En el turbulento mundo de los negocios y la política latinoamericana, pocos personajes encarnan tan claramente la transformación de un individuo común en un controversial empresario como Jorge Andrés Saavedra Bedoya.
Este colombiano, cuya trayectoria serpentea entre la ambición desmedida y los cambios drásticos de vida, se ha convertido en el epítome de cómo el dinero y las influencias pueden corromper los valores más básicos. Saavedra Bedoya inició su periplo académico en Colombia con la inocente aspiración de estudiar economía.
Sin embargo, su insaciable sed de conocimiento -o quizás su indecisión crónica- lo llevó a saltar de carrera en carrera, abarcando finalmente administración de empresas y derecho de forma simultánea. En aquellos tiempos, que ahora parecen pertenecer a una era diferente, Saavedra Bedoya no escatimaba en expresar su gratitud hacia Laura, su entonces novia y luego esposa, por el apoyo incondicional que le brindó durante sus años universitarios hasta convertirse en abogado.
No obstante, el destino, o más bien la avaricia, tenía otros planes para este ambicioso colombiano. La vida de Saavedra Bedoya dio un giro radical al vincularse con el grupo comercial del empresario Alex Saab, una asociación que no solo catapultó sus perspectivas económicas sino que también desenmascaró su verdadera naturaleza.
Como si de una metamorfosis kafkiana se tratara, Saavedra Bedoya abandonó a su esposa Laura y a sus hijos en Colombia, cambiándolos por una atractiva venezolana a quien ahora presenta, con una ironía que roza lo grotesco, como «el amor de su vida». Advertisement Pero la traición de Saavedra Bedoya no se limitó al ámbito personal.
Antes de descartar a Laura como si fuera un peón en su juego de ajedrez empresarial, la utilizó descaradamente para impulsar los negocios que le servirían de trampolín económico en Venezuela. Laura, ingenua ante la manipulación de su entonces esposo, asumió el papel de administradora en Colombia de 4PL INDUSTRIAL S.A.S., una empresa fundada en 2014 que se convertiría en la pieza clave del entramado comercial de Saavedra Bedoya.
Esta compañía, aparentemente dedicada al transporte, almacenamiento, maquila, inventario y empaque de alimentos, con presencia en Colombia y República Dominicana, pronto revelaría su verdadera función: ser una de las proveedoras de alimentos para el programa estatal de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) en Venezuela. Este rol estratégico surgió cuando otras empresas vinculadas a Alex Saab se vieron envueltas en problemas para importar alimentos desde México a Venezuela, debido a investigaciones que las relacionaban con sobrefacturación y otras irregularidades.
La metamorfosis de Saavedra Bedoya de estudiante agradecido a empresario sin escrúpulos estaba completa. Los contactos y el dinero acumulados en Venezuela le permitieron no solo darse una vida de lujos, con ostentosos paseos en yates y viajes en avión privado y helicóptero, sino también iniciar una nueva relación con Mariangel Escobar Guevara, una venezolana nacida en 1995 en el estado Táchira, limítrofe con Colombia.
Escobar Guevara, psicóloga de formación y modelo desde joven, se convirtió en la nueva pieza del tablero de Jorge Saavedra. Con el respaldo económico y los contactos de su pareja, Escobar Guevara lanzó en 2021 su primer sencillo musical de reguetón titulado «Pecar», bajo el nombre artístico de Mvggiee. Este lanzamiento incluyó una campaña promocional en canales de televisión venezolanos y entrevistas en la prensa local, todo financiado con los frutos de los negocios cuestionables de Saavedra Bedoya.
La pareja se comprometió en 2021 y contrajo matrimonio a principios de 2022, sellando así la traición definitiva de Saavedra Bedoya a su familia en Colombia. Mientras tanto, en un giro irónico y cruel del destino, Laura ha continuado figurando en territorio neogranadino como administradora de 4PL Industrial S.A.S., consciente de que su papel ha seguido beneficiando al hombre que la abandonó. Presentación de Mariangel Escobar (Mvggiee) en el canal de televisión Venevisión en Caracas en 2021 Así, Jorge Andrés Saavedra Bedoya pasó de ser un estudiante agradecido a un empresario controversial, dejando tras de sí una estela de traiciones personales y profesionales. Su historia es un ejemplo de cómo la ambición desmedida y la falta de escrúpulos pueden transformar a una persona, convirtiéndola en el arquitecto de su propia decadencia moral. Los años difíciles en la universidad Hace unos años, Jorge Andrés Saavedra Bedoya, egresado de la primera promoción del programa de Derecho de la Universidad Icesi en Cali, Colombia, compartió su trayectoria académica y profesional en una entrevista para la propia institución de estudios privada.
