de esas canonjías fue comunicada a la Complutense ni a la Agencia Tributaria.
Entre el grupo de países del Alba hubo un ensayo con una moneda denominada Sucre, pero su única vinculación con Monedero es que se utilizó para defraudar y no ha sido identificado como un problema ético, de cruda corrupción. Tan pronto como comenzó el ensayo funcionarios de Ecuador le vendían agua de mar a Venezuela, los de Nicaragua piedras volcánicas y Bolivia semillas de soja y hojas de coca, y recibían el montante de las facturas en dólares en efectivo.
El “informe” de la moneda única lo habría hecho Monedero en 2010, pero extrañamente lo cobró tres años después a través de la sociedad Caja de Resistencia Motiva 2, luego de un viaje de Pablo Iglesias, todavía con coleta, a Venezuela a principios de 2013. En 2014, entre julio y septiembre, la prensa española encontró documentos que demostraban que los vínculos de Podemos con el chavismo eran algo más que “ideológicos y afectivos”, que recibía “donaciones” a través de una cuenta de Monedero.
Extrañamente, en su currículo apareció que era autor de un informe de 80 páginas sobre la implantación del euro en España, financiado por el Banco Central de Bélgica y el Instituto Europeo de Florencia. Monedero se presentaba como «el responsable del equipo español del Banco Central Europeo, pero según el BCE, Monedero nunca ha trabajado para esta institución.
En 2011 empezó a participar en los programas La Tuerka y Fort Apache. Poco después creó con Pablo Iglesias la Asociación Cultural Producciones Con Mano Izquierda, con la que produjeron La Tuerka para el Canal 33 de televisión. El propietario de la televisora, Enrique Riobóo, les entregaba unos 2.000 euros al mes. En total, Iglesias y Monedero recibieron unos 4.500 euros en negro y otros 1.500 pagados con impuestos.
La parte más comercial de la empresa de Monedero, pero no necesariamente más remuneradora, son sus 15 libros y monografías. Todos de poco peso, poca paga, y pocas ventas. Si leíste el primero los leíste todos. Todos repiten el mismo sonsonete y la misma técnica narrativa. Nombra una situación y enumera las consecuencias devastadoras “si eso ocurriera”. El académico no es más que un enhebrador de hipótesis catastróficas a partir de premisas falsas, contradictorias o incompletas.
En sus restante apariciones televisivas tampoco era mucho lo que recibía. En las tertulias en Las mañanas de Cuatro, Al rojo vivo, en la Sexta, y Un tiempo nuevo, en Tele 5 recibía entre 300 y 600 euros por participación, pero le dieron fama y asentaron su imagen personal. Su prestigio mediático en España tenía repercusiones en sus ganancias en Venezuela.
Las personas más retorcidas que he escuchado
¿Por qué tiene esa necesidad de mentir constantemente?
Pablo Iglesias y Monedero hablan de su televisión, La Tuerka:
🤥Iglesias dice que no la van a poner al servicio de Podemos
🐀Monedero todo lo contrario, que nos lavarán el cerebro pic.twitter.com/k5vSH1oa1v— ❌🖤🇪🇸Pasando el día🇪🇸🖤❌ (@pasandoeldia1) November 12, 2020
Negocios en Caracas
Desde 2002 hasta 2012, pasó largas temporadas en Caracas. Con sueldo fijo, hasta 10.000 dólares, hotel todo incluido y boletos trasatlánticos. Se alojaba ocasionalmente en el Palacio de Miraflores y también en el hotel Anauco Suites, pero el Meliá Caracas era justo lo que más disfrutaba. Con otros españoles de la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales desempeñaba como asesor-consultor-propagandista de la “revolución bonita” que anunciaba el teniente coronel y golpista Hugo Chávez Frías.
Como la mayoría de los progresistas enamorados de la revolución bolivariana, olvidó los sucesos y víctimas inocentes del frustrado asalto al poder del 4 de febrero de 1992, de los pistoleros de Puente Llaguno en 2002, de la crueldad asesina contra las protestas de 2014 y de 2017, por nombrar algunas de las tropelías contra sus conceptuales derechos humanos.
