El presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) y arzobispo de Cumaná, monseñor Jesús González de Zárate, confirmó haber vivido un “incidente desagradable” durante su visita a la ciudad oriental de Cumanacoa, afectada por el huracán Beryl, aunque no dio detalles del mismo.
Medios de comunicación reportaron esta semana que un grupo de militares habría interrumpido la misa que oficiaba el líder de los obispos venezolanosel domingo y lo obligaron a retirarse de la ciudad, adonde había acudido con un grupo de religiosos y voluntarias de Cáritas para llevar ayuda humanitaria.
Los uniformados, de la Guardia Nacional Bolivariana, le advirtieron que el presidente Nicolás Maduro era el único autorizado para llevar ayuda a los perjudicados por el desbordamiento del río Manzanares en Cumanacoa, informaron medios como el diario Tal Cual. De acuerdo con asistentes a la misa, los funcionarios insultaron a los presentes y cerraron la iglesia San Baltasar.
En un comunicado compartido por el canal cultural Vale TV, González de Zárate negó haber sufrido agresión física por parte de militares en Cumanacoa, en el estado Sucre, tal como aseguran reportes periodísticos, aunque destacó que sí vivió “un incidente desagradable” en el templo mencionado, sin brindar detalles.
“Se hace necesaria una comunicación permanente y efectiva con las autoridades de la zona para evitar situaciones similares, que sólo perjudican a la población más necesitada”, indicó el monseñor, de acuerdo con su texto, que Vale TV acompañó de una foto suya.
El cardenal venezolano Baltazar Porras consideró que lo vivido por González de Zárate es “insólito”
El incidente denunciado por el prelado católico ocurrió sólo días después de que dos periodistas, Andrea Fabbiani, directora del medio Atarrayaoficial, y Federico González, corresponsal de La Patilla, denunciaron que funcionarios armados de la Policía Nacional Bolivariana los forzaron a salir de Cumanacoa, donde cubrían las inundaciones.
Los comunicadores calificaron la situación como “un secuestro”. Según el observatorio digital ProBox, el gobierno venezolano cerró el acceso a la prensa independiente y a quienes buscaban llevar ayuda a la comunidad afectada, así como adelantó “una campaña de propaganda” en redes sociales con base en su gestión ante las inundaciones.
Hasta el 8 de julio, se habían confirmado las muertes de 6 personas en Cumanacoa por las inundaciones y dos personas permanecen desaparecidas. El gobernador de Sucre, aliado de Maduro, reportó 31.000 damnificados por las inundaciones.
Maduro aseguró que la “acción preventiva” de su gobierno ayudó a salvar “muchas vidas” y dijo confiar en que este mes se habrá “normalizado todo” lo afectado en la ciudad, incluyendo servicios públicos, como el eléctrico.
Indicó que sus autoridades militares asumirían “el control y el desarrollo de todos los planes integrales” para la zona, como el envío y distribución de agua y comida, así como la reparación de viviendas y la restitución de enseres para la población.
El incidente que involucró a González de Zárate ocurrió la misma semana en la que la CEV compartió al país sus reflexiones sobre la elección presidencial, que calificó como un proceso “atípico” donde “no hay igualdad de oportunidades para todos”.
En su comunicado, los obispos venezolanos recomendaron el cese de la persecución y el hostigamiento «desleal» a activistas políticos.
La cúpula de la Iglesia católica venezolana ha publicado durante años informes para denunciar el deterioro de las condiciones sociales y económicas de la población, lo que le ha valido críticas públicas de Maduro, quien los acusa de convertirse en actores políticos.
Maduro lanzó un programa oficial llamado Mi Iglesia Bien Equipada para restaurar iglesias y dotar de mobiliario a los templos de diferentes credos, como el católico y el cristiano. También, anunció bonificaciones para 20.000 líderes religiosos en Venezuela.
Su hijo, el diputado Nicolás Maduro Guerra, vicepresidente de asuntos religiosos del partido de gobierno, el PSUV, lidera esas gestiones oficiales para asistir a las principales iglesias del país.
Este año, el ejecutivo nacional ha estrechado sus vínculos con la iglesia cristiana. El presidente recibió en junio en el palacio de Miraflores a pastores evangélicos, con quienes oró y conversó sobre “lo que va a suceder” en el país, en referencia a la elección.
El papa Francisco efectuó cambios en la Iglesia venezolana. Nombró un nuevo arzobispo de Caracas, al cardenal Raúl Biord Castillo, a quien la prensa afín al gobierno describe como un líder religioso con “buena relación” con Maduro desde su ejercicio como obispo de La Guaira.
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