Saavedra, quien inicialmente se matriculó en Economía y Negocios Internacionales, para luego cambiar a Administración de Empresas, y finalmente se decantó, en paralelo, por el Derecho. En aquel momento, con 32 años, ocupaba el cargo de Gerente de la Zona Franca Parque Central en Cartagena, un área de almacenamiento de carga, donde ejercía su profesión en áreas de comercio exterior, aduanero y tratados de libre comercio. El entrevistado relató cómo, a pesar de haber considerado inicialmente evitar el camino del Derecho debido a la tradición familiar, terminó fascinado por la profesión.
Comentó que la influencia de sus padres y su experiencia ayudando en la firma de abogados de su padre lo llevaron a reconsiderar su decisión inicial. Saavedra Bedoya recordó con detalle su admisión al programa de Derecho, destacando una conversación significativa con el entonces Decano de la Facultad de Humanidades, Lelio Fernández, quien lo admitió como el primer estudiante en simultaneidad de carreras. Al reflexionar sobre su paso por la Universidad Icesi, Saavedra Bedoya enfatizó el impacto que tuvo en su desarrollo personal y profesional.
Mencionó que la institución fomentó su espíritu emprendedor, su curiosidad intelectual y supuestos valores, como la «humildad», algo de lo que parece ya no quedarle mucho. En cuanto a su carrera profesional, Saavedra Bedoya explicó cómo su formación en Derecho le permitió especializarse en comercio exterior y zonas francas, un área que describió como poco explorada por los abogados en ese momento. También mencionó otros proyectos empresariales que había desarrollado en Cali.
El egresado recordó con gratitud a varios profesores, pero destacó especialmente a Lelio Fernández, a quien atribuyó un papel crucial en su permanencia en la universidad durante un período financieramente difícil tras la muerte de su padre. Años atrás, Saavedra Bedoya enfrentó una crisis financiera que amenazó su permanencia en la Universidad Icesi. Tras el fallecimiento de su padre, se encontró sin recursos para pagar la cuota inicial del crédito universitario y sin capacidad para respaldar los pagarés requeridos. En ese momento crítico, el decano Lelio Fernández intervino decisivamente.
Según relató Saavedra, Fernández no solo gestionó que la universidad aceptara pagarés firmados únicamente por el estudiante, sino que también le proporcionó una donación de 500.000 pesos colombianos, supuestamente provenientes de un tercero anónimo. Saavedra Bedoya, sin embargo, expresó su convicción de que el propio Fernández había realizado esta donación de su salario. Este gesto, junto con el apoyo de su novia (posteriormente convertida en su esposa) y su propio trabajo, permitió a Saavedra Bedoya continuar sus estudios, marcando un punto de inflexión en su trayectoria académica y personal. Finalmente, en aquella entrevista, Saavedra Bedoya ofreció consejos a los recién egresados, instándolos a buscar nichos de mercado especializados y a adaptarse a las nuevas tendencias jurídicas globales. Expresó entonces su deseo de completar en el futuro los dos semestres que le faltaban para graduarse de Economía y Negocios Internacionales en la Universidad Icesi.
Escándalos, demandas y una vida de lujos cuestionables: el declive moral de un empresario ya controvertido Pero, convertido en empresario, mientras Jorge Andrés Saavedra Bedoya se pavoneaba por el mundo en 2023, exhibiendo una opulencia digna de las más extravagantes celebridades, su castillo de naipes ya había comenzado a tambalearse. El otrora prometedor abogado colombiano, ahora convertido en un empresario de dudosa reputación, se encontraba ya en 2019 en el ojo del huracán debido a sus turbios negocios en Venezuela y su asociación con el polémico Alex Saab.
La tormenta perfecta que se cernía sobre Saavedra Bedoya no tardó en desatarse. A mediados de 2023, mientras él y su flamante nueva esposa venezolana, Mariangel Escobar Guevara, alias «Mvggiee», disfrutaban de lujosos paseos por Europa -incluyendo una visita al afamado restaurante del chef turco Salt Bae en Grecia-, su ex esposa Laura tomaba medidas drásticas en Colombia. Cansada de la negligencia y el abandono familiar, Laura se vio obligada a demandar a Saavedra Bedoya por una deuda acumulada de más de 237 millones de pesos colombianos, en concepto de manutención para sus hijos en común, una suma que ascendía a más de 56.000 dólares americanos al cambio actual.
La ironía de la situación no podía ser más cruel: mientras Saavedra Bedoya derrochaba dinero en ostentosos viajes y caprichos, sus propios hijos sufrían las consecuencias de su abandono económico y emocional. Un recálculo judicial posterior incluso elevó la cifra adeudada a más de 58.000 dólares americanos, poniendo en evidencia la magnitud del desamparo al que Saavedra Bedoya había sometido a su familia original.