En el verano de 2005, después del paro petrolero y el insólito despido de 20.000 trabajadores de Pdvsa, a Monedero le encargaron el Centro Internacional Miranda, para darle sustento mediático a la democracia participativa y protagónica. Todavía no el socialismo del siglo XXI.
Monedero pronto encontró la caja del pan. Se encargó de la administración del programa de Formación Socialista Democrática. Lo designaron unidad responsable o ejecutora de 3 partidas presupuestarias superiores a 3,2 millones de euros que correspondían en 51,3% a los gastos de personal; 38,7% a «servicios no personales», 8,7% a materiales y suministros, y más de 1% a «otros gastos», tanto como 32.500 euros, mucho más que las propinas que recibía en la tienda de abarrotes de su familia.
Con un aderezo, el Centro Internacional Miranda bajo su ejecutoria publicó dos libros de Monedero: Disfraces del Leviatán, en 2008, y El gobierno de las palabras, en 2012.
Contradictoriamente a su supuesto “sin ánimo de lucro”, la Fundación Centro de Estudios Políticos y Sociales, CEPS, facturaba decenas de millones de euros en convenios privados con Venezuela, Ecuador y Bolivia. El Instituto de Estudios Internacionales de la Complutense, con un presupuesto anual de 1,5 millones procedentes de entes públicos y privados, fue utilizado en la realización de los trabajos de asesoría e investigación. El membrete le agregaba un valor adicional y los ingresos fluían en ambos lados del Atlántico.
Teniendo como centro de operaciones y sustento económico el gobierno de Venezuela, dictaba cursos de formación en América Latina, de estudios sobre mejores prácticas de participación política y una decena más alrededor de la revolución bolivariana. Sin extraviar el pasaporte y sin necesidad de pagar el boleto del avión, ha sido profesor visitante en las Universidades de Quilmes (Argentina), Medellín (Colombia), Puebla (México), Córdoba (Argentina), Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Humboldt de Berlín (Alemania).

Disfraces del Leviatán, libro de Juan Carlos Monedero
Las trampas del lenguaje y las ambigüedades ética
Juan Carlos Monedero impartía asignaturas relacionadas con las Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid. En programas como el doble Grado en Derecho y Ciencias Políticas y el Grado en Relaciones, dictaba Teoría política contemporánea y Teoría y práctica de las democracias. No fue profesor de ética, pero la “ética” como mercancía teórica ha sido uno de los asuntos que más ha manoseado, baboseado, especulado y argumentado en los medios, y usado en su vida pública como persona-empresa. No obstante, ha sido la asignatura a la que menos respeto le ha guardado en su vida personal.
Monedero no tiene competidores en petulancia y en presumir una superioridad moral de la cual carece. Como un Savonarola atrapado en la egología y el solipsismo, con facilidad de palabra, de escritura suelta y prosa adiestrada en relacionar nalgas con témporas si rubor alguno, ha sido un catedrático muy pintoresco, con su chaleco de vieja friolenta que le cubre las espaldas mientras mueve libremente las manos como el pulpero que se queda con la ñapa. No como un pensador o un hombre de ideas.
No es un Unamuno ni un Ortega y Gasset, ni quisiera un Filemón menos Mortadelo. Apenas un envidioso catedrático, sin pudor y de aspiraciones hiperdimensionadas, con graves disonancias cognitivas y un alto componente de cinismo. Por ahora.
Las exposiciones y argumentaciones de Monedero son percepciones idealizadas de la política, de los gobiernos, las ideologías, la realidad. Conceptualiza como realidad una fantasía que se ha autoconstruido en sustitución de la realidad, “verdadera y realmente existente”. Sus argumentos son ripios, declaraciones de principios sin principios, que suenan bien hasta que la ausencia de eco delata su vaciedad.
