El bombardeo israelí que mató al líder del movimiento islamista libanés Hezbolá, Hasán Nasralá, plantea un difícil dilema para Irán, que debe hacer frente a la pérdida de un aliado clave, sin perder su influencia regional.
Hezbolá – patrocinado y financiado por Irán – confirmó el sábado que la muerte de Nasralá, después de que Israel afirmara que había «eliminado» al líder de este movimiento chiita en un bombardeo lanzado el viernes en un suburbio del sur de Beirut.
Su muerte plantea el riesgo de una escalada tras casi un año de enfrentamientos transfronterizos entre Israel y Hezbolá tras el estallido de la guerra en Gaza, y agita el temor de una conflagración regional.
El guía supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, prometió que la muerte de Nasralá «no será en vano» y el primer vicepresidente iraní, Mohamad Reza Aref, declaró que esta acción provocará «la destrucción» de Israel.
«Nasralá ha sido clave para la expansión del poder de Irán», indicó Karim Sadjadpour, experto del centro de estudios Carnegie Endowment, que destacó que Hezbolá sigue siendo la «joya de la corona» entre los aliados regionales de la República Islámica.
Su asesinato «no ha cambiado el hecho de que Irán sigue sin querer involucrarse directamente» en el actual conflicto, apuntó Ali Vaez de International Crisis group.
Pero, coloca a Irán ante un «difícil dilema», afirmó Vaez, especialmente debido a que la política de disuasión con respecto a Israel «está en completo descalabro».
Una crisis económica
Para el académico Mehdi Zakerian, residente en Teherán, estos acontecimientos muestran que el denominado eje de resistencia alineado con Irán «no sólo fue incapaz de contener a Israel, sino que sufrió duros golpes».
El asesinato de Nasralá se produce casi dos meses después de que el líder del movimiento palestino Hamás, Ismail Haniyeh, muriera a finales de julio en una explosión en Teherán, a donde se desplazó para asistir a la toma de posición del presidente iraní, Masud Pezeshkian.
Irán responsabiliza a Israel por su muerte y prometió vengarse.
Zakerian estima que la reconstrucción de Hezbolá no será una empresa fácil para Irán que enfrenta crecientes desafíos económicos.
«Si el gobierno quiere implicarse en la reconstrucción de Líbano o en el reequipamiento de Hezbolá, agravará la crisis económica en Irán», apuntó.
La economía de Irán ha sido impactada con fuerza por las sanciones internacionales que agravaron el brote de inflación, el desempleo y el descalabro de la moneda local frente al dólar.
El gobierno de Pezeshkian lanzó esfuerzos para que haya un alivio de las sanciones y revivir el acuerdo internacional sobre el programa nuclear de Irán de 2015, que quedó casi sin vigencia después de que Estados Unidos se retirara unilateralmente durante el gobierno de Donald Trump.
Los analistas señalan que Irán actúa con cautela desde el estallido del conflicto en Gaza, intentando proyectar una imagen de su poder, pero evitando provocar una respuesta de Estados Unidos.
Inclusive durante el inédito ataque directo que lanzó contra Israel en abril, en respuesta a un bombardeo contra un edificio anexo a su embajada en Damasco, la mayoría de los proyectiles fueron interceptados por Israel o por fuerzas aliadas.
Irán dijo entonces que informó a Estados Unidos y que emitió una advertencia de 72 horas a países vecinos antes de lanzar un ataque «restringido» contra Israel.
Para Vaez, Irán «tiene el interés de preservar lo que queda de Hezbolá. Hezbolá es el escudo de Irán».
«No creo que los iraníes abandonen algo en lo que han invertido durante 40 años de un día para el otro porque una decena de personas fueron eliminadas», agregó.
Respuestas «débiles»
«Irán no puede abandonar a Hezbolá, porque en ese caso podría perder a sus otros aliados», señaló Zakerian.
Grupos armados en Siria, Líbano, Irak y Yemen se han involucrado en las crecientes tensiones regionales desde que estalló la guerra entre Israel y Hamás.
Otro desafío que enfrenta Irán es cómo va a comunicarse con Hezbolá o cómo puede enviarle armas, indicaron varios expertos.
Las comunicaciones internas del movimiento libanés también están lastradas después del duro golpe del estallido de bíper y walkie-talkies de sus miembros este mes.
Vaez estima que será «muy difícil» que los iraníes se comuniquen con sus aliados, a diferencia de lo que ocurrió durante la guerra de 33 días en 2006 entre Israel y Hezbolá.
El experto indica que las respuestas «débiles y exiguas» no pasan desapercibidas en medio de la escalada de la tensión.
«La pregunta es si no quieren o no pueden tomar acciones», dijo.
Vaez sostiene que Irán parece esperar que Hezbolá espabile y «articule un ataque importante contra Israel para demostrar que sigue de pie».
AFP
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