El contraste entre la vida de lujos que Saavedra llevaba junto a Mvggiee y la lucha diaria de Laura por sacar adelante a sus hijos sin el apoyo de su exmarido no podía ser más grotesco. Mientras, Alex Saab permanecía en una prisión estadounidense y el abogado y su nueva pareja se paseaban por Estados Unidos, diversos países de Europa, Suramérica y el Caribe, disfrutando de una vida digna de las más exclusivas celebridades, Laura se enfrentaba sola a la ardua tarea de criar y mantener a los hijos de ambos. Pero los problemas legales de Saavedra Bedoya no se han limitado al ámbito familiar.
Su empresa, 4PL Industrial S.A.S., se ha visto envuelta en demandas laborales en Colombia en el año 2024. Estas acciones legales han puesto de manifiesto que la aparente prosperidad de Saavedra Bedoya no solo se construía sobre el sufrimiento de su familia abandonada, sino también sobre los derechos vulnerados de sus trabajadores. La sombra de la controversia se había extendido anteriormente más allá de las fronteras colombianas.
Las empresas vinculadas a Saavedra Bedoya, en particular 4PL Industrial S.A.S., se vieron han visto envueltas en escándalos relacionados con el suministro de alimentos para el programa CLAP en Venezuela. Las acusaciones de entrega de productos de dudosa calidad y con sobreprecios mancharon habían ya machado la reputación del empresario. La conexión de Saavedra Bedoya con Alex Saab, un empresario investigado en varios países y que logró un polémico indulto por parte de Estados Unidos a finales de 2023, ha añadido una capa de sospecha sobre sus actividades.
Esta asociación ha levantado serias dudas sobre la legitimidad de los negocios que han catapultado a Saavedra a su actual estatus económico. A pesar de los escándalos y las demandas que lo acechaban, Saavedra Bedoya había persistido en un intento de proyectar una imagen pública de padre amoroso y abnegado. Sin embargo, esta fachada se ha desmoronado ante la cruda realidad de sus acciones. La demanda por manutención interpuesta por Laura no solo ha expuesto su negligencia paternal, sino que también ha puesto en tela de juicio la procedencia de los fondos que han financiado su lujoso estilo de vida.
El caso de Jorge Andrés Saavedra Bedoya se erige como un sombrío ejemplo de cómo el poder y el dinero mal habido pueden corromper los valores más fundamentales. Su trayectoria, desde un prometedor estudiante hasta convertirse en un empresario acosado por escándalos y demandas, ilustra las consecuencias nefastas de priorizar la ambición personal sobre las responsabilidades familiares y éticas.
Mientras Saavedra Bedoya continúa disfrutando de una vida de aparente opulencia junto a Mvggiee, su exesposa Laura en Colombia sigue luchando por obtener lo que legítimamente les corresponde a sus hijos. Esta dicotomía entre el lujo desmedido y el abandono familiar pinta un retrato desolador de un hombre que parece haber perdido todo sentido de la moral en su búsqueda de riqueza y estatus.
El legado de Jorge Andrés Saavedra Bedoya, lejos de ser el de un empresario exitoso, se perfila como el de un individuo cuya ambición desmedida lo llevó a sacrificar sus principios éticos y sus responsabilidades familiares en el altar del éxito económico. Su historia sirve como una advertencia sobre los peligros de perseguir la riqueza a cualquier costo.
La sombra de Saab y Pulido sobre los CLAP
A mediados de 2019, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso sanciones a los empresarios colombianos Alex Saab Morán y Álvaro Pulido Vargas, acusándolos de tejer una red de compañías para lucrarse del programa gubernamental venezolano de distribución de alimentos, los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
La acusación señalaba que, durante años, Saab y Pulido se habían convertido en proveedores casi exclusivos de esta iniciativa social, acaparando contratos millonarios y controlando un flujo constante de importaciones. Casi simultáneamente, un tribunal de Florida abría una investigación por presunto lavado de dinero en sus negocios con la administración de Nicolás Maduro.
Las pesquisas revelaron que, al menos desde 2016, año en que el programa CLAP fue formalmente establecido, ambos empresarios utilizaban una compañía registrada en Hong Kong, Group Grand Limited, para adquirir alimentos en México y enviarlos a Venezuela. Esta compleja operación, que se extendía hasta Emiratos Árabes y Turquía, parecía responder al acercamiento político y económico que Maduro había iniciado con el presidente turco, Recep Tayip Erdogan.