Veamos: “La fraternidad es el ADN de la izquierda”; “la izquierda es ética o no es izquierda”; “la mentira en el capitalismo es parte del negocio”. Hay muchísimos eslóganes de igual ralea en sus redes sociales y en sus apariciones en Youtube, en radio y televisión, pero el más mentiroso lo expuso en su programa En la Frontera: “La izquierda hace valer los derechos humanos como el horizonte de su lugar en el mundo”. Un diamante de la mentira.
No, Monedero no dice que la izquierda hace valer los derechos humanos, sino que allá en el horizonte, bien lejos de donde está la izquierda en el mundo, tienen valor los derechos humanos.
El cinismo pragmático
El marxismo que presume Monedero es tan “heideggeriano” que muchos de sus paisanos ibéricos lo colocan en las corrientes del socialfascismo capitalista, más cerca del falangismo de cara al sol y brazo alzado que del proletariado.
Cuando quiso impostarse como alto sacerdote del socialismo del siglo XXI en una tramoya de reflexión –Intelectuales, democracia y socialismo: callejones sin salida y caminos de apertura– organizada por el Centro Internacional Miranda, el 2 y 3 junio de 2009, Monedero, que se había creído su propio cuento, tuvo un momento de honestidad con la línea de pensamiento que pretendía encarnar.
Lúcido como Newton en el momento en que asoció la ley de gravedad con la manzana que le cayó en la cabeza, admitió que durante diez años de chavismo, de revolución, dijo, no se había tenido éxito en acabar con los fantasmas de la IV República, el remoquete que le puso Chávez a los cuarenta años de democracia representativa.
Valiente y bien pagado, Monedero nombró la soga en la casa del ahorcado: hiperliderazgo (¿autoritarismo?), centralización asfixiante, militarismo, clientelismo, rentismo, corrupción e ineficiencia. Y en el caso del hiperliderazgo (¿autócrata?), mostró el boceto. “Pretende hacerlo todo sin delegar a otros las funciones de gobierno”, dijo. Hasta la alelada Eva Golinger sintió el relámpago que cruzó sala, un fax que llegaba desde Miraflores con la rúbrica rabo ‘e cochino.
El superlíder y el alto funcionariado, todos a una, le respondieron con artillería pesada al profesorcito de la Complutense. No pasaron tres días, cuando con la habilidad de un prestidigitador, convirtió la crítica en elogio. Donde dije digo, digo Diego. Su más recurrente recurso dialéctico
Con el padrinazgo de Ernesto Villegas, se desdijo en una entrevista en PSUV-TV. Chávez, más avispado, que casi le mienta la madre en una cadena de radio y televisión, lo llamó al programa y le bordó un aparente agradecimiento por haberle advertido sobre el “hiperliderazgo”. Monedero da cientos de versiones de la llamada, pero no dice que con el hiperlíder como foco quedaron fuera del tablero los otros “fantasmas”: corrupción, militarismo, centralismo, ineficacia y clientelismo…
En la versión gratuita de Tribuna Popular que dirigía Villeguitas y financiaba la Alcaldía de Caracas, Monedero emparejó lo que había dicho. Escribió: “El hiperliderazgo en los países de poco cemento social desempeña un importante papel, articular lo desestructurado y juntar los fragmentos, con formas de lo que llamaba Gramsci «cesarismo progresivo», que tanto ayudan a retomar el rumbo de la revolución en momentos de vacío político o de confusión ideológica”.
No se quedó ahí, el diario Últimas Noticias, dirigido por Eleazar Díaz Rangel, ese esperpento del periodismo, publicó una entrevista que le hizo Hugo Prieto en la que otra vez Monedero se olvida de la esencia –militarismo, clientelismo, centralismo, corrupción desbordada e ineficacia, y alaba la heterodoxia de Chávez a partir de una infeliz referencia a una frase de Ludovico Silva: “Si los loros fueran marxistas, serían marxistas ortodoxos”. Reparado el jarrón, siguió la fraternidad y el flujo al monedero, pero no por mucho tiempo.
