Los paupérrimos ingresos de la mayoría de los jubilados de Argentina están muy lejos de cubrir sus necesidades básicas, por lo que un número creciente se ve obligado a seguir trabajando, incluso nonagenarios, mayormente en la informalidad y con salarios igualmente deprimidos.
Natalia Kidd / EFE
En Argentina, la edad de jubilación es de 60 años para las mujeres y de 65 para los hombres y hay unos 6,5 millones de jubilados, lo que representa casi el 14 % de la población total del país.
Según datos oficiales del cuarto trimestre de 2023, de 19 millones de personas ocupadas (formal e informalmente) dentro de la población urbana de Argentina, un 4,4 % eran mayores de 65 años, buena parte de ellos jubilados.
Esa proporción era del 3,9 % a finales de 2022, lo que evidencia que el peso de la tercera edad dentro de la fuerza laboral ha aumentado en el último año, en un escenario de creciente deterioro económico y elevadísima inflación (211,4 % en 2023).
«Aquel que logra acceder a jubilarse en Argentina, cobra una jubilación ridícula, que está lejos de cubrir mínimamente una canasta de necesidades básicas. Por lo cual, aun cobrando una jubilación, tiene que trabajar en un mercado informal, donde hay una sobreexplotación de las personas mayores», explica a EFE Eugenio Semino, defensor de la Tercera Edad de la Ciudad de Buenos Aires.
Los registros oficiales dan cuenta de que, de 10,6 millones de personas con ocupación formal, 927.405 son mayores de 60 años y, dentro de ellos, 329.716 son trabajadores que ya cobran una jubilación.
Los jubilados que trabajan formalmente lo hacen sobre todo por cuenta propia. Apenas unos 73.405 son, además de jubilados, asalariados bajo contrato formal.
En los registros oficiales sorprenden 1.332 jubilados mayores de 90 años con un trabajo formal y destacan las casi 30.000 personas jubiladas, en su mayoría mujeres, inscritas en el régimen de casas particulares (servicios de limpieza y cuidado).
Más allá de este grupo que permanece en el mercado laboral formal están los adultos mayores, jubilados o no, que trabajan en la informalidad, en condiciones de extrema fragilidad, protagonistas, según Semino, de una «crisis humanitaria» de «padecimiento y explotación».
Según datos oficiales, la población ocupada mayor de 60 años es de 1,7 millones de personas y en este segmento la tasa de empleo no registrado era del 43,4 % al tercer trimestre de 2023.
Semino señaló que, en condiciones de informalidad, «al adulto mayor se le paga muy poco» y se le dan tareas de riesgo o penosas «que no condicen con su edad o con sus patologías crónicas».
Por ejemplo, varones de 70 a 80 años son ocupados como conductores de autos de alquiler «clandestinos» o hacen guardias de seguridad nocturnas en edificios, y mujeres son empleadas en tareas de limpieza o en el cuidado de otros ancianos -postrados o con cuadros de demencia- o de niños, lo que requiere un importante esfuerzo físico y psicológico.
Otros, en situación de extrema precariedad, aceptan hacer tareas de limpieza en pensiones u hoteles que son «verdaderas pocilgas» sólo a cambio de tener una habitación donde dormir y algo de comida.
Más grave aún, advierte Semino, es la explotación en talleres clandestinos de costura o la utilización de adultos mayores como «mulas» del narcotráfico. Por necesidad económica y sin antecedentes penales, terminan en las cárceles.
En un escenario de severa crisis económica en Argentina y con la tasa de inflación más alta del mundo, el 65 % de los jubilados cobra la jubilación mínima, que en abril fue de 171.217 pesos (192 dólares / 175 euros), un ingreso que llegó a los 241.000 pesos por el bono de refuerzo que la seguridad social ha otorgado por la situación de emergencia.
Este ingreso, que representa un 82 % del salario mínimo legal en Argentina, margina a los jubilados a la indigencia.
El gasto en jubilaciones es uno de los más afectados por el plan de ajuste fiscal del Gobierno de Javier Milei. Las jubilaciones se actualizan con porcentajes por debajo de la tasa de inflación, mediante decretos presidenciales hasta que el Parlamento debata y establezca otra fórmula de actualización.
El ingreso promedio entre los mayores de 60 años con una ocupación está por debajo de la media del mercado laboral y apenas un 37 % por arriba de una jubilación mínima.
Si un adulto mayor cobra una jubilación mínima y, además, trabaja, la suma de sus ingresos no cubre sus necesidades básicas, con una cesta de alimentos y servicios que la Defensoría de la Tercera Edad calculó en 685.041 pesos para marzo último.
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