Cuando pase un tiempo la historia de Venezuela registrará el más triste y trágico engaño del que ha sido víctima la población venezolana, en sus más de 200 años de existencia como nación independiente y republicana.
Fue el Árbol de las Tres Raíces, el ardid que utilizó Hugo Chávez para sustentar su Revolución Bolivariana, aprovechando el noble sentimiento nacional hacia el fundador de la patria, para calificar su Revolución como Bolivariana y a partir de alli designar como bolivarianas la República, la Constitución, las Fuerzas Armadas y todos los elementos del la llamada V República.
Todo formaba parte de una gran farsa, para la que se utilizó miserablemente el nombre de Simón Bolívar como argumento, para su mayor desprestigio y descalificación.
Lo cierto es que esa revolución marxista jamás pudo ser bolivariana, por la sencilla razón de que en 1.830, cuando murio el Libertador, Carlos Marx tenía 12 años de edad por lo que nunca pudo influir en el pensamiento de Bolívar. Es más, en 1.856, una editorial en Europa elaboraba una enciclopedia con semblanza de varias figuras históricas, entre las que se encontraba Bolivar y encargaron a Marx su elaboración. Pues bien, la manera como Marx describió al Libertador no pudo ser más insultante.
De tal forma que la farsa tenía que arroparse con otras figuras y alli Chávez se inventó la tesis del Árbol de las Tres Raíces, en la que además de Bolívar se utilizaba a su Maestro Simón Rodríguez y a Ezequiel Zamora, para inundar especialmente los cuarteles con un discurso falso, pero con el que se justificaba la actuación violenta y temeraria de los miembros de las Fuer, en contra de quienes, ya para entonces, se resistían aceptar el mensaje revolucionario.
Fueron los militares venezolanos los principales destinatarios de ese truculento discurso, que fue convertido en parte del adoctrinamiento diario y constante de todos los efectivos que componen esas Fuerzas, acompañando este mensaje con consignas como “Patria, socialismo o muerte” o “Chávez vive, la lucha sigue”, que con base en la jerarquización y rígida disciplina que rige a este sector de nuestra sociedad, se internalizaron de una manera rotunda, al punto de que vergonzosamente aún, 25 años después, se siguen utilizando.
Por esto, ahora cuando toda nuestra sociedad civil se ha levantado en contra del engaño que tanto dolor, crimen, tragedia y miseria le ha traído a nuestro pueblo, vemos que los últimos que se resisten en darse cuenta del trágico fraude son los miembros de las Fuerzas Armadas.
Es lógico, fue la parte de nuestra sociedad más expuesta a esa gran mentira, que todavía algunos siguen propagando, utilizando ahora otros elementos de convicción como son las amenazas de cárcel y tortura a quienes se desmarquen de ese fraude.
Ello nos explica la gran cantidad de militares rebeldes que actualmente se encuentran en nuestras prisiones, por haber simplemente desoído órdenes ilegales basadas en ese engaño, o que simplemente han desertado como han hecho muchos.
Pero este proceso de revisión interna será inevitable, pues aparte de los miembros de la cadena de mando, los demás efectivos de los componentes de las Fuerzas Armadas sufren las mismas carencias, dolor y miserias a las que Chávez primero, y ahora Nicolás Maduro, han sometido a nuestra sociedad.
De hecho, todos tienen familiares que han tenido que salir huyendo del país como parte de los 8 millones que se han ido para no morir de hambre, o por falta de medicinas, o por la persecución política, con sus secuelas de detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos, violaciones, tratos crueles e inhumanos, que hoy abultan el expediente de la investigación por crímenes de lesa humanidad que se sigue en la Corte Penal Internacional de La Haya.
La sociedad civil ya se rebeló de la mano de María Corina Machado, que ha traído la esperanza al pueblo para recuperar nuestra libertad, democracia y respeto a los derechos humanos. Sólo falta la reacción en cualquier momento de quienes, también engañados, aún se mantienen en los cuarteles sin saber que hacer, pero que ya se enteraron de que el Árbol de las Tres Raíces se secó porque no traía nada por dentro, sólo socialismo y muerte. La patria sobrevivirá y recuperaremos la memoria de Simón Bolívar.
Artículo publicado en Análisis Libre Internacional
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