Derechos humanos, feminismo y pueblo
Para un político de izquierda, los derechos humanos son una versátil y esencial herramienta de combate, también el primer despojo al tomar el poder. El derecho a la vida, la prohibición de la tortura, la esclavitud, la trata de personas y otras por el estilo se distinguen en su vasto palabrerío epistemológico marxista sus con características emotivas y cautivadoras. No causan repulsa como la lucha de clases, la dictadura del proletariado, la violencia como partera de la historia, los fusilamientos y ajusticiamientos ordenados por los tribunales populares; tampoco adormecen, fastidian y aburren como el materialismo dialéctico, la plusvalía o el centralismo democrático, ni despierta burlas como el realismo socialista en el arte.
Los derechos humanos, su defensa, su respeto, cuentan con un consenso universal. Todos se dicen sus defensores, todos fanfarronean de protegerlos y promoverlos. Pocos realmente lo hacen. Monedero nunca.
Su manejo teórico y su recurrente utilización como anzuelo de denuncia mediática ha hecho que Monedero considere los derechos humanos como un elemento tan ajeno a la realidad como la plusvalía o iluso como el feminismo. Sobre el cual se puede especular, fantasear y pontificar, sin importar a cuántos estén torturando tres pisos más abajo o en el cuarto de al lado.
Juan Carlos Monedero, el asesor español de Nicolás Maduro y quien se ha declarado feminista, ha sido acusado de violencia sexual por varias mujeres de su propio partido.
Así reacciona cuando lo confrontan. pic.twitter.com/CMUuQniQ5U
— Guillo (@codiguillos) February 20, 2025
Los muertos que vos matáis gozan de buena salud
En marzo de 2015, siendo Monedero secretario de Programa de Podemos, tuvo una intervención en el Palacio de las Naciones de Ginebra ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU por petición de su presidente Joachim Ruecker, que consideraba que antiguo asesor de Chávez tenía “conocimiento y experiencia” en estos asuntos.
Con gran rimbombancia, obvio, Monedero propuso “la configuración de un corpus legal internacional para proteger los derechos humanos en todos los rincones del mundo”. Pero calló, y nadie se escandalizó, los hechos de violencia ocurridos en Venezuela durante 2014 en los cuales el régimen de Maduro arrastró por el fango cada uno de los derechos humano y también principios como la diversidad cultural, la tolerancia y la comprensión mutua que Monedero señaló en su intervención como claves para mejorar la cooperación internacional y la convivencia entre los pueblos.
Al exponer las líneas generales de Podemos, Monedero recalcó que el respeto a los derechos humanos es una línea roja. “No caben machistas, racistas, corruptos ni explotadores”, subrayó.
En las protestas que ocurrieron en Venezuela en 2014, entre el 12 de febrero y el 29 de mayo de 2014, murieron con tiros en la cabeza 43 personas, otros 486 resultaron heridos, 1.854 fueron detenidos y 33 casos de tortura. Y no se trataba de una respuesta desesperada ante una oposición intransigente que no entraba en razón, sino la expansión de una política pública aplicada desde los años que Monedero tenía despacho propio en Miraflores. El fortalecimiento de los índices de criminalidad.
En los primeros 2 meses de 2014, casi 3.000 personas fueron asesinadas ―10% más que en el año anterior y 500% más que cuando Hugo Chávez asumió la presidencia―, con un agravante: no hubo castigo para más de 95% de los asesinatos.
La ética no se fue por el desagüe, nunca la hubo
En enero de 2025, Monedero volvió a copar la agenda noticiosa y opinática. Hubo una explosión de críticas y señalamientos porque dictó una conferencia sobre humanismo, ética y derechos humanos, su mercancía intelectual, en el salón Hugo Chávez del Helicoide, la cárcel y sede central de Sebin, donde se violan los derechos humanos cada minuto y en cada calabozo. Nada distinto de lo que ha hecho desde la primera asesoría que le pagó Chávez, le restituyó Maduro y haría si el Estado Islámico lo contratara. Es la “ética” como valor de cambio que nunca falta en el monedero.
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