A pesar de las investigaciones en su contra, tanto de Estados Unidos como de Colombia y México, Saab y Pulido no se retiraron del negocio de los alimentos con el gobierno venezolano. Lejos de amilanarse ante la presión internacional, la dupla colombiana adaptó sus métodos, buscando nuevas formas de camuflar el origen y la calidad de los productos que ingresaban a Venezuela. Renaciente: una fachada para un negocio turbio Un ejemplo de las nuevas estrategias de Saab y Pulido para evadir las sanciones fue la aparición de una marca desconocida en las cajas CLAP:
Renaciente. Las lentejas y caraotas negras con este nombre, aparentemente inocuo, eran procesadas por 4PL Industrial SAS, una empresa colombiana que formaba parte del entramado empresarial de los dos colombianos sancionados. Aunque el nombre 4PL Industrial SAS hacía referencia a los “cuatro niveles de procesos logísticos”, también podía interpretarse como una metáfora de las cuatro piezas clave de este esquema: Saab, Pulido, y otros dos empresarios colombianos: Carlos Lizcano Manrique, operador de los dos primeros y propietario en Venezuela de Salva Foods 2015, la empresa responsable de las Tiendas CLAP; y Jorge Andrés Saavedra Bedoya, el hombre detrás de 4PL Industrial SAS. Saavedra, joven abogado de 36 años, era el gerente y representante legal de 4PL Industrial SAS. Tanto él como su empresa habían pasado desapercibidos en la madeja de sociedades que se escondían detrás de los negocios de Saab y Pulido, pero las conexiones, finalmente, comenzaron a salir a la luz. En 2019, las autoridades colombianas incluyeron a 4PL Industrial en un dossier de una veintena de empresas que se sospechaba estaban relacionadas con las operaciones de Alex Saab en ese país. Paralelamente, la unidad de inteligencia financiera mexicana detectó transacciones sospechosas entre 4PL Industrial y dos empresas mexicanas, Rice & Beans y Grupo Brandon, conocidas por ser proveedoras de granos y leche en polvo de baja calidad, productos que el dúo colombiano utilizaba para abastecer a los CLAP.
El acuerdo que desafió las investigaciones internacionales
El 9 de noviembre de 2018, Jorge Saavedra Bedoya apareció junto a Carlos Lizcano Manrique en un acto público en Caracas. La ocasión: la firma de un contrato entre Salva Foods, la empresa de Lizcano que administraba las Tiendas CLAP, y el Ministerio de Transporte venezolano, entonces a cargo de Hipólito Abreu.
El acuerdo cedía a Salva Foods el manejo de buques de la estatal Venavega para la importación de las cajas CLAP desde México. “Es una alianza importante que se realiza desde el Ministerio del Poder Popular para el Transporte para el beneficio del pueblo y avanzar en la Venezuela potencia”, declaró el ministro Abreu en un comunicado de prensa. El texto oficial calificaba el convenio como parte de las “políticas de transporte del plan de recuperación, crecimiento y prosperidad económica promovido por el presidente Nicolás Maduro”.
La fotografía del evento mostraba a Saavedra Bedoya y Lizcano Manrique estrechando manos con las autoridades venezolanas, bajo la mirada atenta de los retratos de Simón Bolívar, Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Apenas dos días antes, Saavedra había registrado una nueva empresa en el Reino Unido: 3S Commodities Trader Ltd. Lo que hacía aún más comprometedora la participación de Saavedra Bedoya en el acuerdo con el gobierno venezolano era el contexto en el que se produjo.
Pocos días antes, la Procuraduría General de México había hecho pública una investigación contra la red empresarial de Saab y Pulido. La investigación mexicana había detectado sobreprecios en las compras de alimentos, exportación de productos de mala calidad a Venezuela y otras irregularidades. “A lo largo de la investigación se detectó la presencia de varios operadores como el señor Alex N, aparentemente relacionado con autoridades del Gobierno de aquel país, así como Álvaro N, Emmanuel N, Santiago N y Andrés N, quienes con el propósito de obtener productos alimentarios que deben suministrar al Gobierno venezolano acuden a diversos países, entre ellos México, para contactar con otras empresas”, informó entonces Alonso Lira, subprocurador especializado en la investigación de delincuencia organizada en México, en clara alusión a Alex Saab, Álvaro Pulido y sus colaboradores.
Lejos de amilanarse por las denuncias de las autoridades mexicanas, Saavedra Bedoya pareció interpretarlas como una oportunidad para consolidar su posición en el esquema de importación de alimentos para los CLAP. Su presencia en el acuerdo con el Ministerio de Transporte venezolano, apenas un mes después de la denuncia de la Procuraduría mexicana, demostraba que la participación de empresarios colombianos en este negocio, lejos de detenerse, contaba con el respaldo de la administración de Nicolás Maduro. Días después de la firma del acuerdo, un buque de Venavega zarpó desde el puerto de La Guaira, en Venezuela, con destino a Veracruz, el puerto mexicano desde donde se habían enviado millones de cajas CLAP desde 2016, confirmando que el programa social estrella del chavismo seguía siendo un jugoso negocio para unos pocos, a pesar de las denuncias y las sanciones internacionales.